Capricho (arte y Destino)

52

Caminaba de un lado a otro preocupada.

    - De los miles de habitantes que hay en esta ciudad – zapateaba en el suelo – y de las muchas cafeterías que hay en ella, ¿Tenia que venir aquí? – se sujeta la cabeza con ambas manos - ¿Por qué? – sentándose en el mesón. ¿Sera el destino? – sus ojos se iluminaron – no, no, no eso es imposible – ¿o tal vez sí? – dejó caer sus hombros – no tengo remedio

Se acercó nuevamente a la puerta.

    - Se ve bien – dijo sonriendo. Volteó en cuanto se dio cuenta lo que hizo – ¿Por qué sonreí? – giró su cabeza en ambos lados – No, Isabelle – Dudo un instante y volvió a mirarlo.

Esta vez notó algo diferente, su rostro no era tan inexpresivo como lo era con ella, él observaba con mucha atención a lo que le decía Wara, por su parte esta última parecía emocionada, pero también un poco avergonzada, podía notar cierta timidez en sus gestos, cosa que nunca antes había visto en ella.

    - Por qué me siento triste – susurró tocándose el pecho y volvió a mirarlos – ¡Demonios! – se sobresaltó cuando notó que tanto Daniel como Wara la observaban,

Wara ingresó a la cocina mirando a ambos jóvenes de reojo.

    - Dime ¿Qué paso?

    - El Sr. Asher pregunto por ti – contestó lavándose las manos. Isabelle también lo hizo y la ayudo con los utensilios.

    - ¿Él preguntó por mí? – se sintió feliz de oír eso.

Se detuvo a razonar por un instante.

    - ¿Quién es el Sr. Asher? – sintió haber oído ese apellido en algún lugar

    - Daniel Asher – respondió desconcertada, sin apartar la vista de lo que estaba preparando – pensé que lo conocías.

    - Si, lo conozco – miro hacia un lado – ella sabe hasta su apellido – pensó –  ¿Qué le respondiste?

    - Que eras nueva.

Se escuchó el tintineo de las campanas de la entrada.

    - Tendré que salir ¿verdad? – dijo sin ganas.

    - Asi es

    - Tendré que hablarle de todas formas

    - Probablemente

    - No podría irme peor – se acercó de mala gana a la puerta - ¿y si el reconoció su voz en la llamada? – pensó, deteniéndose en seco – soy una estúpida – se tomó la cabeza con ambas manos

Wara la observaba en silencio.

    - Ya entendí – siguió caminando – hoy es un hermoso día para morir – inspiró profundamente antes de salir

.-.-.-

    - Por cierto, vi a Esteban – Daniel levantó la mirada, mientras le daba una mordida a la galleta - ¿Por qué no me dijiste que estaba trabajando contigo? – preguntó Nathan

.-.-.-

    - ¿Esteban? – levantó su cabeza Isabelle, mirando hacia atrás.

.-.-.-

    - Uno de los ejecutivos lo recomendó – respondió Daniel

    - ¿Desde cuándo tú aceptas que ingresen de esa forma? – preguntó curioso – él Daniel que conozco no lo permitiría - Levantó con el tenedor un pedazo de la torta.

Sus palabras llenaron de sorpresa a Daniel.

    - ¿Le molesta que el Sr. Brown este trabajando en Inno? – preguntó este

Supo que fueron amigos desde la adolescencia, junto a Ryan; para ese entonces Daniel y Nathan habían perdido contacto, años más tarde los conoció en una de las fiestas de Nathan, ellos eran el trio que se la pasaba al máximo. Daniel nunca pudo encajar en ese grupo, es por eso que la reacción de su amigo le desconcertaba.

    - No … - se tocó la nuca – solo que me sorprende tu accionar – respondió Nathan.

Y también le sorprendía el accionar de Esteban, pues consideraba que estaría mejor en el centro comercial. Ya no podía saber lo que tramaban, aunque hace mucho que no lo sabia y eso le ponía nervioso.

    - Lo evalué yo mismo y me pareció competente. Además de que su curriculum es impresionante – dijo Daniel.

.-.-.-

A Wara le daba curiosidad de que Isabelle conociera al Sr. Asher., y si lo hacía ¿De dónde?, todo aquello era sospechoso, el mundo le resultaba cada vez más pequeño.

    - ¿Qué es ese ruido? – Preguntó Isabelle, cuando le pasaba las bebidas

Wara se quedó en silenció para oír también el sonido.

    - Es mi celular – respondió

    - ¿tienes otro celular? – dijo al ver uno pequeño y antiguo – Que rara eres.

Pudo notar lo pálida que se puso Wara en cuanto agarró aquel pequeño celular. Eso no hacía más que aumentar su curiosidad y preocupación al mismo tiempo.

    - ¿Estás bien? – preguntó

    - Si – respondió antes de contestar – Buenas tardes – dijo dudosa

Con un gritó ahogado miró asustada a Isabelle.

    - ¿Wara? – preguntó – ¡Espera! – corrió detrás de ella en cuanto ella abandonó la cocina y salió a la calle




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