Y ahí estaba Lucia frente lo que pudo o no pudo ser de su vida, preguntándose qué sería de ella si todo pudiera ser diferente. Sintiéndose vacía y llena de dolor, con la cara bañada en lágrimas color negro como su vacío interior, jamás creyó que todo por lo que había luchado terminaría así. Lucia bella y marchita Lucia, plagada de angustia y agonía, con sus sueños rotos como cuando una vasija se rompe en mil pequeños trozos, más insegura, más dañada más dolida que nunca, sin siquiera saber cómo había llegado a ese lugar, quien era ella ahora en realidad, en qué momento se había convertido en aquello que juro nunca ser, porque tenía la sensación de que ahora era culpable más que víctima, hacía mucho que no se sentía tan frágil, tan sola. Jamás lo sabría, tenía que aceptarlo, tendría que resignarse a vivir así, a vivir con esa incertidumbre para siempre, se sentía fracasada, humillada, como una completa perdedora, todo lo que había logrado, no tenía sentido ahora.
- ¿Qué diablos estaba pensando?, se cuestionaba enfadada con ella misma.
-si solo soy una tonta niña inexperta ¿Cómo creí que podía lograrlo? Decepcionada sentía las gotas de lluvia caer sobre su cabello, estaba sentada en la acera, la oscuridad de la noche penetraba profundamente, a lo lejos no se veía luz, ni señales de vida alguna, sus zapatos estaban mojados y tenía lodo hasta el último rincón de su cuerpo, bajo sus pies un charco de agua se fundía con sus lágrimas y el frio llegaba e inundaba todo su ser. Con cada esfuerzo que hacía para poder tomar aire, su cuerpo se debilitaba aún ma. Poco a poco se hundía en dolor, en su miseria, en su decepción. Pronto se encontró prácticamente incapacitada e inmóvil, no era ni sombra de lo que un día fue y quizás jamás lo volvería a ser, su mente divagaba cada vez más y los pocos recuerdos de su previa felicidad se desvanecían junto con su cordura y su sensatez.
-Todo termino se dijo con pocas fuerzas para pensar claro. Y con su cuerpo totalmente cansado, se rindió a lo que estaba segura tenía que ser.