Carita De Ángel

CAPITULO 4

¿NUEVA VIDA?

 

 

Y su padre tuvo razón, lo ayudo haciendo todos los trámites para la universidad, le aviso que se quedaría en un edificio en el centro de la ciudad a donde viajaría con un viejo amigo, líder de la manada del lugar, que tratara de disfrutar y aprovechar las oportunidades que vendría, se hizo el loco de a donde quería llegar su padre con eso.

La noche antes de su partida su madre llego a su cuarto, el que usaba para dormir, con la excusa de que quería hablar con el de algo importante, pero sabía que ella era la que más lo sentía por él, nada como una madre, solo ellas sabían el verdadero dolor de su hijo.

- ¿Tienes todo preparado?

- Si mamá – se sentaron los dos a la orilla de la cama – Les mandare fotos de todo, hasta de mis notas – sonrió forzosamente.

- Hazlo mi pequeño – dijo sonriendo con una pisca de tristeza, para después acercarlo y darle un abrazo. – Tengo días pensando y quiero decirte algo…

- Si es sobre lo que creo que es, mejor no.

- Pues lo escucharas porque debes hacerlo – dijo firme – No me gusta para nada esta situación, estuve hablando con tu padre y de verdad que trato de entender a los padres de la niña, pero no puedo, le deje claro a la madre que tú no eres lo que ella cree, quiero que sepas que sea cual sea tu decisión yo te apoyare, puedes esperar por ella, que entienda y quiera buscarte, convencí a tu padre para que le tenga un ojo enzima siempre…

- Gracias madre pero no es necesario, lo mejor será que yo me vaya…

- No estoy segura de que sea lo mejor, pero sé que tienes muchas cosas en la cabeza y un nuevo ambiente te servirá de algo… O eso quiero creer.

 

 

Y se fue con el corazón y el pensamiento en otro lado. Llego al aeropuerto donde uno de los hombres del amigo de su padre lo esperaba, lo montaron en un carro y lo condujeron entre calles con mucho tráfico hasta la zona céntrica, en uno de esos altos edificios de tantos que lo rodeaban.

Le dio la Bienvenida un hombre alto y corpulento con la piel belluda, tenía porte fuerte y parecía estricto y muy recto, que su palabra era ley, y eso no sabía si le agradaba o sería un dolor de cabeza. Solo asentía a lo que el hombre decía y cuando le extendió una llave se alivió un poco, el hombre se despidió porque tenía cosas que hacer y a Daven no le quedo de otra que averiguar dónde quedaba su habitación por sí solo, subió al ascensor viendo el número de la habitación que tenía anotado el llavero de su nueva llave.

Suspiro cuando la puertas se cerraron y empezó a sonar subiendo, en el segundo piso se abrió y una muchacha entro en él.

- Hola, no te había visto antes…

- Es por que llegue hoy – dijo el mostrando la llave.

- Qué bueno ¿de dónde eres? ¿Cuántos años tienes? ¿estás cansado, quieres que te ayude? – parecía ser una persona muy conversadora, lo contrario de él, ella lo miro y él suspiro al saber que al final no tendría que callarla.

- No te molestes, puedo cargar esto solo y tengo 18 años – dijo para después quedarse callado.

- ¿Qué número es tu habitación? – miro la llave - Ah, la 50, estás de suerte que yo visitare a una amiga que vive en el 45, entonces ere un hombre lobo. Mucho gusto – le extendió la mano que el tomo automáticamente, como si fuera un robot – Soy Bárbara, tengo 18 también.

- Bueno, yo supe que eras una loba desde que entraste.

- Bueno, yo tengo buen olfato pero aquí no lo uso, viven muchas personas que tienen un olor fétido – se tapó la nariz y sacudió su mano con una mueca de desagrado.

- No me ha llegado ningún mal olor…

- Espera a que las puertas se abran en donde viven los humanos… uf – pelo los ojos como si fuera suficiente explicación, el con mirada confusa lo dijo todo – Lo que pasa es que en este edificio vivimos los lobos y los humanos, uno ellos y uno nosotros, así sucesivamente hasta el último que es el de nosotros.

- ¿Y por qué no uno donde estén solo ustedes y otro donde estén solo ellos?

- Los hay, pero los beneficios de los humanos es que derrochan dinero, y donde están ellos más dinero gana el alfa.

- Ah ok – después de saber lo que quería dejo de prestarle atención.

Bárbara parecía tan animada hablando que no se percataba de que no la escuchada. Metido en sus pensamientos ya extrañaba a la pequeña a pesar de haber sido un encuentro tan corto.

*Mi carita de ángel no estará conmigo más*

“Mi pequeñita, la extraño”

*¿Por qué me pasa esto a mí?*

“¿Por qué nos pasa esto a nosotros?”

- Oye, este fin de semana mi amiga y yo haremos una fiesta ¿Quieres pasarte por allí? Es como dije antes, la numero 45, así vas conociéndonos y…

- Lo pensare – dijo y la chica callo.

El resto del camino en el ascensor pasó en silencio, con una Bárbara estrujando sus manos y un Daven cansado. Pensó en las clases que comenzarían en tres semanas exactamente, y lo preparado que se sentía ya, quería tener la mente ocupada tanto como pudiera, saco su celular y envió un mensaje a sus padres, justo en ese momento las puertas se abrieron en uno de los pisos.

- Eh, ya llegamos al piso – dijo incomoda la chica y despego los pies del piso mirándolo – Por aquí queda la 50.

No le quedo de otra que caminar detrás de ella y dejarse conducir por el largo pasillo de paredes amarillas y luces blancas, veía a la chica de espaldas sacudir su cabello teñido de azul cuando caminaba.

- Y aquí es – dijo deteniéndose a un lado de la puerta, una que en la parte de arriba tenía una placa dorada con el número 50 – Yo ya me voy a donde mi amiga, un gusto conocerte, Daven, te veo después… - Y regreso por el pasillo deteniéndose a cinco puestas más allá.

Mientras abría su puerta la detallo desde lejos, tenían casi el mismo tamaño, él era un poco más alto, era delgada de espalda y tenía una pequeña cintura, las ligeras curvas de sus pompis la delataba de que tenía un poco más que la mayoría, redondas y levantadas, por cómo se vestía podía decirse que le gustaba un poco lo gótico, creyó ver una marca en su cuello pero más de eso no.




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