Caprichos del algoritmo

Capítulo 6: Influencers por accidente

El video del gato había dejado de ser solo un clip divertido: ahora era un fenómeno.

Ciento veinte mil reproducciones en menos de veinticuatro horas, comentarios de todas partes del país, incluso un par de medios de salud compartiéndolo con el título:

“El lado humano de los médicos: ternura y humor en tiempos difíciles.”

Mariana no sabía si reír o renunciar.

Cada vez que abría las redes, veía su propia cara congelada en un gesto de sorpresa y a Adrián en segundo plano, con el gato sobre su bata.

La comunidad lo amaba.

Ella solo quería desaparecer bajo su escritorio.

La clínica, sin embargo, estaba encantada.

El departamento de comunicaciones lo había declarado “el mejor engagement orgánico del año”.

Y el director, emocionado, convocó una reunión urgente con tono triunfal.

—Este video ha generado una conexión increíble con el público —decía con entusiasmo—. ¡Queremos aprovecharlo! Mariana, doctor Adrián, necesitamos que graben una serie corta sobre la campaña de donaciones. Algo fresco, auténtico, como el video original.

Mariana parpadeó.

Adrián tragó saliva.

—¿Disculpe? —preguntó él—. ¿Una serie?

—Exactamente. Ustedes dos tienen química frente a cámara. ¡Eso es oro para la campaña!

Mariana intentó protestar, pero el director ya hablaba de hashtags, cronogramas y notas de prensa.

Cuando la reunión terminó, ella y Adrián salieron al pasillo con idéntica expresión: mezcla de incredulidad y resignación.

—No puedo creer esto —murmuró ella.

—Yo tampoco. Pero, por alguna razón, el universo decidió que ahora somos… ¿cómo se llama?

—Influencers por accidente, supongo.

—Suena peor de lo que imaginé —respondió él, pero con una sonrisa.

Mariana se cruzó de brazos, divertida.

—Vamos, doctor Santamaría, solo son unos videos. Usted explica, yo comunico. Si lo piensa, somos el equipo perfecto.

—¿Perfecto? —repitió él con ironía—. Apenas sobreviví al gato.

—Entonces esta vez podemos ensayar sin felinos —replicó ella, alzando una ceja.

Por primera vez, Adrián soltó una risa franca, de esas que rompen su fachada de cirujano intocable.

Esa noche, en la app, la conversación entre CoffeeLover y MrLogic retomó su ritmo habitual.

CoffeeLover: ¿Alguna vez te ha pasado que algo sale mal, pero de pronto todo el mundo lo celebra?

MrLogic: Me dedico a la cirugía. Si algo sale mal, prefiero que nadie lo celebre.

CoffeeLover: Jajaja, buena aclaración. Digamos que… tuve un día viral.

MrLogic: ¿Viral en sentido médico o digital?

CoffeeLover: Digital. Aunque el nivel de estrés fue clínico.

MrLogic: Entonces prescribe descanso, café y silencio.

CoffeeLover: Lo intentaré. Aunque el silencio es imposible con tanto gato famoso.

Él sonríe sin entender por qué cada palabra le resulta más cercana.

Como si esa voz detrás de la pantalla fuera capaz de leer entre líneas lo que él nunca dice.

En la oficina, los días siguientes se vuelven un desfile de risas, improvisaciones y pequeños accidentes grabados por el equipo audiovisual.

La campaña despega.

Y sin notarlo, entre guiones, risas y escenas torpes, la distancia entre ellos comienza a acortarse.

Mariana ya no lo ve como el doctor frío del principio.

Y Adrián empieza a admirar su ingenio, su forma de resolver problemas con creatividad —y un toque de locura—.

Lo que ninguno imagina es que, mientras los dos se acercan en la vida real, su vínculo en la app también se vuelve más íntimo.

Dos conexiones paralelas avanzando hacia el mismo punto ciego.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.