Capricho (arte y Destino)

53

Sintió que el tiempo pasaba en cámara lenta, se quedó el resto de la tarde sentada sin saber que sucedía, sin poder controlarlo. Ahora camina sin rumbo pensativa, no quería creer en lo que siempre le decían, tenía la esperanza que todo se iba a solucionar, siempre la tenía, pero muy dentro de ella poco a poco algo cambiaba.

    - Si tan solo yo… - sonrió por la nariz, siempre decía eso

Caminaba arrastrando los pies, se sentía cansada; le sorprendió llegar ahí, fue como si su subconsciente le dijera que quería estar justo ahí. En el mismo lugar en donde admiró la ciudad cuando llegó por primera vez, el lugar donde se prometió cumplir sus sueños y regresar victoriosa a casa, su refugió cuando ya nada funcionaba.

Se acercó a los barandales y gritó con todas sus fuerzas. Se sentó en uno de los banquillos y tuvo la sensación de llorar, pero se reprimió, se prometió no hacerlo.

     - ¿Cuánto tiempo más tendrá que ser asi? – se tocó la frente – fue mi culpa, lo sé, fui egoísta solo pensé en mí misma, hui porque ya no lo soportaba – sabía que sus excusas no le servían de nada – Si tan solo el cielo me diera una oportunidad de redimirme lo tomaría enseguida.

 

“No siempre podrás cubrir los gastos”

 

Volvió a tocarse la frente, ese recuerdo nuevamente.

    - Eso fue siempre asi, y me las supe arreglar de una u otra forma – abrió sus ojos de par en par y suspiró al darse cuenta lo que decía – incluso ahora soy egoísta, sé que tiene razón, pero… – miró el cielo – no quiero – cerró fuertemente sus ojos – tal vez es lo que me merezco. ¡No! – se levantó tratando de apartar esos pensamientos – estoy segura que encontrare la solución.

No tardó mucho en llegar a casa y aún seguía puesto el traje de sirvienta, en su momento no se dio cuenta, pero en el camino pudo percatarse que todos la observan de manera extraña, hizo sus ojos en blanco y trató de no tomarle importancia.

    - Aquí voy – respiró hondo e ingresó a la casa

.-.-.-

Cuando Wara se fue, quedó totalmente desconcertada, algo realmente malo tuvo que pasar para que su compañera saliera corriendo de esa forma.

    - Disculpe ¿Sucedió algo malo? – le preguntaron en cuanto volvió a ingresar a la cafetería.

Las pocas personas que se encontraban ahí, observaban expectantes a lo que iba a decir.

    - La verdad no lo sé – sonrió tristemente

Trato de atender a los otros clientes y miraba su celular, esperando alguna noticia de ella. Observó de reojo a Daniel y a su acompañante mientras recibía la cuenta, este de cerca era más llamativo era muy raro ver a personas con ese color de cabello o al menos lo era para ella.

    - ¿De verdad no sabes que le sucedió a tu compañera? – saltó cuando este le pregunto, él apoyaba su cabeza en una de sus manos.

Isabelle tuvo la impresión que ese hombre se encontraba preocupado por Wara, no tenía idea de cómo se conocían, tenía que admitir que sentía un poco de celos de que ambos se sintieran preocupados por ella.

    - No lo sé – respondió – supongo que tuvo una emergencia.

.-.-.

    - ¡Wara!

Se levantó como pudo en cuanto escuchó girar la perilla, ya empezaba a preocuparse, ya era tarde, y Wara por lo general solía estar un poco más temprano en casa.

    - ¿Te encuentras bien?

Se paró en frente a ella, mientras esta se sacaba sus zapatos.

    - Si – respondió – estoy bien, perdón por dejarte asi – colocaba su llave en el llavero – es que tuve un pequeño incidente.

Isabelle la miró expectante, Wara también, se dio cuenta que tenía que decir algo más.

    - Olvide que tenía que entregar algo. ¿Y cómo te fue a ti?

    - Bien, supongo – respondió entristecida

Sabía que Wara no le decía la verdad, no habían creado aun los lasos suficientes para que Wara le hablase de sus preocupaciones.

    - Voy a tomar un baño, ¿Esta bien?, luego hablamos, tengo muchas preguntas que hacerte – dijo Wara.

    - Creo que yo soy la que debería decir eso

Lo que escuchó después por parte de Isabelle le pareció cómico y curioso, era como si fuera una historia de película. Wara sintió que debía comentarle como los conoció a ambos, solo para evitar hablar de lo sucedido con la llamada.

    - ¡Es el destino! – la oyó decir en varias oportunidades – le salvaste la vida, acabaran juntos, es una gran historia de amor y se la contaran a sus hijos

Wara saltó al oír eso, ni si quiera podía imaginarse junto a Nathan e Isabelle ya estaba pensando en los nombres para los niños. En un principio no se lo hubiera creído, su compañera tenía la apariencia de ser una chica ruda, nunca sabía cuándo decía algo enserio o solo era sarcástico; ahora sabía que también tenía un lado cursi y romántica.

    - Ay rompiste el traje – dijo Isabelle fingiendo decepción – Quería sacarte una fotografía




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