Hana
Sonreír es fácil, es tan fácil hacer ese gesto que puedes estar muriendo por dentro y aun así regalarle una sonrisa a todos, mi padre siempre me enseñó a no mostrar debilidad alguna, a no mostrar lo que hay dentro, y bueno, de alguna forma está en lo correcto, a veces es mejor fingir una enorme sonrisa que llorar ante todos y parecer débil, en mi trabajo debo sonreír todo el tiempo, en las fiestas también aunque ahí el alcohol y las drogas ayudan mucho, también en casa ayudaban, pero ahora, todo ha cambiado, con un mes de embarazo he dejado esa vida atrás, ya no hay fiestas, ni drogas, ya todos me preguntan por qué no salgo, y ahora caminando por el enorme pasillo que me llevará a la oficina del padre de mi hijo voy sonriendo, nadie sabe que en verdad por dentro lloro, mi corazón sufre y con cada paso que doy este se acelera más y la tristeza me embarga por completo.
Me detengo frente a su oficina viendo que su secretaria no está y dando un suspiro decido entrar, no pienso en nada, no pienso en lo que voy a encontrar dentro, simplemente empujo la puerta y entro, mis pies se quedan quietos al ver la imagen frente a mí, su secretaria está sobre la mesa, con su vestido arriba y sus pechos fuera, Ares, el hombre con el que cometí el error de irme a la cama está entre sus piernas y besa su boca con una pasión devastadora, mis palabras no quieren salir y por esa razón lo único que logro hacer es lanzar un jarrón que había cerca de la puerta al suelo.
—¡Dios! —chilla su secretaria que apenada baja de la mesa y comienza a arreglarse, sus mejillas están rojas, pero mi atención va hacia él, que sin ninguna vergüenza está arreglando su pantalón, a él nada le importa. —Perdón —agrega la chica joven, demasiado, que pasa por mi lado y sale de la oficina.
—Me has arruinado un buen polvo —comenta Ares que pasa sus manos por su cabello intentando acomodar este —y debes pagarme ese jarrón traído de China —sus ojos caen sobre mí con desprecio, pero sonrío aunque lo único que deseo es echarme a llorar.
—Debemos hablar
—Haber pedido cita, que tu padre sea uno de los dueños no te da derecho a entrar en mi oficina —él se sienta sobre su escritorio
—¿Recuerdas la noche que pasamos juntos? —cuestiono mirando sus ojos, él no dice nada y sigue tranquilo
—Estabas ebria como en todas tus fiestas —aprieto mis dientes
—No nos cuidamos —su mirada cambia por completo
—No me vengas con esa ahora Hana
—Estoy embarazada —puedo ver la tormenta en sus ojos y como aprieta sus puños
—No —niega rápido —ve a decirle a alguien más, a cualquiera de esos con los que has estado Hana que no son pocos y en cada fiesta cambias de pareja.
—Podemos hacer una prueba si quiere y verás que
—¡No quiero hijos! —me grita viniendo hacia mí —no quiero ser padre, ¿entiendes maldición? —sigo mirando sus ojos sin moverme de mi sitio a pesar de que él está demasiado cerca de mí y alterado
—Tendremos un bebé
—No
—Si Ares
—Debes abortar —deja de mirarme dándome la espalda —aborta, no me haré cargo de nada y no quiero hijos Hana, si quieres te pago el aborto pero deshaste de ese bebé.
—¿Te estás escuchando?
—No vas a arruinarme la vida Hana, debes abortar
—No lo haré, quiero ser madre —la tensión puede cortarse y Ares me mira, se echa a reír mirando mis ojos, ¿qué demonios le causa gracia?
—¿Madre tú? —sigue riendo —la palabra te queda grande —tenso mi mandíbula —y no lo digo porque nunca hayas tenido una madre —sus palabras me hieren —lo digo porque eres una alcohólica y una drogadicta que todos los días debe fumar y drogarse para poder ser feliz —Ares se acerca a mí —acéptalo, si sigues con el embarazo solo habrá problemas, tu hijo nacerá con problemas por tu culpa, eso si nace.
—Hace un mes que estoy limpia, no consumo nada desde que supe —y no miento, me ha costado, he visitado psicólogos y he tenido que cambiar toda mi agenda, dejar de ver a amigos y encerrarme en una habitación, pero lo he conseguido.
—Vas a recaer
—No pasará —Ares ríe y mete su mano en el bolsillo de su pantalón, de este saca una caja de cigarrillos, de esos que me gustan y a él también, frente a mí, a solo un paso lo enciende y sonríe —solo mírate —echa todo el humo en mi rostro —tus ojos brillan viendo como fumo —mi mirada va al cigarrillo con ganas de ser yo quien lo tiene, debo ser fuerte, tendré un hijo, seré madre y no quiero perder eso, doy varios pasos hacia atrás alejándome de Ares que no ha dejado de fumar ni de sonreír.
—No solo vine a decirte que estoy embarazada —comento la peor parte —mi padre no quiere que su nieto nazca fuera del matrimonio.
—Tendrá que matarme Stefano, jamás me casaría contigo —él señala la puerta —haz el favor de irte Hana, no quiero volver a verte y por favor, aborta, sería lo mejor para ambos y para ese bebé también —no digo nada más y salgo de esa oficina con paso rápido, tampoco quiero casarme, pero no quiero ser víctima de la ira del señor Mils, lo conozco bien y no se rendirá, sé que al final Ares y yo tendremos que casarnos y no pienso abortar para evitar eso.
★★★
Ares
¿Embarazada? ¿Cómo diablos puede estar embarazada? Lo sé bien, sé todo lo que hicimos esa noche, noche que aún recuerdo y me excita aunque lo niegue, Hana es una mujer que sabe bien como seducir a un hombre, su belleza es sinónimo de perfección, pero aun así no me casaré con ella, ya pasé un infierno una vez y no pienso hacerlo de nuevo, ya estuve casado y a punto de tener un hijo, todo se fue a la mierda por culpa de esa mujer que ni mencionar quiero, si Hana cree que ahora me ataré a ella por un hijo que no quiero está loca, haré lo que haga falta para hacerla cambiar de opinión, no quiero casarme, no quiero ser padre y menos con ella, alguien con el mismo nivel de vida que aquella mujer a la que amaba, Hana no está bien de la cabeza, le gustan las fiestas, le gustan todos los hombres y ama vivir su vida loca, también soy así, ¿por qué cambiar ahora?
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Editado: 16.10.2024