Caos

VI. Una vida entera

A veces sentía que buscaba mucho en las personas y que no recibía lo que tanto tiempo estuve buscando. ¿Era acaso mi culpa? Porque siempre había tenido mis expectativas muy altas, me decepcionaba en el momento que no recibía lo que daba. Así que simplemente dejé de dar. ¿Me pueden culpar acaso?

No lo creo, porque todos tenemos un límite y muchos llegaron a ese, hace mucho tiempo. 

Como por ejemplo, mis padres, ellos son el claro ejemplo de que necesitas prepararte para ser padre. 

Aún no había nacido cuando ya ellos querían deshacerse de mí, ojalá y lo hubiesen hecho, así no tendría que pasar por todo este tormento en mi vida. 

Se conocieron muy jóvenes, comenzaron una relación y en menos de ocho meses mi mamá se enteró de que estaba embarazada, ella apenas tenía dieciséis años ¿Cómo se iba a hacer cargo de un bebé? Le dijo a papá y ambos estuvieron de acuerdo en que tener un hijo les arruinaría todos sus planes a futuro.

Pero había un problema, ambos eran menores de edad, una chica de dieciséis y un joven de diecisiete, ambos necesitaban la autorización de un mayo de edad. 

Así que mamá hizo lo primero que se le cruzó por la cabeza, lanzarse de las escaleras, para así perder el bebé, claramente no funcionó, pero terminó hospitalizada, donde mis abuelos se enteraron del embarazo y la obligaron a tener el bebé. Y también a casarse, porque en su familia no iban a tener una nieta que fue creada fuera del matrimonio. 

Esta historia la supe, porque mis padres nunca se cansaron de repetírmela y de decirme el cómo les arruiné la vida. Claro, como si yo una vez pedí nacer. 

Después de nacer, mamá pausó sus estudios para dedicarse a cuidarme a tiempo completo, lo odiaba, pero no le quedaba más remedio, vivían en una casa que les rentó mi abuela, pero ninguno era feliz.

Yo fui creciendo, volviéndome un poco más independiente, así que mamá aprovechó y siguió estudiando, curso literatura en la universidad y se graduó para en seguida buscar trabajo en una editorial, ese siempre fue su sueño. 

Ambos estaban en su punto más alto, papá se volvió un genio de los negocios y mamá ascendía cada vez más de puesto, vivían la vida que una vez pensaron para ellos, pero mientras vivían ese sueño, se olvidaron de que también estaba su hija en medio. 

Tenía ocho años cuando nació mi hermana menor, me puse feliz al enterarme de la noticia, al parecer mis padres también, porque esta vez si fue planeada. 

Me dolió un poco escuchar de la boca de mi padre que Cloe si era bienvenida en la familia, pero era una niña, no entendía mucho de lo que hablaban. Logré entenderlo tiempo después, mis abuelos no me querían, nunca lo hicieron y mis padres tampoco. 

A mis nueve años conocí a la persona que me sacaría del agujero donde estuve tanto tiempo sin saber, Chad, mi mejor amigo y vecino del momento, él era la persona que quería en el mundo, después de mi hermana, Cloe. 

Él era tan alegre, amable y sobre todo tan lindo, que no dudé en ningún momento cuando me tendió su amistad, él era mi escape de los problemas en casa. Él era… paz.

La paz que por tanto tiempo busqué, pero que un año después, la vida me lo arrebató gracias a un cáncer. 

Me desmoroné y mis padres ni siquiera estuvieron a mi lado, no, ellos solo estaban metidos en sus trabajos, aunque ya lo sabía, yo no les importaba. Nunca me sorprendí. 

La única que estuvo conmigo fue mi tía, Eilyn y siempre le voy a estar agradecida. 

Poco a poco fui recomponiéndome de la muerte de mi mejor amigo ¿Por qué la vida tiene que ser tan injusta con las personas que no lo merecen? Pero a otros que son malos, los tiene que premiar. 

Pude seguir adelante, por un par de semanas, porque en una de las fiestas de mías padres de negocios, estaba yo en mi habitación, cuando de repente escuché que mi puerta era abierta, no me asusté, pensé que era Cloe. 

Pero no, era uno de los socios de papá, me asusté cuando entró en esta y poco a poco se fue quitando el traje que traía, quise gritar, pero el hombre fue más rápido y me tomó en sus brazos y me tapó la boca, me dijo que mis padres no me escucharían, que todos estaban en el patio y borrachos, 

No lo podía creer, estaba sola y esta vez Chad no estaría para salvarme de los monstruos que atacaban por la noche. 

Ese hombre me violo, hizo lo que quiso conmigo, no le importaron mis gritos desgarradores, no le importó que yo apenas tenía diez años, no le importó nada y a mis padres tampoco, porque al día siguiente les conté, con lágrimas en los ojos lo que ese hombre me hizo, no les importó. Se hicieron de oídos sordos.

Estuve cuatro años pensando que era mi culpa, que debí gritar más, intentar escapar, aunque era completamente imposible, el hombre era el triple de alto que yo y mucho más fuerte. 

Vagando por internet encontré la medicina a mi sufrimiento, así fue como a mis catorce años, por primera vez una cuchilla se deslizó sobre mi brazo y Dios, se sintió tan bien, el poder haber liberado un poco del dolor que sentía. 

No tomé la mejor decisión, pero no había vuelta atrás, mis manos y piernas ya estaban marcadas y no podía hacer nada por revertirlo, no tenía una máquina del tiempo. 

Muchos años después y mis padres nunca se dieron cuenta de lo que me hacía. Y menos mal, porque no quería darles ninguna explicación. No podía. 

Diecinueve años y siento que ya he vivido toda una vida, que ya sufrí lo que tenía que sufrir y no que disfruté ningún proceso de crecer. 

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Maratón 2/6

Aisha me destruye, lo juro. 

Pero una pregunta ¿Por qué parece que habla en pasado? 

#Miedo

 



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En el texto hay: caos, drama, caos familiar

Editado: 18.12.2023

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