Daniel.
Mi madre ha venido, a veces acaricia mi rostro y otras trata de hablarme pero yo no puedo mirarla a los ojos, ¿por qué se ve feliz? ¿Ella es una traidora? No puedo con mi tristeza, dos decepciones, y una más grande que la otra. Mi pobre padre debe estar buscándola desesperado junto a mi hermana.
Suelto un suspiro de frustración, y yo que me arriesgue por ella al seguir las ordenes de ese monstruo, porque ingenuamente creí que salvaría su vida. Una lágrima rebelde se escapa de mis ojos, simplemente creo que lo volvería a hacer, aun sabiendo que el resultado sería el mismo, por ella soy quien soy, ella me dio la vida, y un amor tan grande que no podía haber sido falso.
Mis muñecas duelen, mi camisa a un lado esta tirada y desgarrada, por eso estaba solo con pantalones y zapatos cuando desperté horas atrás. De reojo le doy una mirada a mi progenitora, se ve pensativa mientras me observa y me duele no poder hablarle, pero este feo sentimiento de traición quema mi corazón.
De repente unos pasos se escuchan fuera de la celda, y aparece ella, la misma vampiresa que me drogo hace un tiempo, se acerca pese a las protestas de mi madre. Las observo y escucho su discusión, la vampiresa le muestra sus colmillos y la hace retroceder.
—Vete humana, no quiero hacerte daño, ya sabes, tu compañero podría querer matarme por ello.
—Iré a buscar a tu señor, le diré como me has tratado y te arrepentirás.
— ¡Fuera! —mi madre sale corriendo. La vampiresa está muy enojada. Parece que no poder dañarla le frustra. Se vuelve hacia mí, y se acerca. Intenta tocarme pero se quema— ¡Que mierdas!—por alguna razón no puede tocarme, o como es su intención, o morderme, por lo que al final se va.
Una vez solo boto todo el aire que no sabía que estaba conteniendo, mi madre no ha vuelto, nadie ha vuelto, mis ojos pesan, mi estómago ruge, no he comido en un buen tiempo, no sé cuánto llevo aquí pero, ya ha pasado bastante tiempo. Mis ojos ceden por el cansancio y me dejo llevar por el sueño.
Mi nuca se eriza, y abro los ojos pero esta oscuro, no puedo ver quien está en la celda conmigo, pero mi instinto me avisa que es alguien peligroso, alguien que no puede acercarse aunque lo intente.
—Y pensar que pensé que podrías ser mi hijo, ¡maldición! —se va, dejándome solo de nuevo, mi corazón se para por un segundo al pensar que pude haber sido su hijo.
Ya ha pasado un tiempo, el ilustrísimo de los monstruos ha intentado dañarme sin poder lograrlo, pero incluso así, no se da por vencido y vuelve a intentarlo.
Días, horas, minutos, segundos más tarde, que sé yo….
La luz se comienza a filtrar por un pequeño espacio en la pared, ya es de día, otro más que pasará, ¿qué querrán hacerme? El retumbar de unos pasos me alerta de que alguien viene. Abre la celda y entra, es ella, trae consigo una bandeja con comida, mi estómago ruge de emoción, <<maldito estomago traicionero>> pero ¿y si esta envenenada? Deja la bandeja sobre una mesa que hay cerca de los barrotes de acero y se acerca con precaución hasta donde estoy.
—Debes comer cariño, ya llevas tres días sin hacerlo. —abro mis ojos sorprendidos, la última vez que me obligue a comer fue hace dos días, porque ya llevaba cuatro sin probar bocado, según ella, solo el agua que mi madre me obligaba a ingerir. <<¿ya ha pasado más de una semana desde que estoy aquí?>> Un leve tirón de angustia se instala en mi corazón. << ¿Mi Cielo estará bien? Dios, debe estar muy preocupada>> —por favor bebé, come.
Al final termino cediendo y me como toda la comida que ha traído mi madre, ya basta de ser estúpido, con mi negativa a comer solo me debilito, y debo ponerme fuerte. Después de la comida, mi madre intento mantener una charla conmigo, pero al ver que pasaba de ella se fue. Dejándome solo. Que por desgracia no es por mucho tiempo, es él, siempre vuelve, el monstruo, Dark Demon.
Levanto mi mirada y lo observo sin pronunciar palabra, permanecemos así por un largo rato, hasta que él como siempre rompe el muy preciado silencio.
— ¿Cómo te sientes Daniel?
— Realmente, sus padres o eran fanáticos de la guerra de las galaxias o simplemente lo odiaban al pobre, ya que quien le coloca a su hijo así. —pienso, aunque por su fruncido al mirarme, me doy cuenta que, o a leído mis pensamientos, o lo dije en voz alta.
— Debo decirte que ya me harte, tus tonitos cada vez que hablamos me enojan más, y como no hay manera de que yo pueda dañarte por mis medios, intentaremos otra manera, ¡tráela!—ordena, y entra la vampiresa con mi madre, Dark la mira a los ojos como hipnotizándola.
— Ahora querida, harás lo que yo te ordené, soy tu amo, tu señor.
— Si señor.— contesta ella con la mirada perdida, le pasan un látigo y yo me estremezco, la vampiresa se acerca a mí tomando las cadenas, y me gira, dándome vuelta. Abre los grilletes de mis tobillos, y estos quedan libres, me deja de espaldas y es cuando siento el impacto del primer latigazo. El dolor es fuerte pero soportable, luego viene el segundo, el tercero y sí que tiene fuerza, eso está doliendo...
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Editado: 20.03.2023