Caricias Perdidas

Capítulo 10

Hannah

Estuvimos hablando un rato hasta que Mateo empezó a bostezar y Alec me acompaño acostarlo, se quedó ahí sentado en la esquina de la cama observando mientras yo le cantaba a mi cuchufleto, me gustaba que estuviera ahí y a Mateo también, cuando toco la puerta hoy casi me muero de vergüenza, hay algo distinto en él, su mirada es distinta, nos mira como si... Y eso es, lo entendí, invitar a Mateo a comer, llevar a mi sobrino, nuestro beso, después su ausencia de estos días, su reacción cuando llego el ramo, él nos quiere, esa es la mirada de Alec nos mira con amor, pero no sabe cómo lidiar con eso, gracias al cielo, el quiere a su hijo, y sé que también le gusto, y eso me hace inmensamente feliz, tengo fe en ti Alec, sé que vas a superar todo esto, y yo estaré aquí para ti cuando eso suceda.

 

 

Alec

Un ramo de flores, un jodido ramo de flores ¡ENORME!, y yo que entre con toda la disposición de hacer las paces, de decirle que tenga paciencia conmigo, que de verdad estoy intentando sentir de nuevo, luego veo el cuarto que le hizo a Mateo, la familia que le está regalando y mi corazón se inflo con orgullo y admiración por esa mujer, y la deseó como el infierno.

No debo molestarme, lo sé, yo fui el que la besó, ella no se me ha insinuado ni una vez, pero ella me respondió el besó y muy gustosa debo decir, así que sí, me molesta que reciba flores y de un dichoso anónimo, casi se me tuerce un ojo de la rabia cuándo llego el repartidor, pero lo peor fue su cara, su risa, estaba feliz y sorprendida, ¡Joder!

Yo quiero poner esa expresión en su cara maldita sea,  que sea por mí y no por otro imbécil que quién sabe de dónde rayos salió, "respira Alec, respira... ella es hermosa y no es tuya, tú no puedes amar ¿Recuerdas?, cualquier hombre puede tener un pedazo de ella y eso no puedes controlarlo", me repito mentalmente como un mantra, pero no funciona, y las palabras salen de mi boca a penas salimos de la habitación de Mateo.

 

—¿Quién te envío ese ramo? —ella me mira con el ceño fruncido, pero me responde.

—No lo sé, ya sabes que él repartidor dijo que era de un anónimo —

—Sí, pero debes tener una sospecha, alguna conquista, un ex novio —le digo, y la palabra ex novio quema en mi boca cuando la digo.

—En realidad no lo sé, si los pones de esa manera entonces hay muchos sospechosos —me dice con una sonrisa pícara, y yo explotó, no puedo siquiera pensar en ella con otro hombre.

—¡Muchos sospechosos, vaya, pero que calladito te lo tenías Hannah! —le digo con la voz más borde que puedo, ella parece sorprendida.

—¿Y a ti que te importa eso, es mi vida no?, y tú no eres nadie para reclamarme si recibo o no flores —me espeta en mi cara.

—¡CLARO QUE SOY ALGUIEN, ¡ESTAS TODO EL DÍA CON MATEO Y ME PREOCUPA SABER QUIÉN CUIDA DE ÉL, CON QUE TIPEJOS ANDAS!  —le grito sin poder controlarme.

—Primero que nada, baja la voz, y segundo ¿En serio es porqué te preocupas por Mateo, o es porqué estas celoso de mí?, sincérate contigo mismo Alec —me suelta, y sus palabras me impactan, ¿Celos, estoy celoso?

 

 

 Hannah

Esta celoso, me grita, agita las manos en el aire, peina su cabello hacía atrás demasiadas veces, y demasiado rápido, sus ojos parecen que van a salirse de sus cuencas y respira como si hubiera corrido una maratón, le digo que esta celoso y no responde nada, solo me mira.

 

—Déjalo entrar Alec, permítete sentir, Mateo te necesita —le digo en voz calmada.

—No puedo, ya no siento amor Hannah —me dice frustrado.

—¡Por supuesto que no!, hay amor en todo Alec, hay amor en tus ojos cada vez que lo miras, sé que lo quieres, como también sé que me quieres a mí —le digo de golpe y con voz solemne.

 

Me mira fijamente sin vislumbrar ningún sentimiento, pero yo lo veo, ese pequeño destello en su mirada, hay un corazón allí y voy hacerlo latir de nuevo.

 

—No Hannah, no es así, no puedo sentir, mi amor y mis caricias están perdidas, se fueron con ella —me responde, y yo sé que miente.

 

Pero esperare, seré paciente, y necesito que él lo sepa, camino hasta él y colocó mi mano en su corazón.

 

—Aun no lo ves, pero yo si lo veo, aquí hay un corazón que late lleno de amor, sólo debes aceptarlo.

Él no dice nada, solo pasa su mano lentamente por mi mejilla y luego por mi labio inferior, toma una bocanada de aire y sale de mi apartamento.

Yo me quedo ahí, sintiéndome fría sin su calor junto a mí, pero tengo esperanza.

Cinco días desde que llego el ramo, ya empieza a marchitarse y es una pena, el olor que desprende es delicioso, hace que toda la casa huela a flores, me encanta.

 

También son cinco días desde que el Alec que conocía se ha ido casi por completo, para ser reemplazado por un hombre atentó, amable y amoroso, pero no conmigo, sino con mi cuchufleto, todos los días lo lleva al colegio y cuando puede lo busca, eso me ha dejado las mañanas libres para ir al estudio a trabajar, me acompaño a llevar a Mateo a sus clases de natación y no dejo de hacerle porras y animarlo, ahora llega temprano para acostarlo juntos, Alec le cuenta un cuento y yo le cantó, por petición de mi chiquito está durmiendo en mi casa, no quiere abandonar su cuarto, así que Alec decidió acondicionar el cuarto de su casa como un área de juegos, colocamos una alfombra de goma de muchos colores en el suelo, llevamos sus juguetes y también colocamos un pequeño escritorio rojo con dos sillitas para que el haga su tarea, Dylan y él pasan demasiado tiempo ahí; Mateo está más feliz, siempre fue un bebe alegré, pero su mirada a cambiado, su confianza, adora estar con Alec, y sé que poco a poco ellos van construyendo su relación padre e hijo nuevamente, Alec esta sanando su corazón herido y es hermoso ver el hombre que estaba escondido debajo de tanto dolor.




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