Caprichoso destino

Capítulo: 4

Paula

Miro por la ventanilla del jet y solo veo nubes, respiro hondo entrelazando mis manos, las cuales tiemblan, no sé por qué estoy tan nerviosa y mi corazón no ha dejado de latir a mil desde que subí al jet, mi mirada viaja hacia los gemelos que están en unos asientos más adelante riendo mientras juegan con sus teléfonos, llevo mi mano a mi cuello en donde está la cadena que no me quito desde que él la puso ahí, es algo sencillo y delicado, con un diamante en forma de corazón que cuelga, ¿por qué si he pasado necesidad en mi vida nunca lo he vendido? Justo ahora me hago esa pregunta, tampoco entiendo por qué no la he quitado de mi cuello cuando prácticamente parecía un pago por mis servicios, seis años he tardado en darme cuenta, llevo mis manos a la cadena y la quito, la observo un segundo para luego lanzarla dentro de mi bolso, la venderé en cuanto ponga mis pies sobre tierra.

—¿Temes volar? —miro a Ángelo que está frente a mí y que no ha dejado de mirarme

—Me encanta hacerlo

—Pareces nerviosa

—Y lo estoy, siento que no debo ir a donde vamos Ángelo —él suspira

—Por favor dime que no te estás arrepintiendo Paula, le he dicho a toda mi familia que mi novia se mudará conmigo y que vamos a casarnos —respiro hondo

—¿Por qué no buscar a una chica a la que pudieses pagar y ya está? —él ríe

—Se nota que no conoces a mi padre —tomo aire, me ha hablado tanto de este que ya le tengo miedo —sabría si llego a su casa con una prostituta Paula, ya lo he hecho antes —suelto una carcajada enorme que hasta llama la atención de mis hijos

—¿Por qué no decir la verdad?

—Me mataría —mira sus manos —ahora dime —él me mira —esa cadena que traías, ¿por qué la quitas de tu cuello?

—No quiero tenerla

—Sé de joyas Paula, cuesta una pequeña fortuna eso que tienes ahí, me dices que no tienes dinero, te iban a echar de tu casa y, sin embargo, tienes una cadena que pagaría algunas de tus deudas y no la has vendido, debió ser importante quien te la dio —me pierdo en su mirada, sí, me la dio alguien importante, el padre de mis hijos, es lo único que tengo de ese hombre que solo se fue sin decir adiós, he buscado trabajo para pagar mis deudas, pero nunca la vendí aunque muchas veces la tomé en mis manos.

—No es importante, solo me había olvidado que la tenía —Ángelo alza una ceja

—Mientes horrible

—Y tú eres muy metiche —sonríe

—Me preocupo por mi amiga, eso es todo —ruedo los ojos

—Solo quiero llegar, trabajar y darle a mis hijos lo mejor, enseñarle a mi padre que no necesito su dinero y salir adelante Ángelo.

—Cumplirás con todo eso y mucho más —él toma mis manos —créeme Paula

—¡Mami! —Oliver se lanza sobre mí haciendo que Ángelo deba soltar mis manos —tengo sueño —sonrío sabiendo que solo son celos lo que siente

—Llegaremos pronto mi amor —beso su cabeza —y podrás dormir mucho —él asiente y mira a Ángelo, el cual solo sonríe porque mi hijo quiere asesinarlo con la mirada, siempre se ha comportado así con cada hombre que se me ha acercado en estos seis años, creo que la relación más larga que he tenido duró un mes, siempre que íbamos a salir, Oliver “enfermaba” haciéndome regresar a la casa rápido solo para descubrir que mentía.

—Es celoso —dice Ángelo cuando Oliver vuelve a donde está su hermana —¿eres celosa Paula?

—No lo sé —suspiro —mi primer novio me ponía los cuernos y nunca sospeché nada, jamás sentí celos por él, tampoco por los otros —pienso en el pasado sabiendo que no es del todo cierto, sí que celé a alguien, a uno que no era mío, al único del cual no podía sentir celos.

—Entonces salieron al padre —río mientras niego

—Ese era un mujeriego que no amaba a nadie, creo que jamás sentiría celos —Ángelo sonríe mientras niega, es fácil hablar con él de mis cosas, hago que los gemelos se sienten cerca de mí cuando vamos a aterrizar y Oliver toma mi mano, intentando protegerme, es todo un hombrecito que se preocupa por mí.

Bajo del jet pasando las manos por mi cabello, debe parecer este un nido de pájaros, camino siguiendo a Ángelo que se detiene en un auto y abre la puerta de este, los gemelos entran y luego lo hago yo, Ángelo sube detrás sin dejar su sonrisa, siempre está feliz, me pregunto si se droga o algo, sonrío por el rumbo de mis pensamientos.

—¿Cómo es tu hermano? —él me mira rápido cuando hago la pregunta

—¿Por qué lo preguntas?

—Solo quiero saber algo sobre mi jefe para luego no meter la pata —ríe

—¿Físicamente? —niego mientras su sonrisa se amplía alzando sus cejas

—No me interesa, hablo de su carácter

—Lo contrario a mí —él mira por la ventanilla —no sonríe mucho, no le gusta hablar, es organizado, limpio, perfeccionista y orgulloso —aprieto mis dientes, debió decirme todo eso antes —le gusta que las cosas queden bien Paula —me mira

—¿Y su novia? —rueda los ojos con fastidio

—A esa te la ganas con un halago —sonrío —es superficial, materialista y tonta —bufo

—Bueno, espero caerles bien

—Te darán de todas formas el trabajo

—Ya he comenzado a trabajar —Ángelo entrecierra sus ojos —tengo un montón de diseños de casas Ángelo, muchos los hice pensando en mis gustos, la casa de mis sueños —suspiro —quizás así ellos eligen algo de forma más fácil y rápida

—¿Y estás de acuerdo a diseñar para otros la casa de tus sueños Paula?

—¿Por qué no? —me encojo de hombros —son casas de ensueño Ángelo, casas que creo que jamás podría tener, si ellos la tienen, feliz estaré —hace una mueca con sus labios —¿cuándo se casan?

—En seis meses —murmura cambiando su tono y ya no tiene su sonrisa —quizás estés en su boda

—Me encantan las bodas —sonrío dando un suspiro —y puedo ayudarla a ella con los preparativos, juro que en algún momento de mi vida se me pasó por la cabeza realizar bodas, incluso tengo planeada la boda de mis sueños —Ángelo rápido me mira

—¿Y ayudarías entonces a la novia de mi hermano en eso?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.