Capricho (arte y Destino)

19

Observó su casa nostálgico antes de entrar a su habitación. No era mucho tiempo desde que se mudó ahí, un par de años tal vez, pero le había tomado un gran cariño, aquel lugar se había convertido en su refugio.

Su habitación permanecía igual, las manos de la muñeca de trapo no habían llegado, fue un alivio, no estaba acostumbrado a ver su casa tan limpia.

Miraba el techo pensativo echado en su cama con la bolsa de hielo en sus pies

- Papá siempre estuvo en contra mía – colocó sus manos en su nuca.

Desde pequeño el favorito siempre fue James, por alguna razón el Sr. Dugan se mostraba distante hacia Nathan, eso le causó un gran dolor en su niñez. “¿Hice algo malo?, ¿Papá me odia?” era lo que siempre le preguntaba a su madre, más ella le explicaba lo ocupado que andaba su padre y que en realidad lo quería muchísimo solo que no sabía cómo expresarlo.

- Ahora no deja de perseguirme.

Las cosas cambiaron. Tal vez era eso lo que quería en el fondo.

- ¿Trabajar? – susurró – ¿En el centro comercial?

Sabía que esto no acabaría bien, había sucedido algo parecido en el pasado y hasta donde recordaba su padre tubo la victoria. No lo pensó demasiado, ahora solo tenía que contraatacar. Su padre había iniciado el juego ahora era su turno y ya tenía un plan.

.-.-.-

- ¿hacer lo mio? – se preguntaba – mi turno ya acabo – miraba el suelo como buscando algo – que mal – se rascó la cabeza – se llevó el taser.

No entendió a lo que se refería, pero sabía que no podía irse aún. Se sentó impaciente mirando en todas partes, se aburria fácilmente cuando no hacía nada, decidió dar algunos pequeños retoques a la casa.

- Al menos no me reconoce, eso es algo bueno.

No tenía pensado volver, no estaba dispuesta a jugar con fuego, pero antes de eso debía disculparse, se sintió culpable después de golpearlo. “Disculparse”, hasta lo había anotado en su libreta la misma tarde en que ocurrió lo sucedido.

- Veo que su pie ya está mejor 

Colocaba unas flores en uno de los floreros, la casa tenía un jardín había sacado las rosas de aquel lugar.

- ¿Eh? – escucho el timbre

Colocó un florero en una de las pequeñas mesitas y abrió la puerta.

- Una sirvienta kawai – dijo uno de ellos agarrándole de los cachetes

No supo cuántos entraron, pero termino con una pila de ropas, torpemente trato de cerrar la puerta con sus pies.

- Ten cuidado – dijo una – Ahs

- Lo lamento.

Las personas no paraban de llegar y ella no entendía que estaba pasando. Fue a guardar las ropas a algún lugar cuando volvió las personas se habían duplicado, entre ellas estaba Nathan se había bañado y se había cambiado de ropa.

- ¡Estamos en una gran fiesta en mi casa!, ¡Verdad!

- Si - gritaban

- todos los que quieran venir están invitados.

Había enviado una historia en su Instagram. En el video salía Wara diciendo “Quee”, quien trataba de acercársele para preguntarle si se podía retirar.

- Este hombre está loco – gritaba Wara entre la multitud – ya está repleto el lugar, para que necesita más personas.

Nathan sabía que su padre echaría humo por los oídos cuando se entere o eso era lo que quería.

.-.-.-

- Todo el día estuviste con sueño, ahí molestando. ¡ahora duerme! – se decía Isabelle a sí misma.

Con el ciclo circadiano alterado no podía dormir por las noches por más que intentase, aunque no haya dormido en el día. Aburrida decidió ver sus redes sociales, encontró una historia interesante, una de sus compañeras de trabajo había posteado algo.

- ¿Una fiesta?

En las conversaciones se mostraban muy animadas por asistir a ella. Le dio curiosidad así que buscó de quien se trataba.

- Pensándolo bien no he salido a una fiesta desde que llegue aquí.

Le encantaban las fiestas ahí podía hacer algo que le gustaba, bailar

- Esta decidido, iré a la fiesta – se apresuró en alistarse.

.-.-.-.

- Debí irme antes – se quejaba – cuidado no valla a – demasiado tarde – romper eso.

La pobre caminaba de aquí para allá tratando de salvar algunos objetos delicados que había por la casa. No supo en qué momento, pero la casa ya se encontraba con luces que cambiaban de color y daban vueltas, el ruido y la multitud, no había mucho espacio para caminar, todo eso la abrumaba.




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