Caprichoso destino

21: Desconfianza

Una semana fue arrancada del calendario. Diciembre se acercaba y con él el cumpleaños de Ray. Y el mío también. Tengo una semana y media para encontrar el regalo perfecto para Ray, ya sé que no tiene que ser algo increíblemente grande ni nada por el estilo, pero Ray se lo merece y a mí me apetece dárselo. La pregunta es, ¿el qué? Podría escribirle algo… ¡Claro! ¿Cómo no se me había ocurrido? Le escribiré un poema y le llevaré a nuestro Edén para leérselo allí. Podía dárselo con una pulserita… ¿No será demasiado ñoño? Espero que no. Ahora solo falta encontrar la pulsera perfecta, tiene que encajar con él. Y luego la parte más fácil, tenía que ponerme manos a la obra con el poema.

-Will, ¡Will!- Salí de mi ensoñación cuando oí como la profesora de cultura clásica chasqueaba los dedos delante de mi cara, devolviéndome al mundo real. Ni siquiera me acordaba de que estaba en clase. Me había perdido en que era viernes, en su regalo, en que dentro de una hora lo vería… Sacudí la cabeza sacando cualquier pensamiento lejos de mí, murmurando un silencioso lo siento a la profesora, mientras ella chascaba la lengua y seguía con su explicación. El resto de clase se pasó rápido entre apuntes, y llegó mi asignatura preferida. Literatura. Me levanté y caminé por los pasillos de la universidad, encontrándome a mitad de camino con Alex, sonriéndole como saludo.

-¡Hola Will! ¿Regresaste al mundo de los vivos?- Me preguntó desconcertándome. Mi ceño fruncido debió dárselo a entender porque se rió suavemente para después aclararse la garganta, lista para volver a hablar.

-En clase, estabas en la inopia. Te llamé varias veces pero ni caso. ¿En qué pensabas?

-E-en n-nada.- Mentí rascándome la nuca, sonrojándome violentamente, intentando esconderme.

-¿O en nadie? Seguro que pensabas en mí, ¿a que sí pequeño?

Pegué un rebote por el susto y me giré hacia Ray, dándole un golpe suave en el hombro.

-Tienes que dejar de aparecer de la nada Ray, me asustas.- Dije con un puchero y con los mofletes aún rojos. Él se agachó para darme un beso en la frente y luego otro en los mofletes, para después susurrarme en el oído.

-Perdón, pero ya sabes que me gusta molestarte, pequeño.- Acabó diciendo, bajando la mano que estaba apoyada en mi espalda hacia mi cintura, y luego un poco más abajo, hasta llegar a mi trasero, apretando un poco una de mis nalgas.

-¡Ray! ¿Qué haces? Estamos en medio del pasillo.- Le pegué en el pecho, el rojo volviendo a mis mejillas a una velocidad increíble, dejándome una sensación de calor en todo el cuerpo. Empujé a Ray todo lo lejos que pude, que no fueron más que unos pasitos, pero eran los suficientes para poder respirar otra vez. Cogí una bocanada de aire grande, llenando mis pulmones y mi cerebro de algo que no fuese Ray, o su aliento, sus ojos, sus labios, su cara… ¡Vale! Él solo se rió, sonriéndome bien grande, dándome un pico en los labios y abrazándome, esta vez dejando las manos en su sitio. Mis mofletes no podían estar más rojos y a mi cara le faltaba poco para fundirse con el cuerpo de Ray.

-Ejem, chicos, sigo aquí.

De repente escuché la voz de Alex, haciendo que me separara más rápido de lo que pretendía de Ray, volviendo —otra vez— al mundo real. Me giré mirándola con un perdón vergonzoso en los ojos, sin poder abrir la boca para hablar. Ella solo me sonrió y negó con la cabeza, diciéndome que no importaba. A diferencia de Ray, yo correspondí el gesto, mientras que él solo fruncía el ceño en desconfianza.

-¿Vamos ya a clase?

Los dos asentimos y de la mano nos encaminamos a clase, con Alex a nuestro lado. Cada uno fue a sentarse a su sitio, llegando justo antes de que la profesora entrara por la puerta, cortando cualquier intención de empezar una pequeña conversación. Empezó a escribir en la pizarra la página por la que teníamos que abrir el libro. Ray, aprovechando que nadie miraba bajó su mano y la escondió debajo de la mesa, apoyándola encima de mi muslo, apretando un poco, como un simple gesto de cariño. Yo también bajé la mano y la puse encima de la suya, cogiéndole los dedos, dándole la mano de una forma un poco rara. Los dos sonreímos cómplices y dirigimos nuestra mirada hacia el pizarrón, el cual cada vez tenía más y más frases escritas en él.

Después de una hora el timbre sonó indicando el fin del día. Ray y yo recogimos tranquilos, cuidándonos de no olvidar nada. Alex acabó de recoger a la vez que nosotros así que los tres salimos juntos de clase, dirigiéndonos a la salida del recinto. Ya en el patio Ray y yo seguimos nuestro camino, pensando que Alex se iba hacia el lado contrario, pero vino por detrás corriendo para alcanzarnos, poniéndose en medio después de conseguirlo. Yo la miré extrañada y Ray soltó una especie quejido, viéndose obligado a soltarme la mano.

-Tengo que ir a hacer algunos recados así que pensé en acompañaros ya que  me pilla de camino.

-Oh, está bien.- Asentí, sonriéndole un poco forzosamente, sin entender aún porque se había puesto, literalmente, en medio de nosotros.

-¿Vivís cerca?- Preguntó Alex, intentando romper el hielo.

-Mmmm, esto, sí, Ray vive unas dos calles más arriba que yo, pero sí, estamos cerca.- Acabé sonriendo, mirando a Ray de reojo.

-Pero siempre le acompaño a su casa.- Añadió Ray, con un tono de voz se podría decir que casi agresivo, como si estuviera alerta.



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En el texto hay: amor adolecente, gaylove, misterio e intriga

Editado: 27.07.2021

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