CAPÍTULO 24:
EL MAPA DE LOS DÍAS POR VENIR
La tarde caía sobre Milán con un cielo color vino y el aire frío que anunciaba que el invierno no pensaba aflojar. Ariel entró al pequeño loft de los Fuentes con las mejillas encendidas por el viento. Encontró a Jack tirado en el sofá, guitarra en mano, y a Bastián en la mesa revisando unos papeles. El murmullo de las cuerdas se mezclaba con el aroma a café que subía desde la cocina.
—Llegas con cara de conspiración —bromeó Jack, afinando una cuerda.
—Más bien con cara de decisión —replicó Ariel, quitándose la bufanda y mirando a Bastián.
Él levantó la vista, curioso. Había aprendido a leerla en las últimas semanas, pero esa chispa en sus ojos era nueva.
—¿Decisión buena o decisión que me va a dejar sin aliento? —preguntó, medio en serio, medio en broma.
Ariel respiró hondo, como si las palabras necesitaran tomar impulso.
—Sobre el viaje… —comenzó, sintiendo que el corazón le latía en los oídos—. Quiero ir.
Bastián parpadeó, como si no terminara de creer que lo estaba escuchando bien.
—¿Qué…? ¿En serio? —se enderezó en la silla, los ojos abriéndose con una sorpresa que le suavizó la voz—. ¿Vas a venir con nosotros?
—Sí. —Ariel sonrió, apenas, como quien sostiene un secreto que ya no quiere guardar—. No pienso quedarme aquí mientras ustedes se van a vivir una aventura. Así que… hazme un espacio en esa maleta.
Jack dio un salto del sofá como si lo hubieran conectado a la corriente.
—¡Eso es! ¡Sabía que no ibas a dejarnos solos! —gritó, dejando la guitarra a un lado para chocar las palmas con ella—. Este viaje acaba de mejorar un mil por ciento.
Bastián seguía mirándola, entre incrédulo y feliz, hasta que una risa breve le escapó.
—Ariel Parisi… —dijo, con esa voz grave que a ella siempre le hacía cosquillas en el pecho—. No sabes cuánto significa esto para mí.
Jack, incapaz de guardar silencio, se adelantó con una libreta que parecía haber estado esperando este momento.
—Muy bien, como nuestra nueva copiloto oficial, tienes que enterarte del plan maestro. —Se sentó en la mesa, entusiasmado—. Primera parada: Las Bahamas. Bastián tiene ese asunto de negocios, y de paso yo me encargo de que empieces el viaje con playa y sol.
—Bahamas… suena a buena forma de despedir el frío —comentó Ariel, divertida.
—Después —continuó Jack, pasando la página con dramatismo— viene la parte que más me emociona: Venezuela. Caracas primero, luego algunas ciudades costeras y, si tenemos suerte, un concierto improvisado en Margarita, yo digo que allí nos tomamos la foto oficial para las portadas de la banda. Quiero volver a probar esas arepas divinas.
—Y el cacao de allá —añadió Bastián, sonriendo—. Puedes visitar a tu familia, Nube de Leche.
—Luego Colombia, Café del bueno, de ese que, a ti, Ariel, te hará llorar de felicidad. Y si no lloras, pues bailamos salsa hasta que llores de cansancio. —Jack seguía con su listado como un presentador de televisión—, un par de toques en Medellín y Bogotá.
Ariel soltó una carcajada, apoyando los codos en la mesa.
—¿Eso está en tu itinerario oficial?
—Por supuesto —Jack siguió sin detenerse—. Después bajamos a Brasil, directo a Río; ya me imagino a Mónica gritando desde aquí que le llevemos algo de cada país.
Ariel no pudo evitar reír.
—Si no traemos café, Jonny no nos dejará volver a Milán.
—De Brasil: samba, carnaval adelantado, y yo probando todos los caipirinhas posibles —Jack marcó una línea en el mapa que había desplegado sobre la mesa— cruzamos a Perú. Machu Picchu, Lima, ceviche… y de ahí a Chile, a Santiago y quizá Valparaíso si el tiempo nos da.
Ariel abrió los ojos, impresionada,
—Vaya, la gira será grande, y harán de teloneros, tienen todo calculado.
—Es que aquí no se viaja a medias —Jack le guiñó un ojo y continuó con su dedo recorriendo el mapa
—¿Y después regresan a Europa? —preguntó Ariel, siguiendo la ruta con la mirada.
—Exacto —respondió Bastián, que por fin salió de su asombro para tomar la palabra—. Londres, luego Alemania, un salto a Francia y… —hizo una pausa, mirándola con un brillo cómplice— cerramos en Italia. Regresar a casa después de todo eso va a ser como volver con un corazón nuevo.
Jack levantó los brazos, teatral.
—¡Una vuelta al mundo en miniatura! Bahía, café, música y… —la miró con picardía— una pareja que ya no podrá esconder que está hecha para los viajes.
—Jack —advirtió Bastián con una mirada, aunque no logró borrar la sonrisa que le tensaba la mandíbula.
Ariel fingió rodar los ojos, pero el calor en las mejillas la delató.
—Bueno… antes de que sigas vendiendo entradas, hay que organizar fechas, vuelos y…
—…y maletas —interrumpió Bastián, inclinándose un poco hacia ella—. Porque ahora sí voy a tener que asegurarme de que no olvides nada.