Caos

V. Bienvenido a casa

Cuando desperté lo hice en una camilla de hospital, todo se veía borroso y mi cabeza dolía hasta decir ya no más ¿Qué sucedió? Dios, mi cuerpo dolía, y mucho. 

— Hola — escuché que dijeron a mi lado, voltee mi cabeza hacia donde escuché la voz y mis ojos captaron una figura femenina — que bueno que despertaste — dijo la mujer con voz gentil. 

— ¿Dónde estoy? — pregunté con voz rasposa. 

De verdad estaba confundida y nada ayudaba que detrás de la chica apareciera la enfermera de la universidad. 

— Hola, preciosa, es un gusto ver que ya estás despierta — dijo la enfermera. 

Asentí con el ceño fruncido, pero eso hizo que el dolor en mi cabeza se intensificará, puse mis manos sobre mi cabeza y con mucho dolor, una lágrima salió de mis ojos. 

La enfermera debió percatarse de mi situación, porque de manera rápida fue a un neceser que tenía y buscó una pastilla y un vaso de agua para tendérmelo. 

Cuando pude calmar un poco del dolor vi de reojo a la chica, la reconocí de inmediato, estaba en una de mis clases y habíamos hecho algunos trabajos juntas.  

— Dios mío, Aisha me asustaste mucho, cuando te encontré en el baño, no sabía qué hacer. 

Iba a replicar, porque ¿De qué demonios estaba hablando? Hasta que los recuerdos volvieron a mi cabeza. Dios, qué vergüenza sentía. 

Tapé mi cara con mis manos, en ese momento no quería ver a nadie, tuve un ataque de ansiedad en la universidad, me desmayé en los baños gracias al ataque y por si fuera poco, al parecer casi toda la universidad sabía sobre mí intentó fallido de suicidio. 

¿Por qué no me maté cuando pude? 

— ¿Cuánto tiempo estuve inconsciente? — pregunté. 

— Tres horas — me sorprendí, porque mis desmayos nunca habían durado tanto — no quisimos despertarte, se notaba que necesitabas un pequeño descanso — asentí con la mirada pérdida.

De verdad creí que las cosas iban a mejorar, que mi vida no iba a ser tan mierda. Oh pequeña ilusa, imaginando que todo es color rosa en su vida.

Pero la realidad es otra, la vida es una montaña rusa, un día puedes estar arriba, disfrutando de todo y al otro podrías estar en lo más bajo sufriendo por todo. 

— Muchas gracias por ayudarme, Lina — dije en un susurro, mi voz se encontraba rasposa, casi como si no hubiera hablado nunca en mi vida. 

— Lina, te encontró en los baños justo cuando te desmayaste, de inmediato nos dio aviso y junto a algunos alumnos pudimos traerte en la camilla de emergencia — dijo la enfermera con voz tranquila. 

Genial, lo que me faltaba es que más personas supieran sobre mi accidente y diera más lástima de la que ya daba. 

— Y revisando tu cuerpo — dijo Lina, su voz se escuchaba extrañamente baja — por si sufriste algún daño por la caída, pero encontramos las cortadas en tu brazo. 

Mi mirada fue directo a Lina, con asombro y tal vez con un poco de miedo. 

No puede ser ella estaba al tanto y quién sabe quiénes más sabían sobre mis arrebatos. 

— Me quiero ir a casa — dije con voz dura. 

— Aisha, sé que eres mayor de edad y que eres dueña de tus decisiones, pero de verdad quiero ayudarte — dice la enfermera. 

— Dije que me quiero ir a casa — me levanté de la camilla y apreté los puños. 

— Aisha, esto es serio, podemos ayudarte, de verdad escucha a… 

N la dejé que terminara porque reteniendo las lágrimas me acerqué a la puerta, pero justo cuando tomé el pomo de esta, alguien tomó mi brazo. 

— ¡Suéltame! — grité — no me toquen — dije sin mirar a nadie — no quiero, ni necesito la ayuda de nadie, estoy bien por mi cuenta y siempre ha sido así, no quiero su lástima, ni requiero la de nadie más. 

Justo cuando estuve a punto de salir, la voz de Lina me detuvo y lo que me dijo me dejó helada, hasta los huesos. 

— Aisha, ya casi toda la universidad sabe sobre tu intento de suicidio, no hay más tema que ese, yo solo quiero ayudarte a salir de donde sea que estés. 

Pensé un poco, ya sabía eso, por ello había tenido el ataque de ansiedad, mi cuerpo no pudo soportar el estrés, pero que me lo confirmaran me dio miedo, ganas de llorar y partir todo a mi alrededor. Eso era lo que sentía. 

No quería ayuda, mi mundo aunque era una basura, no quería arrastrar a nadie más ahí, aunque sintiera que necesitaba toda la ayuda del mundo. 

Así que limitándome a no aceptar que nadie entrara en mi mundo, se lo dije. 

— Gracias, pero no necesito de nadie. 

Con esas últimas palabras y todo dicho, salí de ese lugar. No había nadie en los pasillos y eso me tranquilizó. No quería ver a nadie que me viera con lástima o burla. 

De mi mochila saqué mis auriculares y puse mi playlist en aleatorio, pero que casualidad que la canción que comenzó a sonar era aquella que me definía a la perfección,

Necesito un sitio para esconderme, pero no puedo encontrar uno cerca.                                                          Quiero sentirme vivo, afuera no puedo luchar contra mi miedo.

La canción merece que la repita un par de veces más hasta que llego a casa y veo que todo está solo, como siempre. Y justo al final, la canción dice su frase celebre.

Hola, bienvenido a casa.

Y ya sé lo que quiere decir.

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Maratón 1/6

Canción Lovely de Billie Eilish y Khalid

De verdad espero que les haya gustado este capítulo. 

 



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En el texto hay: caos, drama, caos familiar

Editado: 18.12.2023

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