Caricias Perdidas

Capítulo 7

Hannah

 

Sus labios son firmes y demandantes, sus manos sobre mi cuerpo son implacables, me toma por la cintura y me sienta sobre la barra de la cocina sin despegar nuestros labios, enrolló mis piernas entorno a su cintura y con el talón de mis pies lo atraigo hacía mí, puedo sentir su excitación sobre mi humedad y eso envía corrientes eléctricas por todo mi cuerpo, introduce su lengua en mi boca y gimo en respuesta, sus manos están por todo mi cuerpo, tocando, apretando sin perder tiempo, yo meto mis dedos en el cabello de su nuca y jalo de él al tiempo que muerdo su labio inferior, lo escucho gruñir y de un momento a otro me tiene tumbada sobre el sillón de la sala y el encajado entre mis piernas, mientras me besa hace rozar nuestras zonas íntimas en busca de alivio y eso me nubla el sentido, deja de besarme pero se queda a solo dos centímetros de mis labios, puedo sentir como su aliento cálido se mezcla con el mío.

 

—Dime que pare Hannah y lo haré ahora, después no podré detenerme —me susurra.

 

Y sus palabras me hacen entrar en razón, por Dios santo, si se supone que este hombre me exaspera, que es odioso y grosero, ¿qué pasa conmigo?, además Mateo, no podemos mezclar las cosas esto está mal, jodidamente mal, me levanto de golpe y salgo pitando de allí sin mirar atrás.

 

Entro en mi departamento con el corazón bombeándome a mil, toco mis labios y están hinchados, me siento sobre mi cama y siento el peso de lo que acaba de pasar.

 

—¡Mierda! —digo en voz alta.

 

¿Qué rayos fue eso?, fue intenso, muy intenso, está mal, esto no va a salir bien, pero mentiría si digo que no quiero repetirlo y eso está jodidamente peor, no sé cómo voy a verlo a la cara mañana, ¿qué va a pasar ahora?,

 

¡Joder!, pero que me condenen si eso no estuvo bien, estuvo más que bien, no sabía que existía esa tensión sexual entre nosotros hasta que nos explotó de lleno en la cara, aun puedo sentir sus manos habidas rosando mi cuerpo, su cuerpo se veía trabajado, pero hoy pude palpar que está bien definido, hasta juraría que hay un six pack ahí, madre mía que pedazo de hombre resultó ser el Alec, ¿Sería muy descabellado intentar algo?

 

Y con ese pensamiento me quedo dormida.

 

 Robyn

 

Llego del hospital a las 9 y mientras cierro la puerta escucho como se habré una al otro lado, me asomo pensando que es Hannah o Amy para saludarlas, y si, es Hannah, pero ni me nota, salió como una bala del departamento de Alec y entro al suyo, pero no se me escapo ver que llevaba el vestido todo arrugado y el cabello desordenado, ahí paso algo, y no precisamente entre Mateo y ella, porque a estas horas el niño debe estar dormido como mi Dylan, esto no será tan difícil como imagine, ya el deseo salió a flote, lo demás será pan comido, unos celos por aquí, otros por allá y alguno de los dos sedera.

 

Termino de entrar a casa con el humor por las nubes y mi sonrisa me delata porque Daniel me mira curioso.

 

—¿Qué paso? —pregunta.

—No tienes ni idea mi amor, ni idea —le respondo y sigo caminando al cuarto mientras me rio dejando a mis espaldas a un Daniel confundido y frunciendo el ceño frente al televisor de la sala.

 

 

Hannah

 

Los rayos de sol se cuelan por mi ventana despertándome, un nuevo día a comenzado, doy vueltas en la cama buscando la fuerza para levantarme hasta que lo logró, camino hasta el baño y cuando veo mi reflejo en el espejo me golpean todos los recuerdos de ayer, y caigo en la cuenta de que hoy debo enfrentarme a él, con este nuevo descubrimiento de que me atrae, y ayer después de besarnos salí de allí como si el diablo me persiguiera, no sé con qué cara voy a verlo.

Corro a despertar a mi bebé y preparar el desayuno, Alec no aparece, ni siquiera se escucha movimiento en su habitación, todos mis sentidos están pendientes de esa pequeña puerta.

Hasta que se abre, mi respiración se acelera, mis manos sudan, mi ojo derecho sufre un tic involuntario, creo que voy a desmayarme.

 

—Buen día —dice en voz alta mientras se acerca a servirse una taza de café, siento una corriente atrayente cuando pasa junto a mí, pero él no dice nada.

—Hola lolito —dice Mateo con una gran sonrisa llena de leche y cereal.

—Como dormiste ¿Todo bien? —le contesta.

—Si lolito, no vino ningún fueño malo —habla sin dejar de atacar su desayuno.

 

Alec permanece incómodamente callado y esquiva mi mirada en todo momento, imagine que nada sería igual, pero esta reacción es increíble me molesta y no pienso negarlo, somos adultos y fue un buen beso, quizás el mejor que me hayan dado hasta ahora, me da rabia que actue como si nada ocurrio, ten los pantalones se hombre y enfrenta la situación ¡Él me beso a mí Por Dios! ¿y ahora actúa como si se arrepintiera?, pues bien cobarde poco hombre hagamos a tu manera finjamos demencia, hacemos de cuenta que nada paso Alec Garza y quizás tal vez un día olvidemos el hecho de que nos deseamos demasiado. 

 

Alec se voltea sin decir nada y sale del apartamento como un rayo, yo casi enseguida suelto todo el aire que no sabía que tenía contenido, las cosas seran aún más dificiles despues de esto, no debimos besarnos, debi alejarme pero no pude hacerlo. 

 

La semana transcurrió rápido, entre Alec y yo se instaló una incomodidad desde el beso, así que casi no nos vemos, el sale muy temprano y llega muy tarde, no hemos cruzado más de dos palabras en los últimos días, es... horrible, antes hubiera preferido esto, pero ahora que descubrí que besa como los Dioses y que me atrae, no sé si pueda.




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