Caos de Sofía

Capítulo 13: El pasado de Sofía

La vida nunca deja de sorprenderme. Cuando creía que las cosas no podían ponerse más complicadas con Julián, aquí estaba yo, dando vueltas en círculos y retrocediendo a los oscuros pasillos de mi mente. Sí, esos pasillos donde se esconden los recuerdos de Leo, mi exmarido, y todos esos momentos en los que la desconfianza había tomado las riendas de mi vida. Pero esta vez, no era Leo quien me hacía pensar demasiado. Esta vez, eran los celos, esa emoción tan insidiosa como inevitable.

Todo empezó con esa imagen que no podía sacar de mi cabeza: Julián en el bar, riendo con otra mujer. Una sonrisa amplia, despreocupada, y una conexión tan evidente que me hizo sentir un vacío en el pecho. Claro, la parte lógica de mi cerebro me recordaba que él era libre de hacer lo que quisiera. No éramos pareja, ni siquiera habíamos cruzado esa línea de "vecinos que coquetean". Pero mi corazón, ese tonto corazón, no podía evitar sentir una punzada.

Nota mental: “¿Desde cuándo me convertí en esa persona que se preocupa por lo que hace un hombre al que apenas conozco?”

Pero, siendo honesta, no era solo Julián. Era todo el bagaje que arrastraba conmigo, una mochila invisible cargada de inseguridades y recuerdos no resueltos. Así que, en lugar de enfrentar la realidad, hice lo que cualquier persona racional haría: me senté en el sofá con un bote de helado de chocolate, tratando de encontrar respuestas en cada cucharada. Spoiler: el helado no tenía todas las respuestas, pero al menos ayudaba a calmar la tormenta.

Mientras miraba la cuchara, con el helado derretido, mi mente me llevó de vuelta a Leo. Oh, Leo. Mi matrimonio con él había sido como una montaña rusa de emociones que no entendí hasta mucho tiempo después. Al principio, todo fue perfecto: cenas románticas, planes espontáneos, y esas miradas que te hacen pensar que todo está bien en el mundo. Pero, como suele pasar, lo perfecto no dura.

Nota mental 2: “No es que sea pesimista, pero la perfección siempre termina siendo demasiado buena para ser verdad.”

Con Leo, las dudas comenzaron de a poco, como pequeñas gotas que se convierten en un río. Primero, esos mensajes que contestaba demasiado rápido y siempre a escondidas. Luego, las salidas nocturnas con “amigos” que nunca conocí. Pero lo peor fue aquella vez que llegó tarde y noté algo extraño en su cuello. Una marca de labial. Y no era mío. Ni siquiera mi color. Esa noche, no dormí. Mi cabeza no dejaba de girar. Quería enfrentarlo, quería respuestas, pero también tenía miedo de lo que pudiera escuchar.

Nota mental 3: “Quizás, en el fondo, ya sabía la verdad, pero no quería aceptarla.”

Pensar en eso ahora, mientras me atormentaba por una simple escena en un bar, me hacía sentir patética. ¿De verdad estaba dejando que mi pasado dictara cómo me sentía sobre Julián? ¿De verdad iba a dejar que unos celos sin fundamento arruinaran todo antes de que algo siquiera empezara?

Nota mental 4: “Sofía, respira. No hagas un drama de esto. Solo… respira.”

Aún así, no podía evitarlo. Me levanté del sofá, dejé el helado en la mesa y caminé de un lado a otro, como si con cada paso pudiera liberarme de mis propios pensamientos. Pero mis piernas no podían sacarme del lío mental en el que estaba metida. Finalmente, me detuve frente a la nevera y abrí la puerta. Ahí estaba. La solución a todos mis problemas. Bueno, no a todos, pero a unos cuantos. Una caja de pizza fría, sobrante de la noche anterior. Gloriosa.

Tomé un pedazo y le di un mordisco. En ese momento, un rayo de claridad me atravesó: la pizza fría era mi refugio. No necesitaba explicaciones, no me pedía respuestas, solo existía para hacerme sentir mejor. Si mi vida pudiera ser tan simple como la pizza fría…

Mientras mordisqueaba el pedazo, comencé a pensar en lo que realmente quería. ¿Realmente quería seguir dándole vueltas a la imagen de Julián en el bar? ¿O quizás era momento de dejar de obsesionarme con lo que él hacía y enfocarme en lo que yo quería? ¿Qué quería Sofía, aparte de más pizza?

La respuesta no era sencilla, pero estaba dispuesta a intentarlo. Decidí que no podía seguir viviendo en esta nube de celos y dudas. Tenía que hablar con Julián. No, no ahora, pero pronto. Necesitaba aclarar las cosas, entender qué significaba todo esto. Quizás no conseguiría todas las respuestas, pero al menos tendría algo de paz.

Nota mental 5: “Las conversaciones incómodas no se solucionan solas. Hay que enfrentarlas. Aunque me muera de vergüenza en el intento.”

Por ahora, me conformé con terminar mi pizza y dejar los grandes planes para mañana. Porque, al final, la vida no es perfecta, y tampoco lo soy yo. Pero tal vez, solo tal vez, eso es lo que la hace interesante.



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En el texto hay: vida real, comedia y amor, chiklit

Editado: 06.05.2025

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