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Estaba parada por más de treinta minutos, ella la observaba detenidamente.

- Nombre

- Isabelle Moore

- Edad

- Eso no se dice – se acercó susurrándole

- Edad – dijo más fuerte

- 23 años

Anotaba cada palabra que Isabelle le decía.

- Trabajo

- Mmm – no sería buena idea decirle que era prestamista – no tengo en este momento

- Mira, la que vive aquí, es una joven muy extraña, no sabes cuánto me costó convencerla de compartir su apartamento y no quiero quejas, por lo que, si no tienes trabajo, no puedes quedarte aquí.

- Vamos piensa rápido – pensó – trabajo en la revista Inno – dijo rápidamente, apenas entendible.

- ¿Perdón?

- Soy de la…

Un correo electrónico llego en los últimos momentos de vida de su celular.

- Jejeje Disculpe, un momento – dijo Isabelle

Omitió el contenido del mensaje solo buscaba una palabra. “¡Felicidades!”, y la encontró.

- Trabajo en la revista Inno – lo dijo con más seguridad

Sabia que eso iba a funcionar, pues enseguida cambio el semblante de la dueña.

- ¿Inno? – lo pensó un instante – ¡aceptada!

Ahora si la cosa cambiaba. Le estaba dando la impresión de que la revista Inno le daría algo de estatus, probablemente era su mejor logro hasta el momento, aunque ese no era plan.

Ingresó lentamente, ya tenía donde quedarse, con alguno prestamos que cobrase en el trascurso de esa semana, ya no tenia en que preocuparse, momentáneamente.

- Parece que aún no llegó – las luces estaban apagadas y no había nadie adentro

- Espero que disfrute su estancia aquí – apareció sorpresivamente por detrás la dueña.

- Si, gracias. Adiós

El departamento era pequeño, tenía una sala que compartía con una pequeña cocina, un baño, todo decorado de plantas, muchas plantas

- Debe ser ecologista o algo así

Se adentro buscando su habitación, le sorprendió encontrar solo una.

- Al parecer no hay otra cama

Encontró una habitación cerrada con llave.

- Este debe ser su cuarto – se dijo a si misma

Por lo que dedujo que el cuarto anterior era el suyo

- Ya son casi las 10 pm, supongo que no le importara si me presento mañana

Estaba cansada, aquel día fue uno de los más agotadores de su vida. Ahora arrancaba el plan B y tenía que estar lista.

.-.-.-.

- Nueva compañera, nueva compañera, nueva compañera

No paraba de dar vueltas afuera de la puerta, ya había recibido la suficiente información por parte de la dueña, pero aun así no se animaba a entrar.

- Estas perdiendo tiempo

Ese imprevisto estaba alterando su ajetreada rutina nocturna, aun no se explicaba cómo es que el aviso había llegado a las manos de aquella señorita.

Metió cuidadosamente su cabeza por la puerta, todo estaba oscuro.

- ¿No hay nadie aquí?

Lo cual dudaba, porque la casera le había dicho que había ingresado.

- Tal ves se fue a dormir

Lo cual era un alivio, ya empezarían bien en la mañana.

Decidió ella también ir a dormir, ingresó a su habitación y prendió la luz, la encontró durmiendo en su cama.

- Ahhh – dio un grito ahogado cayéndose al suelo.

La joven seguía durmiendo. Apagó la luz y salió cuidadosamente cerrando la puerta, no quería despertarla.

Prendió la luz de la pequeña sala.

- Ahhh – otro grito ahogado – ay, me voy a desmayar, ay – se agarraba el pecho

Toda la sala era un desastre. En primer lugar, no se había limpiado los pies para entrar y lo peor de todo, se había sacado los tenis donde sea.

- Recoger tenis – anotó en su agenda

Rápidamente recogió los tenis y las llevo a la puerta. Se dio cuenta que había huellas de los tenis por todas partes. Se podía notar todo el recorrido que había dado su nueva compañera por toda la casa

- Limpiar el piso

Había tirado en cualquier lugar sus cosas

- Recoger ropas

No había lavado los utensilios que utilizo. Wara estaba empezando a hiperventilar.

- Recoger todo este desastre – anoto finalmente en su libreta.

Sintió un gran alivio cuando termino, todo volvió a la normalidad. Entró cuidadosamente a la habitación. Como lo suponía, también estaba hecho un desastre.