-Cuando llegue a los 18, Meztli, juro que aterrizaré de la tierra para regalarte rocas espaciales.
“¿De verdad Arlene?, eres muy risueña chiquilla, pero ¿sabes qué es mejor? poder apreciar este anochecer, junto al resplandor de los faros y la luna, escuchando nuestras historias hasta permanecer dormidas.”
10 de abril…
El viento resoplaba al anochecer de la luna oscura, ante varias almas que permanecían intactas, entre ellas mi gran hermana.
-Necesito poder escuchar de ti si te encuentras bien, quiero sostenerme en un gran abrazo y poder carcajear como en esos tiempos. ¿Recuerdas aquella vez cuando viajamos a Chapala? nos chapuscamos. En ese entonces le temías a los cangrejos por sus extravagantes tenazas y bromeaba que en ejército te iban a corretear, ¡ja, ja!
Observe nuevamente aquella lapida intacta remarcada con su nombre Meztli.
-Me parece tan inhumano ante la naturaleza su proceso antinatural, aunque suene absurdo y contradictorio.
Arlene se levanta del suelo, tratando de caminar en su entorno, pero aquellos pensamientos se apoderaban, manteniendo sus pasos torpes. Todo parecía una mala película, no entendía ya la razón del porqué estar en las vacías calles, rehaciendo el ciclo rutinario, lamentando e inundándose como un buzo a un mar sin fin.
Hasta que fijo la mirada a aquel hogar. La familia permanecía su semblante alegre, y en cada momento representativo capturaban el momento de aquella fiesta.
-Me parece interesante que las personas capturen sus momentos en una cámara. Creo entender ese temor, la mente no tiene la suficiente capacidad de capturar cada momento, la memoria se degrada, así como una cinta de video, cada imagen queda opacada, hubiera deseado con ansias grabar.
En ese momento, recordó las palabras de su hermana.
“Querida Arlene, no hay nada mejor para llenarte de vida que recordarte en los lugares el quien eres.”
Aquellas palabras retumbaban de mis oídos, hasta llegar al amanecer. Me levanté de la recamara y me dirigí hacia el Parque de la Solidaridad, no sin antes llevar una vieja cámara.
-De verdad que surgen memorias en este pasto tan verdoso junto a la brisa abrazante de los árboles.
Capture el cielo, aves que vagaban en aquel lugar y me columpie en donde solíamos estar.
Al atardecer me dirigí a San Gerardo, disfrute de la cremosa nieve de galleta y corrí como una niña pequeña persiguiendo a su hermana, Capture los juegos y alumbrándome hasta el preciado atardecer que llenaba al lugar con su gente
Mi última parada fue Plaza Fuentes enchinándose mi piel por completo. Recordé cuando hacíamos carreras hasta la caja, disfrutando de merodear las tiendas como si se tratara de un laberinto. Y por supuesto me dirigí a la zona de videojuegos tratando de conseguir la gran cantidad de tickets.
Al dirigirme a mi hogar observe el anochecer, la luna permanecía llena y fosforescente como nunca lo había hecho.
2 de febrero Años después
Aquí permanecen las almas que viven junto a los recuerdos del momento captado.
La gran roca lunar acompañada de su viajera estrella fugaz.