De niña la fotografía siempre fue mi pasión, cuando crecí y descubrí que podría hacer de mi pasión mi trabajo fue algo increíble, ¿Cuántos pueden decir que tienen la dicha de hacer lo que aman?, pues de eso se trata la vida.
Hoy estoy en una hermosa playa haciendo una sesión de fotos para una embarazada, hemos estado toda la tarde haciendo tomas, pero esta es la mejor hora, el atardecer ha comenzado y eso le da una luz preciosa a las fotografías, el hecho de que mi modelo se vea preciosa con una barriga de siete meses ayuda mucho.
—Bueno linda, hemos terminado —le digo sonriendo.
—Gracias al cielo, ya este señorito está muy inquieto —me responde abanicando su cuello con las manos.
—No lo dudo, debe estar desesperado por salir de allí —
—A no, aun le quedan unos dos meses, que se aguante —
Continuamos hablando hasta llegar a mi auto, donde mi equipo la ayuda a refrescarse y a darle algo de comer, mientras yo traslado las fotos a mi computador.
—Ven a ver las fotografías, quedaste de revista—ella se acerca y se sienta junto a mí.
—Oh Dios mío, ¿las retocaste?, yo no me veo así en lo absoluto, si parezco un globo—
—No señora, nada de retoques, esta eres tú, la maternidad te sienta bien, ojalá yo pueda verme igual de hermosa que tu algún día —
Ella me sonríe con dulzura y toma una de mis manos para colocarlas sobre su vientre.
—¡Siéntelo, siéntelo! —me insta emocionada.
Yo me quedo absorta sintiendo como él bebe se mueve y golpea su abultado abdomen.
—Es fascinante —logro decir.
—Verdad que sí, jamás pensé que dar vida, se sintiera tan mágico —me cuenta nostálgica —Serás una buena mama algún día Hannah, tienes pasión y dedicación, además de ser divertida, tienes todo el material de una súper mama, yo espero llegar a serlo para mi pequeñín —habla mientras acaricia su abdomen —Y si no lo logró, te llamare para que tú lo cuides —y empezamos a reírnos por su comentario.