Caperucito, ¿mi Amor Destinado? (completo)

Capítulo 1

 

 


— ¡Mamá yo no tuve la culpa! ¡Fue Frederick! –se excusa Daniel.

— Hijo, sabes que te estamos preparando para que tomes el mando de las empresas, no puedes simplemente, echarle la culpa a los demás por tus acciones, debes ser responsable de ellas.

— Está bien mamá, pero tú sabes que la empresa estará mucho mejor en manos de Nara, ¡mi hermana es mucho mejor que yo!

— ¡Daniel! –habla el padre harto de los berrinches de su sucesor, y éste al escucharlo salta de su asiento– desde hoy vas a empezar a entrenarte, no solo como ejecutivo sino como hombre, un hombre debe saber defenderse y defender su imperio. –ya sabía a que se refería su padre, y no le gustaba en absoluto.

— Pero Derek... ¡no puedes mandar al niño allí! –interviene la madre con vehemencia.

— ¿Ves Lucía lo que has conseguido  por mimarlo los último 22 años? No sabe cuidarse ni defenderse por si solo, es un genio sí, ha terminado sus estudios con éxito eso es hereditario pero, ¿es capaz de valerse por si solo fuera de aquí, de nuestra protección?– mira a su adorada esposa serio, y luego al hijo de ambos moviendo su cabeza– ¡debemos hacerlo!

— ¿Y si le pasa algo? Ese amigo tuyo es muy raro, a veces me parece que lo he escuchado hasta gruñir.– se queda pensativa.

— Sabes muy bien que Oliver es como un hermano para mí Lucía, el daría su vida por mi familia, como yo por la suya.

— Yo no conozco a su familia, solo a él, y deja mucho...

— Lucía amor, yo sí. – la interrumpe, porque ya sabe a que va ir a parar la conversación si siguen ese rumbo–:no te preocupes, él lo entrenara, y hará de nuestro hijo un hombre.

— Mamá, tío Oli no me hará nada malo, además me cae bien, iré.– asegura Daniel, sorprendiendo a su padre  ante tal decisión, por un momento el padre pensó que esto iba a ser más díficil, ahora solo quedaba que la madre lo entendiera, ya que era demasiado terca en lo que a su hijo se refería.

— Mi pequeño, mi bebé, si no te sientes a gusto me llamas, y mamá te va a buscar de inmediato, ¿bueno?–se acerca y toma la cara de su hijo entre sus manos con ternura, para luego acercarse y darle un beso en la mejilla.

— ¡Lucía! Por eso este niño no madura, ¡Deja de malcriarlo! Y no, no vas a ir a buscarlo ¿me has oído? Y es mi última palabra, no cambiaré de opinión ni siquiera por ti.– habla  fuerte el padre, mirando a su hijo y soltando un sonoro suspiro, a la vez que se revuelve el pelo con sus manos medio cansado de tener  discusiones parecidas todo el tiempo con su esposa por su hijo, pero con la diferencia que ésta vez no se dejaría convencer de lo contrario– Mujer, es por el bien de él ¿no lo entiendes? Ahora Daniel – habla dirigiéndose a su hijo, mirándolo con seriedad– ¡nada de berrinches, ya no eres un niño!

— ¡Mamá! ¡¿Ves cómo me grita?!– se queja Daniel, abrazando a su madre.
 

 

 

     

Al día siguiente...

 

A las cinco am de la mañana siguiente llega Oliver el amigo de Derek, se dan la mano con fuerza a modo de saludo, luego miran a Daniel quien los mira con cara de sueño.

— Daniel hijo, saluda.

— Hola Oli.– le medio devuelve el saludo, mientras bosteza.

— ¡Daniel! – le reprocha su padre por tal comportamiento. Mientras tanto Oliver mira a su amigo Derek divertido, él haría y sacrificaría cualquier cosa por ayudar a su amigo, él es de los pocos humanos que saben lo que es y de donde viene, le salvo la vida por casualidad, y ese fue uno de los pocos momentos en los cuales creía que iba a morir. Derek era un hombre al que admiraba  sinceramente, para ser humano era  diferente, y se hicieron los mejores amigos. Ahora su hijo era otra cosa, era un niño muy mimado, inteligente sí, pero incapaz de sobrevivir a lo que le esperaba en el futuro, Daniel aún no lo sabía, y era mejor así, por el momento.

— No te preocupes amigo, haré lo que me pides, porque los dos sabemos que es importante – dice Oliver a su amigo muy bajo mientras miran a Daniel casi quedándose dormido parado, es casi cómico verle así– vamos niño, despídete de tu padre.

— ¡Daniel! – grita Derek a su hijo.

— Padre, no me grites que no soy sordo.–dice dando un salto– nos vemos viejo. – se despide por fin, dándole un abrazo, para luego seguir a Oliver al helicóptero que los espera.




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