DEMYAN
Mi padre me sostuvo la mirada cuando se atrevió a entrar en la habitación. Uno de los hombres de Dimak perforó mi pulmón en el mismo instante en el que entré en la camioneta al huir.
Seguía débil. El doctor confirmó que no iba a morir por la herida.
—Zhanna está muerta —dijo mi padre.
—Al menos acerté con el disparo, a pesar de estar débil en aquel momento.
Mi padre dejó el periódico encima de la cama. Una foto de Zhanna aparecía en la primera plana
—Era la única que podía saber la ubicación de las minas de diamantes, Demyan. Ahora estamos perdidos. La mafia italiana no nos brindará su apoyo, al menos no por mucho tiempo. Cuando sepan que no sabemos dónde está la ubicación...
Sonreí sin que mi padre lo notara. Siempre me subestimó con los negocios. Zhanna no era el único truco bajo la manga que tenía.
—El hombre que envió, Leonardo, está muerto. Dimak no se quedará cruzado de brazos. No se ha sentido ningún movimiento de la organización en ninguno de los clubes que solía visitar el Boss.
—Y no lo hará. ¿Acaso crees que Dimak se dejará atrapar tan fácil? Debemos pensar como él. Infiltrar a uno de nuestros hombres, que sea ruso. Así podrá pasar desapercibido. Debemos llegar a su hermano, el niño podría caer en una trampa con bastante facilidad.
—No se le ha visto por ningún lado, el niño parece un puto fantasma, igual que su hermano.
—Podré con eso, padre. Debo terminar de recuperarme. Ten compasión de mí, ahora soy viudo —dije con sarcasmo. Que Zhanna ya no estuviera era un punto a mi favor.
—Fue un error asesinarla y lo sabes.
—Aunque lo haya sido, no tenía ninguna opción. Zhanna se quedaría en manos del Boss. ¿Acaso crees que Dimak la dejaría con vida?
—No.
—Zhanna estaba destinada a morir en la fortaleza, padre.
Me levanté de la cama, harto de estar todo el día echado ahí. Como si no tuviera que cazar a Dimak y a sus hombres.
Me puse la camisa y tomé una copa llena de vino. No me importaba el medicamento ni las advertencias de los médicos. Hoy estaría presente en la reunión con los italianos. Ya no podía seguir encerrado en estas cuatro paredes deprimentes.
Al llegar vi a Leonardo junto a su hijo mayor, su heredero. El muchacho debía tener al menos unos quince años. Aún joven para ocupar el puesto de su padre, además de que el Don poseía salud.
Iba a seguir en el poder al menos por mucho tiempo. A menos que un accidente ocurriera con Dimak. Por el momento andaba detrás de mis pasos. Aun así, no la tendrá fácil para localizarme.
La mafia italiana y la rusa poseían igualdad en el poder, y un enfrentamiento entre ambos clanes llevaría al declive a las dos organizaciones o a posicionar a una como la más poderosa en toda Europa.
Mi padre iba detrás de mí. Noté su tensión desde que salimos de nuestra guarida. Él no confiaba en mis capacidades para manipular a las personas. Aunque con Leonardo D'Amico, un paso en falso me llevaría a cavar mi propia tumba.
Cinco hombres vigilaban desde arriba.
Francotiradores
Una de las mejores formas de mantener el lugar vigilado. En Rusia estuve acostumbrado a estarlo. Dimak no se movía de lugar sin ninguna protección, aunque no la necesitaba. El muy maldito estuvo un tiempo en la milicia cuando apenas era un adolescente.
Ya un veterano en guerra cuando llegó a cumplir los dieciocho años. Una vez mencionó algunos contactos en la milicia.
Unos contactos de los cuales nunca pude ver el rostro. La mesa donde yacía Leonardo permanecía rodeada por al menos diez hombres. Algunas mujeres se paseaban desnudas, otras se escondían en las esquinas y los hombres las golpeaban para que salieran al público.
Rodeé la mesa hasta detenernos frente al muchacho y a su padre. Sus ojos azules tirando a grises podrían ser igual que los de unos depredadores. Sin embargo, en ellos brillaba la bondad. Una bondad que Leonardo se encargaría de arrancar de lo más profundo de su corazón.
El muchacho se hizo a un lado y se agregó a uno de los hombres que comenzó a hablar con él sin importar las miradas inquisitivas de los demás.
Leonardo D'Amico levantó la mano para que dejaran de hablar, todos los presentes, incluso las mujeres temerosas, dejaron de temblar.
—La primera fase de nuestro plan ha dado resultado —era nuevo en esto. No sabía cuál era el plan del que hablaba Leonardo—. Tres personas se han filtrado en la mafia rusa. Todavía no confían en ellos. Es cuestión de tiempo para que el Boss caiga en nuestras manos y su organización quede a nuestro mando.
La noticia era buena, pero aun así, Dimak podría descubrir a las personas detrás de esto y enviar una advertencia, y no solo sería la cabeza de esas personas. Tenía que reconocerlo, sus ataques eran mortales. Nunca perdía el tiempo en tonterías. Atacaba y aniquilaba a los enemigos.
Por eso me deshice de Zhanna en el momento en que tuve la oportunidad. Si Dimak descubría que el padre de Zhanna y el suyo estaban pensando en crear una sociedad para lavar dinero...
Ya no importa, Zhanna murió y, aunque Dimak lo descubra, será tarde, porque como esposo, ahora viudo, todo lo que Zhanna heredó me pertenece.
—Nuestros nuevos integrantes antes le servían a Dimak. Ahora estamos juntos en el negocio de los diamantes, un negocio con el cual podemos blanquear el dinero sin que los federales intenten intervenir en el negocio.
Mi padre y yo dimos un paso hacia adelante. Ambos entendíamos el idioma. Algo que debía agradecerle a Dimak. En ese tiempo, nuestro principal enemigo era la mafia italiana, y saber su idioma era vital para no morir en batalla o para poder entender las conversaciones de los italianos con los demás miembros de su organización.
La conversación cambió al inglés; algo que mi padre y yo teníamos oculto de los demás. Entendíamos lo que hablaban, era difícil estar atentos a las conversaciones sin parecer muy obvios.
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Editado: 11.08.2025