Carita De Ángel

CAPITULO 3

NO NOS DIJISTE

 

 

- Te espero en la oficina cuando la niña se duerma.

Había dicho su padre, un hombre alto moreno de cabellos espeso, con semblante serio cuando él iba a subir las escaleras. Ahora se encontraba quemándose las neuronas pensando en que malo pudo haber hecho, pero nada, él era todo menos desastroso, no tenía ánimos ni para matar una mosca, mucho menos salir a inventar con sus compañeros de clase.

Ya quería saber que tenían que decir sus padres, pero al mismo tiempo no. Termino de arropar a Rubí y salió lo más silencioso que pudo para no despertar a esa chicharra que tenía por hermana.

Empezó a bajar las escaleras lentamente pero termino por hacerlo rápido, pensando en terminar con lo que sea que sus padres le dirían tan rápido como se podía. Entro en la oficina y los vio sentados con el rostro serio.

- ¿La niña ya se durmió? – pregunto su madre más grave de lo que pretendía.

- Sí.

- Mmm – dijo su padre pensativo.

Conto los cinco minutos en que ninguno de los tres dijo palabra, un poco impaciente ya decidió romper el silencio.

- Entonces ¿de qué querían hablar conmigo?

- Sobre alguien que… - empezó su padre pero su madre no lo dejo terminar.

- ¿Por qué no nos dijiste?

- ¿Decirles que? – No tenía ni idea de lo que querían saber. – Salí bien, hice todo lo que me dijeron que hiciera cuando no estuvieron ¿qué más querían que hiciera?

- No es eso – dijo su madre mirándolo directamente.

- Daven… Lo que pasa es que vinieron los padres de tu mate para hablar con nosotros.

- ¿Qué? – quedo loco al escuchar a su padre.

“¿Cómo saben que la pequeña es mi mate?”

Pensó sin poder ocultar su cara de sorpresa, no le quedo de otra que decirles.

- ¿Y cómo saben ellos que lo es?

- ¿Entonces sí? – su madre parecía sorprendida y algo más, no sabía qué.

- Si, fue la que se perdió en el bosque…

- Entonces sabes que no la puedes tener – dijo su padre de sopetón.

- Si – suspiro el sintiendo su corazón partirse en pedacitos – No hay manera ¿no? es solo una niña y yo ya casi un adulto…

-No estés triste cariño… - empezó su madre para consolarlo, pero ya no había vuelta atrás.

- No te preocupes por mi mamá, hare lo que desde un principio tenía planeado, estudiare fuera del país y estaré muy lejos de ella… - se levantó sin esperar que le dijeran nada más y se fue.

Se fue a dormir pero sus pensamientos no lo dejaban descansar, sabía que eso pasaría cuando vio a la niña la primera vez, pero pensó que tendría más tiempo para procesarlo, pero no.

 

 

Conversación de los padres de Daven con los padres de Anni

- Tomen asiento – El alfa les señalo donde sentarse y estos se sentaron.

- ¿Es verdad lo que nos dijo por teléfono? – pregunto la madre de Daven.

- Así es mi luna – empezó la mujer – Anni te puede contar ¿Hija quién es el chico que nos recibió en la entrada?

- Es mi amigo – respondió la niña sonriente – Él me dio cocolate y a mí me encanta.

- ¿Y cómo se conocieron? – pregunto el alfa curioso.

- A mí me llego un olod a malvaviscos calientes y quise comed, entonces camine hasta que me lo conseguí en el boque, cuando lo vi solo me asuste porque mi mama dice que no hable con estaños.

- ¿Y por qué te acercaste? – La madre de Daven estaba más que curiosa, un poco entusiasmada, pero impaciente.

- Él me pegunto si quedía cocolate y le dije que si, después quiso llevame a casa.

- Entonces te llego un olor a malvaviscos calientes.

- También a la sopa que hace mi mama las noches que hace muco fio, una que es banca y le pone leque.

- La hago avena caliente en las noches – comunico la madre de la niña.

El padre de Anni, un hombre de pocas palabras, solo estaba cruzado de brazos y con una carota, dándole miradas de vez en cuando a su esposa, que esta las entendía. La luna dijo a la niña algo como “¿quieres jugar con mi hija?” y después la saco de la habitación para volver a los segundos.

- Le seré sincera alfa, esto es algo serio y estuve hablando con mi esposo, llegamos a la conclusión de que…

- No quieren que la niña este mucho tiempo en compañía de Daven – adivino el, silenciado a la señora, miro a su esposa y esta hizo una mueca nada agradable. – Entiendo sus motivos, les prometo que hare lo que pueda pero no le aseguro que será así siempre.

- Alfa, solo queremos que nuestra pequeña tenga una infancia normal, una vida tranquila, que sea decisión de ella si quiere estar con él o no.

A la madre de Daven le molestaba el comentario de la mujer, no encontraba la lógica en todo eso, al ser la pareja destinada era imposible no amarla al instante, el no querer estar a su lado era solo falsedades, que la persona se opusiera a lo que sentía era perder en tiempo, y este no se recuperaba.

- Tenemos miedo de que pueda pasar algo indebido, que el deseo de poseerla sea más grande que lo demás y cometa un error…

- ¿Cómo cuál? – pregunto la madre indignada de lo que la mujer decía.

- Le pido perdón si la ofendí Luna, pero es el miedo de cualquier madre.

- Aclarare algo que creo que ustedes no saben. Mi hijo es la persona más educada y respetuosa de todos los demás de su edad que viven en esta manada, lo conozco perfectamente y sé que sería incapaz de tocarla del modo que estas insinuando, porque sé que él tiene claro que si es una niña se debe cohibir de muchas cosas…

- Cariño – susurro su esposo para que se calmara, pero ella respiro furiosa y le dijo a la señora que la siguiera.

Y eso hizo, se quedaron a escuchar detrás de la puerta de la cocina, justo en ese momento la pequeña le hablaba a Daven sobre si tenía un poco de chocolate, por la rendija hizo que la señora se asomara y ella también lo hizo, pero nada fuera del otro mundo paso, solo que él la sentó en el mesón para que quedaran a la misma altura y después su hija también quisiera subirse.




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