Caricias Perdidas

Capítulo 3

 

Estoy acostada en mi cuarto revisando mis redes sociales antes de dormirme, y por supuesto tratando de no pensar en el señor gruñón, ¿Por qué tiene que ser tan desagradable?, tan metido lo tengo en la mente que hasta veo en mi teléfono que me está llamando... ¡me está llamando!, pero si son las doce de la noche, ¿será que me va a decir que no cuide a Mateo?, aaaaggg ¿le contesto o no?

 

A la mierda...

 

—¿Aló?

—Sé que es tardísimo ¿pero podrías venir?

 

De fondo se escuchaba como Mateo no dejaba de gritar, enseguida me altere.

 

—¿Qué paso, Mateo está bien?

—Honestamente no lo sé, solo ven aquí.

 

Y colgó. ¿Es enserio?, ¿solo sabe mandar o qué? Aaaagggg, estaba a punto de no ir enserio, pero los gritos de Mateo eran desesperantes, salí de la cama me coloque unos pantalones de yoga y salí, en mitad de mi cocina estaba mi cuñada.

 

—¿A dónde se supone que vas tú a esta hora?

—¿Y que se supone que haces tú a hurtadillas en mi cocina?

—Bueno... es que sabes que Daniel me prohibió el azúcar por un estúpido regimiento dietético que se le metió en la cabeza ahora y yo ya no lo soporto.

—Aja y entonces, eso no me dice que haces aquí.

—Vine agarrar unas galletas y no quería despertarte – me dice con una imitación muy mala de perrito asustado, es una mujer de 32 años, tiene que valorarse un poquito más.

—Chao, vuelve a tu casa abusadora, Daniel es internista deberías hacerle caso.

—Ay cállate Hannah y dime a donde carajos vas tu a esta hora —Robyn me mira estrechando los ojos, mierda, mierda, mierda, ella es igual a mi madre de amenazante cuando mira de esa manera, creo que es un súper poder de madres o algo así.

—Bueno me llamo Alec, Mateo tiene una crisis de llanto así que voy para allá.

 

—¿Él te llamo, a esta hora?

—Si, bueno, no sabe qué hacer.

—No sabe qué hacer con su hijo... ya veo.

 

La risita disimulada que puso en sus labios no me gusto, acaso ella cree que...

 

—Hay Robyn por favor nada de eso, ya me voy, vuelve a tu casa.

 

Y salí pisando fuerte hasta el departamento de Alec, toque dos veces y enseguida me abrió la puerta, estaba en pantalones de pijama y sin camisa, sin una jodida camisa, ese cuerpo es un pecado a la vista, ¿señor porque has hecho tan bello a un hombre tan insoportable?, ¿Qué clase de tortura es esta?

 

—Pensé que no vendrías —parece sorprendido de verme.

—Necesitabas mi ayuda, pues aquí estoy, ¿Dónde está Mateo?

—Está en su habitación, pasa.

—¿Qué fue lo que paso?  —pregunte mientras entrabamos a la casa.

—Se despertó con una pesadilla supongo, trate de que durmiera de nuevo y empezó a gritar como loco y me desespere.

—¿Intentaste calmarlo?

—No sé hacerlo, no sé hacerlo —dice con los ojos completamente abiertos, y la mirada ida.

 

Camine rápido al cuarto de Mateo en cuanto lo escuche gritar de nuevo, y deje detrás a un Alec desorientado, como si decir en voz alta que no sabía hacerlo era algo impactante para él, cuando entre al cuarto de Mateo, estaba sentado en una esquina, con sus rodillas pegadas a su pecho y lloraba desconsoladamente, me acerqué lentamente.

 

—Bebe, ¿estás bien, que sucede?

—Naniiiiii —gritó al verme y se tiró a mis brazos llorando, yo lo senté en mi regazo y lo acuné en mi pecho mientras acariciaba su cabello tratando de calmarlo.

—Tranquilo mi bebe ya estoy aquí, todo está bien amor, tranquilo, estoy aquí contigo, nada malo va a ocurrir.

—Nani teno muto miedo —y continúo llorando en mi pecho.

—Shuuuu ya cariño, todo está bien, solo fue un sueño feo, respira y tranquilízate, yo me quedare aquí contigo y no dejare que esos sueños malos vuelvan de nuevo, ¿de acuerdo?

 

Comenzó a calmarse poco a poco y con su cabecita me indico que si, así que lo acosté sobre la cama y me acosté junto a él, mientras le tarareaba canciones le hacía cariño en su cabello y a los pocos minutos cayó en un sueño profundo, poco a poco me levante de la cama y pude notar que su cuarto estaba en blanco, literalmente en blanco, solo había una pequeña ventana, una mesa junto a su cama y un sillón marrón, todo el cuarto era blanco, sin color, cuadros o juguetes, no había nada, me dolió el alma el saber que mi niño no tiene ni siquiera un espacio que sea de él, ¿acaso este hombre no lo ama ni un poco?, salí del cuarto preparándome mentalmente para poner a ese hombre en su sitio y hacerlo reaccionar, pero los planes del destino eran otros.

 

En la sala estaba Alec, sentado en un sofá con un vaso en su mano que tenía un líquido color ámbar y a juzgar por el olor parecía whisky.

 

—Ya está dormido, me gustaría... —pero no me dejo terminar

—Vezh, ezhto es lo que yo digo, el necezhita una madre, necezhita alguien que sepa cuidarlo, ezhe jodido instinto maternal que tienen toooooodaaaaaaas las jodidas mujeres, ella pudo habérzhelo dejado a cualquiera, pero nooooooo, ella decidió en su loca cabeza que yo era la perzhona ideal, y ahora para colmo zhi Mateo y yo no logramozh llevarnos bien, zhervicios zhociales vendrá y se lo llevara a un orfanato y por zhupuesto que mis padreszh me cortaran lazh pelotas szhi ezho pa9sa.

 

Sin duda esta borracho, muy borracho, la botella medio llena sobre la mesa y su repentina lluvia de información me lo confirman, así que decido aprovechar lo que tengo.

 

 

 

Hannah

 

—¿No crees ser capaz de cuidar de tu propio hijo?

—¿No estazh malditamente ezhcuzhándome o que?, yo no quería esto maldición, ella me lo dejó.

—¿Quién te lo dejo?

—Su madre, ella penzhó que él ezhtaría bien conmigo, pero obviamente no ezh azhí.




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