Capricho (arte y Destino)

32

Abrió sus ojos de par en par.

- ¡Quiere que me case con su hijo! – su expresión era de total espanto – ¿Por qué? Yo… - No tenía palabras -  Yo ni siquiera lo conozco.

- Es cierto, probablemente mi hijo tampoco te conozca – respondió ella – es solo que … - bajó la mirada – solo quiero que sea responsable

Quería proteger a su hijo

- No creo que casándose se logre eso. Debe haber otra solución. No debería precipitarse

- Yo también lo pensé, pero – esbozó una sonrisa – creo que mi hijo no tiene remedio. Es una medida desesperada, lo sé – se dijo mas para si misma.

- Por lo que usted dice a su hijo le faltaron unas buenas nalgueadas cuando era niño.

Emma la miró sorprendida.

- Jajaja tienes razón

 

- ¡Wara!

- Eh – volteó hacia la mesa de donde provenía la voz - perdón

Colocó la bandeja en la mesa y le alcanzó una taza de té.

- ¿Qué me decía?

- Hoy estas muy distraída Wara – dijo la Sra. Gosick – eso no es propio de ti.

- Lo lamento

La conversación con aquella extraña mujer no le dejaba concentrarse.

 

- ¿Porque todos tienen ese concepto?, ¿Por qué una mujer tiene que hacer cambiar a un hombre? – respondió pensativa

Ella también pensó eso en su momento y fue el error que cometió en relaciones pasadas. Sabía que, si era cierto que un hombre podía cambiar, pero a costa del sufrimiento de la mujer que esperaba pacientemente que eso ocurriese. Ella ya no estaba dispuesta a esperar, ya no tenía paciencia para eso.

- No me puedo aparecer en su vida de la nada y decirle que no tiene que hacer esto o lo otro.

- No quiero que lo cambies, no te puedo pedir eso – respondió ella – solo quiero que lo acompañes.

 

Ahora que lo pensaba con calma, podía entender la desesperación de aquella mujer, no era un simple “quiero que siente cabeza”, como comúnmente se oía, la razón era mucho más profunda y preocupante.

Sentía intriga por saber quién era el hijo de aquella mujer.

- Solo te estaba diciendo que cuando prepares alguna masita cierres Olie, no vaya a ocurrir un accidente por estar atendiendo a clientes.

- Está bien – le dio un sorbo a su té.

 

- Además, ambas saldríamos beneficiadas – continuó Emma – te ayudaré a pagar los gastos que te hagan falta.

- ¿Realmente a investigado mi vida?, lo ricos pueden asustar – pensó – me la estado arreglando sola, no creo necesitar ayuda.

- Piénsalo, no siempre podrás cubrir los gastos

Sintió una punzada en el corazón ¿Y si ella tenía razón?

- sí cambias de opinión, por favor llámame

Dejó una tarjeta en su mesa, pagó la cuenta y se retiró.

- Oh, olvidé mencionarlo – se paró en la puerta – también encontrare al culpable

 

Mentiría si dijera que no le interesaba. La verdad era que deseaba con todo su ser que aquel monstruo pagase por lo que hizo.

- Tal vez si debería aceptar – pensó

- Oh, casi lo olvido. Necesitó que contrates una nueva empleada

- ¿Eh? ¿Una empleada? – giró hacia ella - ¿Por qué necesitamos a una nueva empleada?

- Porque siento que necesitaras que alguien te ayude

Wara bajó la cabeza y miró a ambos lados. Estaba inmersa en sus pensamientos que no tomo atención de lo que decía la Sra. Gosick.

- ¿Es por la Sra. Dayana? – preguntó - ¿Pasó algo?




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