Claribel no es solo un personaje; es una metáfora viva de lo que significa vivir con un cuerpo que no siempre coopera, con una mente que a veces viaja más allá de lo que los demás pueden ver. Yo también convivo con una condición crónica —la osteoartritis cervical— que me enseñó que el dolor y la fragilidad no son enemigos, sino partes del camino.
Escribir esta historia fue mi forma de transformar esa vivencia en algo que pudiera hablarle a otros: a quienes sufren en silencio, a quienes cuidan, a quienes no saben cómo seguir adelante… y también a quienes aman la fantasía como una forma de sanar.
En Claribel hay una niña que muere cada noche, pero que aprende a vivir con lo que eso significa. En mí hay un hombre que escribe buscando consuelo y verdad, sabiendo que a veces dejar ir es el acto más amoroso que podemos ofrecer.
Espero que, al cerrar este libro, puedas llevarte un poco de esa paz que descubrimos cuando aceptamos que, incluso en la oscuridad, hay belleza. Gracias por leer, por sentir y por acompañar a Claribel en su viaje.