Caos

IV. Ansiedad que me acompaña

Al día siguiente me arrepentí, es obvio. Como bien dicen, después del acto, viene el arrepentimiento. 

Pero mi arrepentimiento va a estar conmigo en mi piel como un recordatorio constante, que me perseguirá por toda una vida y una eternidad. 

¿De verdad estoy viviendo esta vida, o solo sobrevivo? Creo que la segunda opción es la más viable, en mi vida solo existe el día a día, que muchas veces es el mismo. 

Dicen que existe un Dios, pero ¿Dónde estuvo ese tal Dios cuando lo buscaba? Cuando a los 10 años abusaron de mí, cuando perdí a la persona que más amaba y que siempre estuvo ahí para mí. ¿Dónde estuvo ese Dios tan misericordioso, cuando a mis 14 años ya estaba cortando mis brazos y piernas? ¿Dónde estuvo cuando más lo necesité?

Simple, no estuvo, porque no existe. El Dios del que tanto presumen hablar y presumen de lo misericordioso que es, no existe. Al menos para mí, él decidió no escucharme y dejarme a la deriva en el mundo el cual, él mismo creó. 

Decidió que yo no era suficientemente importante como para que algo bueno me deparara en la vida, bueno a excepción de mi hermana, Cloe. Ella que desde siempre ha estado conmigo, en las buenas y en las malas. Al igual que mi tía aunque ella no esté aquí. 

Al despertar una semana después de lo ocurrido tuve que arrastrarme al baño, porque oficialmente empezaba mi tercer semestre de universidad. A mis 19 años no quería mucho para mi futuro, pero mis padres me obligaban a cursar una carrera a cambio de yo seguir viviendo bajo su techo. 

No tenía muchas ganas de nada, pero la verdad tampoco tenía muchas ganas de quedarme en casa a escuchar las quejas de mis padres sobre lo muy floja que ellos piensan que soy. 

Así que ahí estaba, sentada en las bancas del comedor con mi almuerzo en la mesa, no lo había tocado, para ser sincera tampoco lo había abierto. No tenía mucha hambre para ser sinceros. 

Miraba al rededor, las personas pasaban, sin prestar mucha atención a lo que pasaba en su entorno, por ejemplo, en una mesa estaban tres personas, una chica, su novio y el mejor amigo del chico. Aunque la chica se miraba muy feliz, los otros dos no lo estaban tanto, debo suponer que ninguno quería estar ahí. O por su mano tomada debajo de la mesa. 

No pude seguir viendo porque de repente sonó la campana y tuve que regresar a mis clases. Mi carrera no me gustaba, pero tampoco me disgustaba por completo, estaba en un punto medio, como todo en mi vida.

Justo cuando llegué al salón de clases visualice un lugar vacío y fui hasta este, no miré a nadie en ese salón, de todas maneras nadie me hablaba a mí, porque ¿Quién querría hablar con la rarita que usa suéter hasta los días más calurosos del año?

Sí, he escuchado a muchos hablar sobre mí, mi aspecto y mi actitud la mitad de veces. No puedo decir que no me importa, pero que sí lo hace, y mucho. Pero no puedo hacer nada para cambiar algo que yo misma me he buscado. 

Escuché de una persona que utiliza abrigos porque se corta — escucho un susurro a mi espalda. 

Cuando escucho eso, levanté mi cabeza de inmediato. No puede ser. 

Volteo con disimulo hacia donde escucho que proviene la voz y efectivamente están hablando sobre mí, porque noto que me están viendo directamente. Ni siquiera son capaces de disimular.

Puede que todo esté en mi cabeza, pero siento que todo el salón me está viendo muy fijamente, como si me juzgaran. Hasta la persona que está a mi lado la noto tensa. 

Cuando vuelvo la cabeza hacia el frente mi respiración está agitada, mis manos tiemblan y mi pecho me duele. 

Lo saben, todos lo saben. 

Alguien me dijo que la vio cuando estuvo a punto de saltar del puente del centro, creo que no fue capa de saltar. 

Susurra otra persona totalmente diferente, esta vez mi cuerpo se tensa aún más, respiración se acelera de forma disimulada, mis piernas no se pueden quedar quietas y mis manos parecen gelatina. 

Decido salir de ahí antes de que pase una gran vergüenza. 

Siento todas las miradas sobre mí, mi garganta arde y tengo que cerrar los ojos con fuerza para que de mis ojos no brote lágrima alguna. Siento el sudor frío recorrer por mi nuca y mi mirada nublarse. 

Corro hasta el baño más cercano y me recuesto en la puerta de uno de los cubículos, mi pecho sube y baja con fuerza, mis manos tiemblan y mi vista solo se nubla cada vez más, siento como si mi corazón corriera una carrera y como las lágrimas corren sin control alguno, por mi nuca corre el sudor frío y siento que en cualquier momento voy a desfallecer en el baño. 

No puedo creer que lo sepan, ¿Cómo se enteraron? 

Dios, Dios, Dios. 

Antes de poder hacer nada mi vista se nubla y mi cuerpo d emanera involuntaria se va hacia abajo, aun hiperventilando miro hacia abajo, pongo una mano en mi pecho y escucho como la puerta del baño es abierta. 

Antes de ver quien es, caigo al piso. Desmayada y sola. 

Oh dulce ansiedad que me acompaña, siempre estás conmigo aunque no lo pida y siempre estás a mi lado en los peores momentos.

 

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Hola, hello, hey

Lo admito, le tengo miedo a esta historia y lo mucho que me transmite, hace relativamente un tiempo estaba escribiendo este capítulo y me entró un gran ataque de ansiedad y pánico, como si Aisha me estuviera diciendo sufre, pendeja. Y pues, tuve que dejar todo de lado, porque aprendí en un tiempo, que primero voy yo. 

Y hoy, hace más o menos cuatro horas atrás estaba intentando retomar esto y tenía que levantarme cada diez minutos de mi asiento porque no aguantaba mis manos temblando. 

Aisha, wey, ya suéltame. 

En fin, logré terminar gracias a que no me di por vencida, pero espero que esto no me vuelva a suceder de nuevo. Porque de verdad estoy muy emocionada con esta historia y no quisiera abandonarla como las otras. 



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En el texto hay: caos, drama, caos familiar

Editado: 18.12.2023

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