Carita De Ángel

CAPITULO 13

PRIMER ENCUENTRO

 

 

De regreso a casa le conté la pelea que tuve con la enfermera a mi mejor amiga, ella me reprendió pero después dijo que la escena en su cabeza se le hacía graciosa, yo sabía que eso traería un gran regaño, no se le hace daño a los humanos ya que nosotros somos mucho más fuertes que ellos, pero su cara de sapo me altero.

- Rubí – le susurre y ella de inmediato me miro - ¿Qué crees que hará Daven? tu madre me dio miedo en ese momento.

- A mí también, por su bien espero que ya esté en camino.

- Yo no quiero eso ¿y si después…?

- Pues, dale su merecido por idiota, ignóralo, se insoportable con él, se lo merece.

- Pero es tu hermano – dije.

- Es mi hermano y lo quiero mucho, pero tú eres mi amiga, como de la familia y también te quiero…

- Qué lindo, me quieres – dije con un poco de burla pero al mismo tiempo con sentimentalismo, siempre escuchar que alguien te quiere es bueno, y más si es alguien como yo que no tiene nadie cercano, una familia de sangre.

Llegamos a la manada y Ramón nos dejó en la entrada de la gran casa, no se fue hasta que entramos, mi amiga se despidió diciendo que tenía mucho sueño y yo de los nervios no podía hacerlo. Me encerré en el cuarto, justo queda al lado del de Daven pero desde que se fue esta vacío, lleno de polvo, me da como miedo que este caminando por el pasillo y esa se abra mostrándolo, no sé cómo lucirá ahora, solo tengo un recuerdo borroso de cuando estaba niña.

Después de rato sin saber que hacer bajo a la cocina para comer algo, encuentro chocolate en la nevera, lo que más amo en esta vida son esos benditos chocolates, Dios tenga a su lado el creador de algo tan delicioso.

Me voy a mi cuarto y hago lo que de siempre, trepo por la ventana hasta el techo, me acuesto en el techo frio y contemplo la noche con sus infinitas estrellas, dibujando con mis dedos las constelaciones que se identificar, mientras con la otra sostenía mi vida, el chocolate.

No supe en que momento me quede dormida, pero si escuche a Rubí gritando mi nombre, me senté de un salto desorientada, hasta que vi el cielo empezando a cambia y recordé que me había subido al techo.

- Mier*a.

Baje tan rápido como pudo encontrándome a mi amiga en medio de mi cuarto, primero se veía preocupada y después ansiosa.

- ¿Qué pasa? ¿Por qué esa cara?

- Mi hermano está en camino, llamo hace rato que ya había aterrizado.

- ¿Tan rápido?

- Pues sí, ya llame a mama, dijo que venía en camino.

- No puede ser ¿ahora que voy hacer? No se cómo reaccionar cuando lo tenga enfrente ¿Y si no me quiere? De seguro ya tiene otra familia el muy desgracia… - empecé a balbucear y caminar de un lado a otro hasta que mi amiga me grito.

- ANNI CONTROLATE – me sacudió los hombros.

- YA ESTOY CALMADA, ya me calme – me quite sus manos de encima y mire por la ventana, estaba amaneciendo, el cielo estaba teñido de un bello rojo-violeta.

La puerta de entrada se escuchó y Rubí y yo corrimos escaleras abajo, un poco de decepción tuve cuando vi a su madre, pero después sabiendo la salud del alfa, la bombardee a preguntas.

- Está mucho mejor – dijo con voz cansada – Los médicos no le quitaran un ojo de encima…

- Mama ¿Cuánto crees que tarde Daven? – Rubí pregunto lo que yo quería saber.

- Espero que pronto, niñas les voy a pedir un favor, atiendan a Daven cuando llegue, yo me siento muy cansada – bostezo – Le dicen que descanse un poco que después nos vamos juntos al hospitaaaal – alargo la a y subió, perdiéndose en el pasillo hasta su cuarto.

Rubí y yo nos miramos, Ella se fue arriba y yo a la cocina, impaciente busque que comer, no encontré nada que me provocara, había olvidado mi paquete de chocolate en el techo y ahora no quedaba más, mi inquietud fue creciendo en los minutos en que seguía caminando de un lado a otro por la cocina.

No entendía porque me estaba comportando así ¿será porque Daven estaba a solo unas horas? Pero estaba equivocada, solo habían pasado menos de cinco minutos, que desesperada me sentía ya. Cuando el teléfono de casa empezó a sonar mi corazón se aceleró, medio corrí a ver pero Rubí ya se encontraba muy cerca.

Tampoco quería contestar, pero mi necedad estaba activa cuando menos podía y mi nerviosismo, yo que siempre estaba tan tranquila sentía los nervios a flor de piel.

- ¿Tan rápido? – me artero más la pregunta que le hacia mi amiga a la persona del otro lado - ¿Cómo cuánto? – asintió a lo le dijeron – Bueno, nos vemos cuando llegues – colgó el teléfono.

- ¿Qué paso?

- Que como dentro de una hora puede que ya esté aquí.

- ¿Tan rápido? – pregunte también.

- Pues sí, estoy sorprendida, después de tanto tiempo regresa mi hermanito – pareció emocionarse pero yo si no lo estaba, pero mi cuerpo actuaba por si solo.

Me escabullí caminando a mi cuarto, me encerré y en cuanto pude me escape por la ventana, dejando a mi amiga sola en la cocina. Trepe por las paredes y desaparecí por el bosque, para pasar desapercibida. Emprendiendo una larga marcha hasta la entrada.

Quería verlo llegar, acercarme lo suficiente pero sin que él se diera cuenta, el cuello estaba tenido más de rojo, estaba amaneciendo. Pensar que podría pasar me distrajo y en poco, o eso creía yo, ya me encontraba cerca de la entrada de la manada, donde un gran sendero de piedras pequeñas daban la bienvenida a esta, había un cartel con su nombre y en cada lado sentencia el bosque.

Y allí estaba yo, escondida entre los arbusto, escuche un ruido acercándose y tarde descubrí que estaba demasiado cerca, me aleje tan rápido como pude, no siendo muy silenciosa.

Una camioneta negra paso casi al frente de mí, donde una de las ventanas estaban abiertas pero no logre ver nada en el interior. El olor más delicioso llego a mí, un exquisito olor a canela, es extraño como me puede gustar tanto ese olor, y a menta, se sentía refrescante, ese es el olor que creí que había olvidado, pero no, llega el dándome cachetadas con miles de sentimientos.




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