Caos

21

Alexis

Un lugar de que el que no pertenecíamos. La tierra y sus demonios  que nos asechaban y amenazaban con hundirnos. La vida es tan complicada y la comparaban con un vaso, ¿Cómo lo hacían? Si al darle la vuelta todo se acababa. No estaba ni vacía, ni llena simplemente no había nada. ¿Éramos la nada intentando encontrar algo a lo que aferrarse?

Abrí los ojos dejando de pensar. El fuerte olor me recibió trayendo la añoranza del pasado. Ese en que fui feliz y no había más que jugar hasta que desfallecía del cansancio, la vida se me iba descubriendo mis virtudes que no se habían teñido con miedos y falsas esperanzas. Me incorpore enterrando mis manos en el pasto llenando mis manos de tierra.

Mi yo pequeña me absorbió dejándome ver un recuerdo que había bloqueado. Corrí torpemente por el gélido bosque entre risas, nada me importaba solo no quería ser encontrada. Mi hermano mellizo me seguía de cerca cazándome como si fuera su víctima. Queríamos  seguir jugando así que nos escabullimos por la puerta trasera, justo por la cocina.

—Salgan chicos que voy por ustedes.—grito el chico y me escondí mas contra el árbol que me daba acojo.

Intente no reír y lo mire observar el lugar buscándonos, Leo corrió alejándose más de mí. El crujir de las raíces en el suelo me hizo tapar mi boca para que no se escucharan mis risas. No me tenía que encontrar.

—¡Lexi! ¡Leo!—se quejó el niño también rubio asustado.—No quiero seguir jugando

Sentí la pequeña mano de alguien tocarme e identifique el olor de ceniza y canela de mi hermano, lo jale hacia mi haciendo un gesto para que callara. El niño grito por eso miramos. Un hombre se acercó a él, nuestro amigo chillo del susto mientras se lo miraba. Salí de mi escondite haciendo ruido para que lo dejara.

—¡Alejate!—siseé haciendo mis manos brillar.

—Ni te atrevas a lastimarlo—me apoyo mi hermano imitándome.

El hombre se carcajeo y su rostro se deformó, venas brotando bajos sus ojos y estos volviéndose rojizos. Vampiros, mi padre nos había prohibido jugar aquí por ellos. Pero solo quería jugar. Lance un destello de luz al hombre que esquivo fácilmente moviéndose y tomando a Gus de su camiseta de pijama. Grité y lance rayos de luz uno tras otro.

Leo corrió más cerca y un látigo tomo el cuello del sujeto.

Escuche el resonar de las ramas nuevamente y me distraje por un momento trasportando mis ojos hacia tras de nosotros. El vistazo del pelaje blanco moviéndose me hizo saber que nos habían atrapado. El lobo me gruño y baje las manos que dejaron de brillar, sus ojos se fijaron en Leo que deshizo su agarre recogiendo su poder.

El animal se dio la vuelta alejándose por donde había venido y aulló dándonos a entender que teníamos que seguirlos y así lo hicimos. Un mes asegurado sin postre. Escuche los gritos de nuestro amigo y me abrace más al cálido cuerpo de mi hermano evitando mirar atrás. Se había ido y no hicimos nada para evitarlo.

Baje mis ojos a mis zapatos. Volviendo a la realidad, me removí incomoda y parpadee varias veces adaptándome a la luz. Los ojos como agua mohosa me miraron inspeccionándome. Quito su mano de mi mejilla que dejo de destellar en luz.

—¡Volví al pasado!—solté mirándolo tanto como el a mí—.Se sintió tan real.

—Esa no es nuestra vida, Lex—dijo con preocupación—.Si, se sentía como que lo fuera pero no éramos nosotros.

—¡Leo! Conozco mi rostro y tu olor también reconocí el lugar.—asegure.

—¿Cuántos años teníamos?—preguntó

—7 años

—Ya estábamos aquí.

Entonces no podía ser, nunca use mis poderes de ese modo acá.

—¿Cómo entraste? –indague con curiosidad.

—Somos hermanos y nuestro poder es el mismo—su mano brillo y me la tendió imite su acción antes de entrelazarlas. Sentí su poder danzar con el mío brillando en nuestras venas. Regodeándose al estar unido—.Eso hace que tu mente confunda mi poder con el tuyo y me deje entrar. Inténtalo-me animo apretando nuestras manos unidas.

—¿Solo te toco?—asintió por lo que solté su mano y agarre su rostro entre mis manos dejando fluir mi don. Al cerrar los ojos navegue unos segundos hasta ver lo que pensaba.

Abrí los ojos nuevamente y me vi sentada en la cama con la vista pérdida en la ventana, mis ojos normalmente una mezcla de azul y verde estaban inmersos en círculos blancos que hacían la pupilar resaltar. Leo se despejo del marco de la puerta donde antes me observaba y agarro mi cara con una de sus manos dejando fluir su poder y sus ojos también cambiando. Toque su hombro transportándome a los años anteriores. Escuche las risas y el viento zumbar mientras nos mecíamos en los viejos columpios de nuestra casa de infancia. Mi cabello rubio estaba adornado con una artesanal y casi marchita corona de flores mientras mi hermano se bajaba de su columpio para impulsar el mío más alto y así poder volar como aquella mariposa que pasaba por nuestras narices.

—Todavía no entiendo mi poder—susurre cuando volví a la realidad.

—Tampoco yo y eso que lo manejo desde antes que tu—me dijo con un de sus usuales sonrisas sentándose en el piso frente a mi.—Nuestros padr… protectores no lo entendían solo sabían que somos sanguijuelas.

—¿Qué somos qué?—pregunte con asombro.

—Chupamagia   chupamos ¿magia?

—Que genio eres—me burle

—Alexis me entendiste y es lo que importa, podemos absorber los poderes de otros seres sobrenaturales pero no sé cómo eso deberíamos preguntarle al libro.

—Yo sé cómo.

Recordaba lo que hice en el calabozo al que me había llevado Micah.

—Solo haz lo que te pida y suéltalo él te enseñara.

—¿De qué hablas, Lexi?

Me miraba como si estuviera loca y eso era lo que menos estaba. Hailee me dijo eso y había funcionado.

¿Segura que ella te lo dijo?

Él no me tiene a mí.

Escuche una voz en mi cabeza, mi voz. Intente no hacer una mueca por comprobar que si estaba desquiciada.




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