Capricho (arte y Destino)

26

- ¿Ahora sales con dos hombres a la vez?

Volteó sin vacilar, aunque por dentro estaba muerta de miedo, él se encontraba apoyado en la pared. Vestía el mismo traje con el que lo había visto en el trabajo.

- ¿estuvo siguiéndome? – pensó confundida, rio con la nariz – eso es imposible, debieron cenar aquí.

Buscó con la mirada a su acompañante, probablemente fue al sanitario.

- Mira quien lo dice – respondió finalmente - Creí que no me conocías

Creía que no estaba con ánimos de discutir, pero en realidad estaba tratando de contener las terribles ganas que tenia de llorar. Es más, se olvidó completamente el malestar que sentía en los ojos por haber estado mucho tiempo en la computadora.

- Vuelve a tu ciudad

Sintió como algo dentro de ella se quebraba, estaba segura de que era su corazón. Una parte de ella deseo en su momento de que él estuviera celoso, eso no ocurrió.

- No lo creo, me gusta este lugar – respondió fijando su mirada en las ventanas del restaurante – además necesito recuperar el dinero que un idiota me robo.

- Isabelle

Él iba a decir algo más, pero fueron interrumpidos.

- Esteban – dijo su acompañante - ¿Debiste decirme que me esperarías afuera? Te estuve buscando allá adentro.

Ahora Isabelle había quedado en segundo plano, la acompañante de Esteban ni si quiera había notado su presencia, pese al look inusual de su cabello, se sintió como si estuviera en la secundaria. Sonrió y siguió con su camino

- Que lindos recuerdos – se dijo a si misma sarcástica

No se dio cuente en qué momento, pero sus ojos ya estaban llenos de lágrimas.

.-.-.-

- Esto apesta – se limpiaba las lágrimas con las mangas de su camisa – porque me siento de esta manera

Cuando llegó a la ciudad se encontraba decidida, sabía lo que tenía. No iba a involucrar sus sentimientos.

- Y eme aquí llorando – se seguía limpiando los ojos, sus lágrimas no se detenían

En un principio estaba incrédula, no creyó que él le había robado, pensó que fue un mal entendido y lo siguió para comprobarse a sí misma que él no le haría algo asi, cuando lo vio con la otra mujer pasó a sentir rabia, había sido una tonta todo ese tiempo, nunca se percató de lo que estaba sucediendo, creyó que ella era especial para él

Y ahora su corazón recién comprendía lo que estaba ocurriendo, es por eso que sus lágrimas no paraban de salir, sintió como esta se rompió en mil pedazos.

Como si de una cámara se tratase, ella recordó toda su vida amorosa.

- No, ¡Basta!, ¡No molesten!

Trataba de apartar esos recuerdos. No pudo evitar ponerse más triste aun, todos sus encuentros amorosos terminaban en algo parecido, en el típico: si sales con la gorda ganas, si enamoras a la gorda ganas, si engañas a la gorda ganas.

Otra ola de lágrimas se asomaron por sus ojos. No estaba lista para volver a casa, no quería encontrarse con su compañera en ese estado.

- Parezco una niña – comía apresuradamente los chocolates – llorando asi, debo verme ridícula – se dijo a si misma – ni si quiera tengo con quien jugar a quien es más miserable – continúo comiendo los chocolates - Tranquila – se decía a si misma – podrías estar peor.

Miró el cielo, por primera vez en toda la noche se dio cuenta que estaba llena de estrellas, no siempre veías estrellas en ese lugar.

- Apuesto que alguien en un rincón de esta ciudad está teniendo una cena romántica. – suspiró tristemente

Lo había sacado todo, ahora se sentía mejor. La noche prometía ser pacifica

- Ahhhhh

O eso creyó ella. Un hombre se paró frente a ella y gritó con todas sus fuerzas.

- Ahhh – gritó del susto también ella – ¡demonios! – dijo al caerse para atrás

En ese momento agradeció que estuviera sentada en el césped y no en un asiento, el golpe que se hubiera dado. Miró al hombre para regañarlo.

- Genial – murmuró echada al darse cuenta de quien se trataba

Él tenía puesto un deportivo, se veía extraño, era la primera vez que lo veía con uno, aun asi se veía elegante.

- De todos los lugares en los que pudo estar trotando, tuvo que venir a este lugar. – pensó

- Perdón no quise asustarla – dijo él

Ella se quedó quieta, estaba en la oscuridad de modo que él no podría reconocerla.

- No se preocupe – fingió su voz, estaba remedando a su compañera de trabajo.




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