Cuando me desperté, ya eran más de las doce, me asusté y rápidamente revisé mi celular: no tenía batería. Suspiré mientras lo conectaba al cargador y esperaba que prendiera.
Tenía un mensaje de mi madre que decía: "Fuimos al supermercado, aprovecha a descansar, sé que lo necesitas. Te amo, mamá"
Seguí recostada un rato más hasta que finalmente bajé a buscar algo de comer ya que mi estomago rugía.
En la sala estaban Antonhy y Jasper jugando videojuegos con la PlayStation. Pasé por al lado de ellos y seguí mi camino hacia la cocina.
— Hola, niñita —dijo Antonhy, sin quitar la vista de su juego.
— Hola...
Me calenté las sobras del almuerzo y me senté en el sofá a observar cómo jugaban mientras comía. Ellos no parecieron notarme.
— Así que... —comenzó a decirle Jasper— Hoy hay fiesta...
— Sí, eso dicen —murmuró Antonhy, concentrado en su juego.
— ¿Qué debemos llevar?
— Sí tienes un carnet falso unas cervezas, si no tienes uno... Debemos conseguir uno.
Alcé una ceja al oírlos y rodé los ojos.
— No te preocupes, estoy seguro que mi amigo Sam puede crearme una para que pueda imprimirla aquí, él es hacker...
Al oír eso solté una carcajada, que hizo que Antonhy desviará su mirada hacia mí.
— ¡Oye! —gritó Jasper, apretando con más fuerza las teclas de su mando— Mierda, Tony, tenemos que reiniciar el nivel.
— L-lo siento —murmuró él, frunciendo el ceño— Entonces... tienes un amigo hacker.
— Claro que no —contesté riéndome— ¿En serio vas a pedirle al nerd de tu mejor amigo que te falsifique una credencial?
—¿Y qué? —dijo mi hermano, molesto— Tú no sabes nada, Sam sabe muy bien lo que hace, es muy bueno en informática.
— Eso no lo vuelve hacker —negué con la cabeza, sonriendo de costado— Para empezar, ni siquiera necesitas un hacker para falsificar una credencial. Necesitas a alguien que sea bueno en photoshop.
Ambos se miraron y voltearon a verme.
— Sigue hablando, niñita...
— Yo podría ayudarlos... —murmuré, con la voz más inocente que podía— Con una condición.
— ¿Cuál? —preguntaron al unísono.
— Que me dejen ir a la fiesta con ustedes.
— ¡De ninguna manera! —exclamó mi hermano— Vas a humillarme delante de mis amigos.
— ¿Más de lo que ya lo haces normalmente tú mismo? No lo creo...
Antonhy contuvo la risa y negó con la cabeza.
— ¿Qué opinas tú, Tony? —preguntó mi hermano.
— Por mi esta bien —contestó él.
— ¿Trato hecho, entonces? —pregunté, alzando la mano hacia ellos.
— Trato —respondió Antonhy, dándome la mano y estrechandola.
Nos observamos mutuamente durante unos segundos y apartamos nuestras manos muy despacio, casi a cámara lenta.
— ¡Toma! ¡Lo maté! —gritó Jasper, saltando de alegría.
Tenía suerte de que mi hermano fuera un tarado, cualquier otro hubiera notado la tensión entre nosotros dos.
Cuando mi familia llegó estuvimos charlando en la sala durante un buen rato. Ese día íbamos a ir a Place des Festivals en la búsqueda de un buen concierto o museo y a tomarnos una foto junto al gran árbol de Navidad.
Mientras mi hermano y Antonhy conversaban animadamente con mis padres, me encerré en la habitación y llamé a mi mejor amiga Georgia, esperando que me ayude con la credencial.
— Perfecto, ya recibí la imagen —le contesté—. Se la enviaré a Antonhy para que pueda imprimirla y plastificarla en su casa.
— Antonhy... —dijo ella, dando un suspiro exagerado. Ante esto yo rodé los ojos— ¿Sigue estando igual de guapo que siempre?
— ¿Desde cuándo consideras a Antonhy como un ser humano? Creí que siempre decíamos que era simio...
— ¡Un simio muy atractivo!
Me reí negando con la cabeza hasta que alguien llamó a mi puerta.
— Te llamo luego, nos vemos...
Cuando abrí la puerta, me encontré a mi hermano con su Nintendo en la mano.
— Te buscan abajo... —murmuró para luego irse.
Al bajar, vi a mi madre con una enorme caja en la mano, a su lado estaban Antonhy y mi padre.
— ¿Y eso? —pregunté, frunciendo el ceño.
— Tú regalo de navidad —susurró Antonhy, se le notaba molesto.
Extrañada, tomé la caja y la abrí. Reconocí inmediatamente la caligrafía en la nota que decía "Te amo, me gustaría estar ahí, lo siento tanto..."
— Disculpen —susurré, observando el interior de la caja—. Voy a volver a mi habitación, bajaré cuando estemos por ir a Place des Festivals.
Mis padres asintieron y no dijeron nada más. Ya en mi habitación le envié el carnet a Antonhy para que pueda imprimirlo, y revisé le caja. Dentro habían fotos de Andy y mías, un dibujo que me hizo cuando éramos pequeños, la primera carta que le regalé y chocolates.
Suspiré con pesadez, tirándome en la cama. Me sentía terriblemente mal. No era sólo el hecho de que me había traicionado, lo que más me dolía era perder su amistad. Sentía que lo que teníamos era demasiado bueno, demasiado agradable y se estropeó de una forma muy triste.
Quizá en un futuro podría perdonar a Andy, pero la confianza nunca volvería, aunque los buenos recuerdos me pesaban demasiado.
Decidí apartar todos esos pensamientos de mi mente y arreglarme para el gran evento de hoy; me vestí con un Jean térmico, un suéter, una gran chaqueta roja y un gorro blanco de lana. Me maquillé un poco, agregando esta vez rubor en mis mejillas para darles más color. Me miré al espejo y asentí con la cabeza, me veía bonita, podía tomarme buenas fotos.
Tomé mi cámara analógica y la llevé al viaje. En el auto fui con mis padres, mi hermano y Antonhy. Mis abuelos se habían ido en el auto de Tom y Anna.
Me pasé todo el trayecto mirando por la ventana, si bien intentaba poner mi mejor cara, debía admitir que esa caja me había perturbado.