Caperucito, ¿mi Amor Destinado? (completo)

Capítulo 46

 

Cielo.

 

 

Llegamos donde se supone que tienen a mi tío, porque al parecer también está secuestrado.

Mi padre hace señas con una mano para que me detenga a unos metros de una bodega abandonada en medio del territorio neutral, me quedó detrás de un inmenso árbol, obedeciendo.

“— Padre su olor esta aquí, junto con el de la madre de Daniel. — le digo por la conexión mental.

—Si, pero también hay olor a demonios, creo que entraremos, ¡Sean, Marcos síganme!—ordena mi padre— hija tú te quedas con el resto afuera...

— No padre, yo te cubriré la espalda. Ni sueñes que te voy a dejar solo en esa bodega que apesta a demonios. —declaro, y sabe bien que nadie me convencerá de lo contrario.                  

— ¡No seas terca y es una orden!—corta la conexión, y me enfrenta de todas maneras, aun sabiendo quien ganara al final. Él asiente con desgana, y yo me posiciono.”

 

Los veo entrar y después de quince minutos se corta la comunicación, algo va mal.

"— ¡Mierda! Chicos cubranme aquí afuera ¡entro sola! ¡Es una orden! —susurro apretando los dientes, sé que ellos me oyeron de todas maneras.

— Acabas de sonar como tu padre. —dice uno de los chicos.

— ¡No me hagan enojar!— los miro y todos asienten sin decir más nada. Con mis manos hago señas y nos coordinamos."

Sigo hasta la entrada de la bodega, al entrar hay un estrecho pasillo oscuro por el que empiezo a caminar. A lo lejos escucho unas goteras y el sonido de un siseo, corro cuando escucho el gruñido y gemido de Sean.
Cierro los ojos y al instante siento la presencia de varios demonios. Las ganas de devolverlos al infierno en segundos cada vez son más grandes, pero mi padre y los chicos están ahí con ellos. Escondo mi presencia, para que así se confíen, estoy segura que creeran que soy un loba normal, seguro se sentiran victoriosos. <<No quiero que ni siquiera sospechen que estoy aquí, ¡Malditos bastardos!>>
Con mis ojos aun cerrados me concentro, y camino sin siquiera detenerme, pasos firmes pero sin ser rápidos. Consigo llegar justo a tiempo, ya que estaban a punto de atacar a mi padre quien protegía con su cuerpo a Marcos y Sean. Sus heridas se ven graves, la sangre corre a borbotones de Sean mas que de Marcos, su pierna esta muy mal, y si no lo saco rápido de aqui la perdera, lo sé por que percibo las cosas multiplicadas por cien.

Mi padre se estremece, sabe que estoy aquí, pero no me mira.

— ¡Te dije que te quedarás afuera! —me gruñe.

—Sabes que no soy muy buena obedeciendo. —le sonrió.

—Este es un maldito nido de demonios, tu tío no está aquí y la madre de Daniel tampoco.—asegura.

—Ellos deben saber. —me acerco con cuidado a mi padre, y tomo a Sean colocando sus brazos alrededor de mis hombros, tendré que cargarlo— sé que hacer padre, salgamos de aquí.

— ¡Oh! Pero que mal educada eres chiquilla... —sisea un demonio concentrándose en mí, oh si, desde que estuve en su campo de visión solo me habían observado— ¿te vas tan pronto y sin presentarte lobita? —pregunta ofendido.

—Sabes qué eso no se hace... —dice otra voz, sus ojos captan mi atención, son rojos y resplandecen en la tenue oscuridad.


Salimos apegándonos a las paredes, con cuidado de no darles la espalda a los malditos demonios. Nos miran hambrientos, mostrando sus hileras de puntiagudos dientes de cocodrilo.

Después de unos minutos de retroceder huyéndoles y con cuidado llegamos a la salida. Empujó a mi padre y a los demás fuera, cierro la puerta de la bodega con seguro, quedándome adentro con ellos.

— ¡Cielo! —escucho a mi padre llamarme pero ya es tarde, tengo aseguradas todas las entradas a la bodega., no hay entrada ni salida.

— ¡Oh! Pero que pequeña tan valiente, el amo estará feliz de tener a tan hermosa criatura, claro, después que hagamos lo que queramos contigo. Si, definitivamente tú no eres una loba, eres más bien una apetecible y desvalida ovejita. — su sonrisa retorcida es escalofriante, miro a cada uno y me acerco, tratan de atraparme pero yo corro hasta el interior, en el centro, donde están los demás. Hay un enjambre de ellos, he intentan atacarme.

—Tienen mucha razón, soy muy maleducada al no presentarme, pero han escuchado que las apariencias engañan, oh, yo creo que sí, ya que el engaño es un arte para los demonios... —chasqueo mi lengua, negando con la cabeza— ¿por qué tiene la costumbre de despreciar a otro ser solo por su apariencia? ¿Uh? Creen que porque se ve más frágiles a primera vista, ¿realmente lo sean? —sonrió socarronamente, algo que a ellos les parece divertido. Y están tan concentrados en mí, que no advierten el peligro que les rodea en estos instantes. El campo invisible que se comenzó a levantar en el momento en que mi manada y mi padre estuvieron a salvo, ya casi está cerrado. No hay manera de que escapen ahora, el poder comienza a fluir a través de mi cuerpo— veo que ya están adivinando quien soy desvalidos corderitos. —me burlo, acaparando todas sus miradas, porque he hecho uso de sus propias palabras para conmigo momentos atrás.




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