Caprichoso destino

Capítulo: 9

Años antes. (Día 4):

Isaac

Llego cansado luego de un largo día de trabajo, lo peor es que no me concentré en toda la maldita reunión, una rubia estaba dando vueltas en mi cabeza, ya no me reconozco, ninguna mujer se había metido tanto en mis pensamientos y ahora está ella, alguien de quien sé muy poco y aunque he tenido la maldita necesidad de saber más no he querido hacerlo porque sé que si lo hago no querré dejarla atrás y no quiero eso, me gusta lo que me hace sentir, pero me gusta mi libertad, mi vida sin compromisos ni celos, odio tener que preocuparme por alguien o tomar decisiones de algo en conjunto, no quiero eso, al menos no por ahora, si alguien me gusta estoy con esa persona y no quiero que nadie me impida eso.

Camino hacia la cocina al no verla en la sala y ahí está, preparando la mesa como ha hecho todos estos días, lleva un bonito vestido de color rosa que le queda por encima de sus rodillas y es de tirantes, solo quiero arrancar este de su cuerpo, pero la sonrisa con que hace las cosas me impide ser tan brusco.

—Buenas noches —ella me mira y su bonita sonrisa se ensancha

—Llegas a buena hora —camina hacia mí —¿cómo te fue? —besa mis labios de forma breve

—Tuve una reunión, salió de maravilla y —me callo al darme cuenta de lo que hago, le estoy contando mi día como si fuéramos una pareja normal

—¿Sucede algo? —suspiro y tomo asiento

—Solo no quiero cansarte con mi día —miro lo que hay sobre la mesa

—Es el postre —ella sonríe

—¿Las hiciste tú? —la miro, asiente mordiendo su labio y tomo una de las galletas de chocolate en mi mano, miro esta con sumo interés

—Si no quieres no tienes que comerlas, yo solo quería hacer algo y

—Deliciosa —murmuro al dar un bocado, sus ojos me buscan y sonríe feliz mientras sigo comiendo la galleta, ¿desde cuándo me gusta el chocolate? No lo hace y tampoco los dulces, pero, sin embargo, no puedo negarle a ella esto

—¿De verdad te gustan?

—Las comería todas —y no miento, tomo otra galleta al terminarme la primera —jamás había comido un dulce tan rico —sonríe sentándose a mi lado, ni siquiera recuerdo cuando fue la última vez antes de conocerla que probé algún dulce y aquí estoy ahora comiendo galletas de chocolate

—Gracias —se ruboriza y sonrío

—Joder, tienes que tener algún defecto —me mira confundida —no es posible que no tengas uno

—Claro que tengo

—Eres bella, amable, humilde, cariñosa —mis manos van a su rostro —y además de eso, cocinas bien, eres inteligente y educada, dime algún defecto Paula o te adoraré como a un Dios —sus mejillas siguen rojas mientras piensa.

—Soy algo perfeccionista

—No lo veo como un defecto —ella ríe —dime algo más

—Pierdo rápido la paciencia

—Eres arquitecta, no te veo siendo alguien impaciente —suspira

—Soy celosa —sonrío cuando admite eso y sigo mirando sus ojos —ya ves, no soy perfecta, no tienes que adorarme, yo solo —coloco un dedo sobre sus labios callando sus palabras, luego acaricio su boca con mi dedo aguantando las ganas de besarla, ayer no hicimos nada, esta mañana tampoco y siento que explotaré de deseo en cualquier momento.

—¿Cómo te sientes hoy?

—Si quieres saber si quiero hacer el amor contigo, la respuesta es si —sonrío pero niego

—Yo no hago el amor Paula —me acerco a sus labios —entiende eso

—¿Y no podrías hacerlo al menos una vez?

—¿No te gusta como follo? —su rostro enrojece causándome gracia

—Isaac

—Dime lo que quieres, como quieres que sea —la chica deja de mirarme

—Me gusta como eres, lo que me haces y como lo haces —sonrío por su forma de explicar que si le gusta como follo —pero me gustaría sentir que —me mira

—¿Sentir qué?

—Que me quieres —entrecierro mis ojos —quiero que me hagas el amor, que seas suave, delicado, amoroso —su voz se vuelve cada vez más débil —me gustaría que hicieras lo que hubieses hecho de saber que yo era virgen.

—Paula

—No creas que no me gusta —ella se pone de pie —me encanta tu forma de 

—Follar Paula, dilo —niega sonriendo avergonzada —sé que te gusta el sexo duro —vuelve a estar roja como un tomate y camino hacia ella, sin hablar la tomo en mis brazos levantándola del suelo, me mira confundida, pero camino con ella hacia la cama. 

—Isaac

—Te haré el amor —comento cuando con cuidado la dejo sobre la cama —haremos el amor como quieres Paula —beso sus labios con delicadeza aguantando las ganas de arrancarle el vestido.

★★★

Actualidad:

El beso se vuelve intenso y mis manos bajan por su cuerpo, necesito volver a tocarla, volver a sentirla desnuda contra mí, he sido un estúpido que por miedo me he perdido seis años de estar con ella, de hacerla mía, llevo mis manos al cierre de su vestido, pero la mujer que ya no es la chica inocente que conocí en el pasado se aleja de mí

—Basta —levanta una mano cuando iba hacia ella —no Isaac, no

—Paula

—¡Estoy con tu hermano! —alza la voz haciéndome enojar

—Este beso demostró que

—Que he cometido un error —ella limpia sus labios —amo a Ángelo —sus palabras me acribillan mientras mira mis ojos, no hay duda en estos al decir tal cosa y retrocedo unos pasos —¿y de qué familia hablas Isaac? No soy tu familia, mis hijos menos

—Esos niños —señalo la puerta intentando calmar mi respiración —Paula esos niños tienen la edad perfecta para ser mis hijos

—¿Sabes con cuantos hombres he estado después de ti? —tenso mi mandíbula viendo como ríe —por Dios Isaac, no me quedé llorando por tu partida, menos entré a un convento

—¿Con cuántos has estado? 

—¿De verdad quieres saber eso? —niego, claro que no, le doy la espalda y lanzo al suelo las cosas que hay sobre mi escritorio, golpeo este con frustración —me olvidé de ti como pediste Isaac, haz lo mismo —dejo mis manos apoyadas sobre la mesa.




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