Segunda y última parte

Rápidamente decido recoger unas manzanas, las más grandes y sabrosas para llevárselas y explicarle absolutamente todo.

Cuando empiezo a caminar para ir a la casa de su abuela, veo caminando al cazador, me escondo rápidamente detrás de un árbol. Él lleva puesto unos vaqueros oscuros, unas botas, y una americana negra. Tiene sangre en las manos... El miedo me recorre inmediatamente todo el cuerpo, pensando que puedo haberle hecho daño a Amanda, pero ni loco puedo pensar en eso.

Cuando veo que ya está lo suficientemente lejos, comienzo a correr hacia la casa de la abuela de Amanda.

Creo que ya llegue, es una casa grande. Tiene un aspecto tenebroso, parece casa de película de terror, tiene unas paredes de color verde oscuro; nada bonito para una casa, las ventanas están sucias, el jardín falta podarlo, falta regar las plantas, esta parece más bien una casa abandonada...

La puerta se encuentra abierta, así que decido pasar lentamente. Al entrar lo primero que me encuentro es todo tirado en el suelo. Hay cuadros, jarrones, y una silla... los cuadros tienen huellas de sangre, el pavor y terror comienza a crecer dentro de mí, en este momento deseo salir corriendo, pero me da más miedo que acá pueda estar Amanda y mi miedo hagan que la pueda perder, puede estar lastimada, puede que ese miserable cazador le haya hecho algo y yo esté aquí y pueda salvarla.

Sigo caminando sin tocar ni mover nada. Entro en la sala de estar y veo que todo está en su sitio, acá nada ha sido movido, la pared es de un color rojizo oscuro, es un color bonito, hace conjunto con los muebles de seda negros. En la pared hay un par de cuadros, hay uno de la abuela de Amanda con su esposo, hay otro de la abuela de Amanda con su hija la mamá de Amanda, su madre es muy parecida, las dos son de cabello dorado, solo que su madre lo llevaba un poco más corto, y en otro cuadro estaba un retrato de Amanda cuando niña, era hermosa, es igual a como la recordaba. Definitivamente está en la casa de la abuela.

Sigo caminando y esta vez voy a la cocina.

— Oh, dios mío... - La cocina está llena de sangre. Hay sangre en el piso, en las paredes. Hasta el lavaplatos está lleno de sangre. Hay cuchillos en el suelo... ¡por Dios Amanda!

Subo corriendo las escalas para entrar en el dormitorio principal. No quiero abrir la puerta, no quiero ver con lo que podría encontrarme... Pero lo hago, abro la puerta y las ganas de vomitar se apoderan de mí y lo hago. Vomito. El olor a algo descompuesto es demasiado en la habitación, las ventanas están cerradas. Las sillas, los cajones, todo está en el suelo y manchado de sangre... en la cama hay la silueta de alguien. Decido dejar mi miedo de lado y mirar. Levanto la sabana y me encuentro con la abuela de Amanda...su abuela. Observo que tiene un cuchillo en su vientre, tiene signos de golpes en su rostro. Definidamente la mataron de una forma brutal...

— Qué encantador es volver a encontrarnos – esa voz hace que me gire rápidamente con el cuchillo aun en la mano. — Me alegra tener la evidencia de que fuiste tú. Todos debían de saber que fuiste tú. – Ríe y me señala — por Dios, es obvio, eres un lobo y los lobos son animales asesinos, que les gusta matar a las personas y a los animales para luego comerlos. Eres repugnante. Siempre te lo he dicho y te lo volveré a decir. No eres nadie; si antes cuando eras humano no eras nadie, ahora que eres un animal y nadie sabe quién eres tú, mucho menos que lo eres. Déjame también felicitarte porque has hecho muy bien en no aparecerte por el pueblo, ni donde tus padres, ni mucho menos donde Amanda, los hubieras dejado traumados al mostrarles en lo que te convertiste. Pensaste en eso, ¿Cierto? Eres muy inteligente. Sabías que no tenías explicación alguna para darles, Sabias que no podías llegar a donde ellos y decirles que un pobre y envidioso cazador, quería robarte a tu bella dama y simplemente te convirtió en un lobo, ¿cierto? No eres tan idiota después de todo. Sabes que nadie te creería, pero ¿sabes qué?, hay algo que aún no me cuadra y es, ¿cómo es posible que caperuza, te siga queriendo, qué siga preguntando por ti? Ella si es una mujer muy inteligente, sabe que no podías haber desaparecido de la nada. Lástima que ella este ahora mismo acá y se dé cuenta de todo... - hace una pequeña pausa y luego la llama con una sonrisa triunfal — Caperuza mira lo que encontré.

— Ella se dará cuenta que yo no hice nada de esto, ¿Por qué me haces esto? Yo nunca te hice nada, nunca me metí en lo tuyo.

— ¡Me quitaste lo que más quería! ¡Me quitaste a Amanda!

— Ahora todo tiene sentido... - Eso era lo que él quería, lo que deseaba. Desea a Amanda, por eso quería deshacerse de mí, para que Amanda pudiera quedar solamente para él y se olvidara de mí.

— ¡¿Qué es esto?! – grita Amanda horrorizada.

— ¿Ves? te lo dije. El lobo fue quien la mato. Nunca quisiste creerme, te dije que era un animal, te dije que era capaz de matar a cualquiera.

— ¡Fuiste tú! – Amanda me grita asustada, enojada, triste. Tiene todas las emociones juntas, menos felicidad. Quiero abrazarla y decirle que nada de esto es cierto. Que yo no fui, que yo nunca podría lastimar a su abuela, ni a nadie.

— Yo... Yo no fui Amanda. Te lo juro. – De verdad, lo decía de verdad, ella tenía que creerme.

— ¿Cómo puedes decirme qué no, cómo tienes el descaro de hacerlo? Tienes un cuchillo en la mano y lleno de sangre... ¿Por qué lo hiciste? – Comienza a llorar. No quiero que llore, quiero que sonría.

— Querida caperuza no te preocupes haremos que pague. – El cazador comienza a caminar hacia mí con paso decidido. me agarra del cuello y me saca fuera de la habitación. Amanda me mira a los ojos, sus ojos ahora demuestran odio... odio hacia mí.

Fuera de la casa, me lleva hacia un árbol que hay cerca... un árbol de manzanas, aunque este árbol ya perdió el color. El árbol está muerto, lo mismo que me va a pasar a mí.