Capricho (arte y Destino)

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  - ¡Ah! – caminó hasta su puerta sin despegar la vista del chico oso - ¿Me estuvo siguiendo? Ay dioses – se tocó la frente – debería llamar a la policía

Pero recordó que ellos eran una farsa, pésimos realizando sus servicios.

   - ¿Isabelle? – abrió la puerta, buscándola – todavía no llegó – se acercó algo temerosa – Oye – le tocó ligeramente el hombro, con un pie apuntando a la puerta, lista para correr – Oso que me quitó el empleo que quería – siguió llamando - ¿Estará dormido? – intentó levantar la cabeza del disfraz.

  - ¿Qué haces?

.-.-.-

Una frase vino a su mente en cuanto vio a Wara

 

“Lina se guardó todo para sí, creyendo que estaba bien, al final su depresión fue más grande que su voluntad de vivir”

 

En su momento las palabras de esa mujer le resultaron algo exageradas, ahora ya no podía considerarla como tal, no después de escuchar la explicación de Wara.

 

    - Estaba en el hospital

Wara giró su cabeza hacia un lado evitando su mirada, dudó en seguir conversando.

    - Uno de mis familiares tuvo un accidente, eso es todo – pudo notar un atisbo de tristeza en su voz

 

    - Es por eso que corrió tan angustiada esa vez – pensó - ¿Por qué no me lo dijo antes?

 

Wara siempre estaba bien. Costurando muñecos, preparando velas, o haciendo caramelos, con cierta melancolía en su mirada, llegó a la conclusión que esa era su personalidad, y el único día en la que pudo percatarse de que no era asi fue cuan Wara salió corriendo asustada de la cafetería.

    - Y yo creyendo que fue por alguna decepción amorosa – hizo sus ojos en blanco y tomo mas atención a lo que sucedía actualmente.

Wara parecía imitar una posición ninja con una pierna lo más cercano a la puerta, mientras que sus manos en forma de pinzas intentaban levantar la cabeza de ese oso de peluche. Verla asi le pareció gracioso

    - ¿Qué haces? – preguntó riendo y haciéndola respingar

    - ¿No lo conoces? – preguntó, señalándolo – lleva un rato asi

    - ¿Y porque simplemente no lo dejas ahí? – se acercó al muñeco

   - Es que lo conozco – respondió – bueno más o menos, suelo encontrarme con él de vez en cuando, aunque no he visto su rostro – se acarició la nariz – me inquieta que me siguiera, o conociera donde vivo

    - ¿Por qué querría seguirte? – levantando la cabeza del disfraz

.-.-.-

Tenía razón, no había razón para que lo siguiera.

    - No es como si fuera tan importante – pensó encogiendo los hombros – pero es extraño verlo también aquí – entrecerró los ojos.

Observó expectante en cuanto Isabelle levantó la cabeza del disfraz. Él estaba profundamente dormido, tenía el pelo castaño, largas pestañas que eran rodeadas por sus ojeras.

    - Luce cansado – pensó Wara, ladeando la cabeza

    - Es galán. Nuestro vecino – comentó Isabelle – vive aquí al frente

No lo conocía en lo absoluto.

    - Tal vez por eso me hablaba, era mi vecino – pensó Wara con la mirada al frente

    - Adelántate tú, yo entraré después

Wara obedeció sin inmutarse, con la mirada aún fija en el frente se dio la vuelta y siguió con su camino.

.-.-.-

    - ¿Qué le pasa? – pensó Isabelle, observándola hasta desaparecer – jajaja pareciera como si estuviera en shock – se giró hacía su acompañante – Ay pobrecito – Fingió ternura –  ¡despierta! – pateándole – no me quiero agachar. Vamos despierta – dándole pequeñas palmadas en la cara.

    - Mmm… - la apartó, abriendo lentamente sus ojos

    - ¿Por qué estas afuera?

    - Olvidé mis llaves – frotándose los ojos – Y a esta hora no hay cerrajeros. Dormiré afuera – volviendo a cerrar sus ojos.

    - Te ves bien con ese traje de oso – sacándole unas fotos

Era la primera vez que lo veía vestido de esa forma, una excelente excusa para molestarlo. Cuando le dijo que tenía trabajos de aquí para allá, no se imaginó que uno de esos fuera la de un oso

    - Como es que tiene tanto dinero, si trabaja en esto – pensó entrecerrando los ojos – en fin… Mejor te devuelvo tu amuleto – buscando en su bolso – no vaya ser que… - removiendo su bolso – me olvide…

Se quedó en blanco, volvió a buscar entres sus cosas.

    - ¿Isabelle? – dijo Alan, ahora más despierto

    - Espera… - sonrió – No lo busque bien

Terminó sacando todas sus cosas en el suelo, Alan miraba atentamente.

    - ¡No esta! – pensó – lo debí haber olvidado en mi escritorio. Si es eso




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