Caperucito, ¿mi Amor Destinado? (completo)

Capítulo 21

 

 

Cielo

 

Hoy salí a dar un paseo a los alrededores del castillo, el tiempo ha pasado muy rápido, ya hacen dos semanas que llegué a visitar a mis abuelos.
A estas alturas el castillo lo conozco como la palma de mi mano.

Y bueno, Abel el chico de la foto que le envíe a Aurora, es muy por no decir demasiado atento conmigo, 《eso no me gusta es un buen chico y no quiero dañarlo》

Además, mi loca mejor amiga se enamoró de su foto, echando al olvido a Daniel. Lo último que me contó de él, es que lo había visto abrazado con un chico de la manada pero, lo que más me sorprendió ¡es que era Adam! Mi amigo de la infancia, 《que extraño, por lo que yo sabía a él le gustaban las mujeres, bueno a lo mejor me equivoqué》

Mientras divago con mi mente, pensando en Aurora, en Daniel, Abel, mi destinado y en la nada misma... me doy cuenta que he llegado al comienzo del espeso y frondoso bosque que esta en el territorio de mi abuelo, la verdad es un poco tétrico desde el punto de vista humano, pero para mí es perfecto para buscar una presa.

Cierro los ojos e inhalo el olor a pino que desprenden los árboles que están en la entrada del bosque, la brisa fría acaricia mi piel expuesta, y dejo tomar a mi lado vampiresa el control de mi cuerpo para alimentarse, la velocidad con la cual me desplazo mientras me adentro al interior del bosque es admirable, puedo viajar kilómetros de distancia en muy poco tiempo, y con mis sentidos incrementados rápidamente puedo localizar a mi presa.

Mis colmillos crecen cuando la tengo apresada entre mis manos, entonces la acerco clavando mis colmillos en su yugular y bebo de ella.

— Algo no anda bien aquí, esta demasiado silencioso... –advierte mi lado lobuna Mía.

— Tienes razón –concuerdo observando y agudizando aún más mis sentidos.

— Huelo a un híbrido, es un vampiro-demonio... –asegura mi lado vampiresa Ara, atenta, fría y cautelosa mientras suelta nuestra presa inerte, entonces es cuando siento su presencia a mi espalda, cierro los ojos y me traslado velozmente detrás del intruso.

—¿Qué quieres híbrido? –espeta mi lado vampira al intruso.

— ¡Vaya! Me sorprende que pudieras detectarme... –es alto, de contextura fuerte, bastante guapo, aunque si somos sinceros, ¿qué ser sobrenatural no lo es?

— Tu olor a demonio es pasoso.

— Esto no me lo esperaba– rápidamente se mueve para atacarme por la espalda pero, yo me giro con rápidez y lo tomó del cuello, ladeo mi cabeza achicando mis ojos fijos en él, estudiándolo con mis sentidos totalmente alerta.

—Esto es nuevo, veo que todos están equivocados respecto a que la hija de la prima, de mi padre es débil... –sonríe de lado y se desvanece, para volver a aparecer unos dos metros de mí– sólo vine por el traidor de Abel, y me encontré contigo, eres muy hermosa princesa... –dice mirándome lascivamente pasando la lengua por sus labios– hubieras sido un encantador juguete.

— Y tú, serías un muy buen saco de boxeo. –me acerco velozmente impactando mi puño en su estómago, y veo por la cara de sorpresa que pone, que no lo vio venir. Luego le doy otro golpe en su cara aprovechando su desconcierto, y veo que ha sido su labio el que recibio el impacto, porque comienzan a brotar unas gotitas de sangre, y justo cuando iba por un golpe directo a su entrepierna se desvanece, apareciendo a unos metros de mí, mirándome con sus ojos rojos, esta furioso.

—Veo que te he subestimado perra pero, no volverá a pasar –se pasa el antebrazo limpiándose la sangre y se vuelve a desvanecer. Cierro mis ojos para poder sentir su ubicación, y veo mucho más que eso; veo sus intenciones, quiere clavarme un cuchillo de plata, el cual ira dirigido a mi costilla izquierda. Y antes de siquiera rozarme, esa presencia especial y silenciosa que hay en mi interior, que había despertado por primera vez cuando soñe con él, hace acto de presencia tomando el control de mi cuerpo, convirtiéndonos en una, mi cuerpo se desintegra desapareciendo como por harte de magia para aparecer tras él, uno de mis brazos es puesto alrededor de su cuello, con mi mano agarrándolo con fuerza bruta, sin darle tiempo siquiera a reaccionar; mientras que con mi otro brazo y mano libre agarro su brazo en el cual estaba el cuchillo de plata.

— Ahora pequeño demonio, ¡¿quién te envió?!–mi voz no es muy alta, pero peligrosa, demandante.

—¡Ya te lo dije estúpida perra! – dice entre jadeos, y aumento mi agarre/presión en su cuello, para asegurarlo y que sienta más dolor– ¡quiero la sangre del traidor de Abel!

—Cuida lo que dices, no estás en condiciones de hablarme así demonio, y respecto a Abel, esta bajo mi protección, ¡no lo matarás!

—Eso no es negociable.

—No estoy negociando, –suelto una carcajada escalofriante– ¡te lo estoy diciendo!

—¿Qué eres? ¿Porqué no puedo desvanecerme? –su voz media estrangulada es de desconcierto, intenta zafarse de mi agarre pero no me mueve ni un centímetro siquiera.

—Eso no te incumbe demonio, ahora quiero saber, ¿quién eres y quién te envío?




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