Capricho (arte y Destino)

59

Ya se había preguntado en más de una ocasión.

     - ¿Qué era lo que le atraía al niño engreído de la de la Srta. Chole?

Detestaba estar en medio de los dos.  Cerró sus ojos por un instante, no debía entrometerse en la vida de su cliente.

     - Buenos días – los saludó a ambos

No recibió respuesta alguna, la señorita Stanley simplemente apartó su mirada, ignorándola.

     - Cariño, llegaste – se paró inmediatamente Nathan, acomodando la silla para ella

Le estremeció escuchar que le llamara asi, no estaba acostumbrada a que se refieran a ella con esas palabras y mucho menos que fueran de su jefe.

     - No está bien, gracias – sonrió – debo volver

.-.-.-

Era consciente de que Lina siempre estaba ocupada, no tenía derecho a enfadarse, pero lastimosamente la necesitaba para ese momento. Si tan solo hubiera sabido que Chloe vendría al centro comercial. Al final dio por sentado que la cita de ese día fue un fracaso.

     - Es una lástima – respondió, recibiendo el pedido que ordenó

Sorpresivamente ella se arrepintió en el último momento, impidiendo que él sujetara su pedido, Nathan la observó desconcertado.

     - Tú no puedes tomar café, ¿Verdad? Asi que te traje esto

Colocó un vaso de Olie en la mesa

     - Es té, espero que te guste. Y como te agradan los dulces te traje este postre – sacando un pequeño empaque – que lo disfrutes – dándole un beso en la mejilla.

Nathan no pudo disimular su asombro, intentó recomponerse rápidamente.

     - Gracias respondió – tocando su mejilla

.-.-.-

 No estaba segura de lo que tenía que hacer, por lo que opto por darle un beso en la mejilla.

     - ¿Qué le sucede? – pensó

El reaccionar del Señor Dugan le hizo cuestionar si hizo lo correcto, pero obtuvo la reacción que quería por parte de la Srta. Chloe, quien sonrió por la nariz.

     - Si, mi manera de demostrar afecto es anticuado – pensó – lo lamento – se dirigió a la señorita Stanley – si hubiera sabido que estaría aquí, le hubiera traído algo – continuó – aunque tengo este café, no sé si quiere probarlo – le ofreció

No estaba segura que el niño engreído aceptaría el té que le preparo, esa fue la razón por la que trajo aparte el café que le pidió, al parecer no hubo problemas, pues este lo estaba bebiendo sin objetar. No recibió respuesta por parte de la Srta. Chloe, decidió no insistir más.

     - Bueno me voy be… - lo sintió bastante incomodo, más trato de que no se notara – bebé

Provocando que el Sr. Dugan se atorara

     - Genial, se burla de mi – pensó Wara – ten cuidado – le sobó la espalda – sintió la necesidad de darle un manotazo, más se contuvo

.-.-.-.-

La observó alejarse de reojo, miró su vaso mientras la movía lentamente.

     - No pensé que ella recordara lo del café – pensó

Se lo dijo el día en que se conocieron, cuando le pidió que hiciera algún aperitivo en la fiesta en la que ella lo salvó de morir.

     - ¿No quieres un pedazo de torta? – preguntó a Chloe – ella es excelente haciendo postres – probando una tajada – está muy buena – la animo.

Se quedó estupefacto cuando Chloe se balanceó sobre él, sus labios chocaron, era lo que siempre quiso, pero no supo cómo reaccionar, lentamente cerró sus ojos, sintiéndose inmensamente feliz.

     - Soy un idiota – pensó, aún asi, no quería separarse de ella.

.-.-.-

Descubrió un detalle de la cual no se percató hasta entonces.

     - ¿Dónde vi ese uniforme? – se preguntó por el que llevaba puesto el niño engreído – donde lo vi – seguía caminando, decidió darle un último vistazo.

Sus ojos se abrieron de par en par, sin poder ocultar su sorpresa. La Srta. Chloe y Nathan Dugan besándose, la primera la vio fijamente con una mirada burlona que la hizo sentir como si fuera la otra. Sonrió por sentirse asi.

     - Que inmadura es – susurró, continuando con su camino

Solo había dos caminos; o el plan infantil del niño engreído sería un éxito y ya no tendría que estar metido entre esos dos, o simplemente Nathan lo terminó arruinando. Él no debería mostrar algún sentimiento hacia su musa, pero él seguía reuniéndose con ella.

     - De esa forma su plan no funcionará – murmuró – ya no me queda tiempo.

No podría seguir fingiendo ser su novia una vez contraiga matrimonio.

      - Chica pato – volteó a ver quién la llamaba

     - Ohhhh – con ternura – se hace caso

Se golpeó la frente, al darse cuenta que tenía razón. Él chico con el disfraz de oso la saludaba inclinando la cabeza y agitando sus manos. Quiso esconderse al recordar la competencia de baile que tuvo con él.




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