Caos Salvaje

Capitulo 07

ZHANNA

Permanecí a un lado de Adeline. Esta vez, pude notar la preocupación en su rostro. Desde que tomó asiento a mi lado, no me ha dirigido la mirada y mucho menos ha querido hablar conmigo. En el momento pensé que se trataba de algún problema con Lev.

—Te vas a emborrachar —dije tratando de que dejara de tomar como una alcohólica. Era la cuarta vez en la que le dirigía la palabra y ella simplemente optaba por mirar hacia el frente.

Respiré profundamente y noté el arma escondida entre sus pantalones.

—Tengo que ir al baño —dije, ya esperaba que no me dirigiese la palabra. Pero la consideraba mi amiga y me dolía su indiferencia.

Me alejé sin mirar hacia atrás. No sabía exactamente dónde quedaba el baño. Subí la escalera, ya lo hice cuando Ruslan vino por mí para que no estuviese sola en el lugar desconocido.

El frío del pasillo me caló hasta los huesos. ¿Cómo podrían estas personas andar semidesnudas y que el frío no les afectara? Comencé a sentir cómo no podía mover los dedos.

La primera puerta ya me era familiar. Era el despacho del Boss. Quizás dentro haya un baño. Pero alejé la mano de la manilla y seguí buscando. Ya no me podía aguantar un segundo más.

Encontré una puerta y de ella salió la mujer que me siguió cuando Ruslan fue por mí. Su maquillaje oscuro seguía intacto y contrastaba con su color de pelo y piel.

—¿Es un baño? —pregunté antes de que hablara. Ahora no me importaba saber nada.

—Sí. Es todo tuyo —dijo antes de perderse por el pasillo. Entré y coloqué el seguro. Me miré en el espejo. Mi piel se notaba pálida y mi pelo no dejaba nada a la imaginación.

Mi pelo no era bonito, pero tampoco me importaba. No estaba en un hotel cinco estrellas para tener lo que deseaba. Entré al cubículo y sentí el alivio cuando pude terminar.

No pasó mucho tiempo para salir y verme de nuevo frente al espejo. Mis ojos negros se notaban tristes y vacíos. Salí del lugar, pero no fui hasta abajo. Me quedé arriba viendo cómo las personas en grupos se perdían en los lugares más oscuros.

Levanté la mirada cuando la música se detuvo con brusquedad. Encima de la plataforma para entrenar, dos hombres caminaban para después atacarse. Los tatuajes no eran iguales que los que tenían los hombres del Boss, en vez de tener un tigre y una flor de color rojo, estos tenían una serpiente negra entrelazada con el escorpión de color marrón claro.

Desde mi posición veía todo con más claridad, me fui desplazando hacia la izquierda para quedar cerca de la plataforma de boxeo y poder ver todo desde el ángulo de arriba.

Ambos hombres se golpeaban con ganas. El que tenía los tatuajes de la serpiente y el escorpión era más rudo, sus golpes más fuertes en lugares vitales. El otro hombre que tenía la piel sin ninguna tinta comenzó a mancharse de sangre y a perder fuerzas.

Apreté la mano en el barandal de acero.

Lo iba a matar sin ninguna compasión. Esto ya no formaba parte de un entrenamiento entre mujeres, era más que eso, pero no podía entenderlo.

Aunque trataba de respirar, no podía estar tranquila. Los golpes, la sangre y los gritos del hombre me recordaron aquellos días. Donde yo estaba en su lugar. Donde era yo la que recibía los golpes. La que gritaba para que se detuviera porque mi cuerpo ya no aguantaba otra paliza.

El respirar profundo no me ayudaba con nada. Tampoco podía apartar la vista del hombre moribundo.

La sangre salía por montones perdiendo su vida. Su cuerpo ya no se movía, yacía inerte, muerto.

El silencio perduró por unos cuantos segundos, después algunos hombres comenzaron a celebrar. Necesitaba irme de aquí.

No podía soportar ver a alguien sufrir, así como yo lo hice. Me aferré a la esquina de la pared, mirando el fondo en blanco.

Me mordí los labios para contener el grito que tenía atascado en el fondo de mi garganta. ¿Cómo pueden ellos ser tan bruscos? ¿Cómo si matar a una persona fuese un deporte.

Mis piernas temblaron cuando me puse de pie. No pude evitarlo y volví a mirar hacia la plataforma.

Mi corazón no dejó de latir rápido e incluso se intensificó cuando vio al Boss en el lugar. Desnudo de la cintura hacia arriba. Enfrente de él yacía el mismo hombre que había matado al otro.

El murmullo no perduró. Tanto el Boss como el otro hombre levantaron la mano. Y eso fue todo para que la pelea comenzara.

El hombre de los tatuajes del alacrán atacó primero, Dimak fue capaz de esquivar su golpe como si no fuese nada. Con su presencia denotaba poder.

El poder que poseía por ser el Boss de la mafia rusa.

El hombre desconocido sonrió, era una sonrisa siniestra. Dimak le devolvió la sonrisa más calmada.

Mi garganta se sentía seca, como si algo dentro de mí se preocupaba por el final de esta pelea. Sabía que iba a terminar como la anterior, con uno de ellos muerto y el otro llevándose la victoria.

Dimak fue el siguiente en atacar, el otro hombre no fue tan rápido como para esquivar su duro golpe. Aunque dio marcha atrás, no cayó al suelo. Sin embargo, se notaba más cansado que Dimak y era lógico porque ya había peleado con otra persona a la que asesinó sin compasión.

Ambos se detuvieron por un instante, Dimak esperaba con paciencia. Quizás solo jugaba con su contrincante, porque hasta yo podía darme cuenta de quién ganaría esta pelea.

Miré alrededor del lugar, los hombres de Dimak permanecían alrededor de la plataforma. Esta vez no llevaban ningún traje que los identificara como parte de su organización.

Los nervios volvieron a mi cuerpo. Miré detrás de mí. Solo estaba el pasillo oscuro.

Caminé hacia la escalera y comencé a bajar, no podía dejar de sentir cómo alguien me observaba. Quizás solo era paranoica.

Al bajar busqué acercarme a Ruslan, quien era el que estaba más cerca de la explanada de boxeo. Me quedé mirando cómo Dimak esquivaba los golpes del hombre.




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