Carita De Ángel

CAPITULO 14

UN REGRESO PECULIAR

 

 

Llegue sin poder pensar con claridad, sabía que algo realmente grave estaba pasando, pero el no saber que era me estaba volviendo loco, miles de cosas pasaban por mi mente, pero las descartaba tratando de ser positivo.

Estaba inquieto mirando a ningún punto en específico mientras el carro me llevaba a la manada, Cuando me llego ese olor tan conocido, por un momento me quede pensando que sería mi cerebro jugándome malas pasadas, no podía encontrarla tan rápido, ni siquiera había terminado de atravesar la entrada.

Mire a todos lados pero solo estaba rodeado de árboles, el carro se alejaba del olor pero yo no lo quería perder, le dije al hombre que llevara mis cosas a la casa de mis padres, yo me tardaría un poco, y sin más me baje y fui al bosque.

Tarde menos de cinco minutos gracias a intenso olor a chocolate del ambiente, pero no solo era eso, también estaba presente otro olor que antes no había descifrado, coco, chocolate y coco, una extraña combinación pero no dejaba de ser fascinante, el olor de los árboles, delos pequeños animales que habitaban en él era casi nulo en comparación con ese.

Y allí la vi, el ser más hermoso que podía existir, estaba en el suelo con una mueca en su rostro, pero de igual formara lo más bello, tenía como un brillo casi segador, o solo era yo que la veía de esa forma.

Quede impresionado con su aspecto, era tan distinta pero eso era algo obvio, sabiendo que tenía más de 10 años sin verla. Su cabello del color del sol estaba largo hasta más debajo de la cintura, pero tenía mechones de color rojo y con ondas. Perecía una sirena, para más específico la de la película “mi amiga la sirena” o algo así se llamaba, una vez mi hermana me había obligado a verla en una de sus tantas visitas.

Pero ella no se veía tan delicada como la actriz, o eso daba a entender su ropa, un pantalón negro con rajas, como si estuvieran rotos pero sabía muy bien que esa era la moda entre los humanos, no se extrañaría si tenía amigos humanos.

No usaba pulseras ni sarcillos hasta donde podía ver, ni un collar, su blusa era un poco suelta pero podía notarla delgadez de la chica, no estaba en el hueso, su cuerpo tenia curvas definidas.

Me acerque para ayudarla tratando de grabarme todo de ella, cuando me miro sus bellos ojos celestes me dejaron son habla, con la mente en blanco, la vi mover su boca y trate de entender lo que me decía pero nada, no quería parecer grosero, sin pensarlo me salió.

- Aquí estoy, mi pequeña.

- Como si me importara...

Escucharla decir eso me dejo un mal sabor en la boca, no pensé que se comportaría así conmigo ¿será que sus padres lograron ponerla en mi contra?

- ¿Estas herida? – Trate de nuevo.

- Estoy perfecta.

- Lo siento si te molesto, no pude resistirme a tu esencia cuando me llego dentro del carro, la curiosidad, las ganas de verte pudieron conmigo…

- Si como sea. Sera mejor que termines de llegar, te esperan en casa. – Arrugue la cara, no pude ocultarlo.

- Déjame acompañarte a la tuya…

- No gracias, yo se llegar sola.

- ¿Anni? – La llame insistente – Déjame acompañarte, por favor, todo este tiempo sin saber de ti, sin verte – Sonaba desesperado, pero eso no me estaba importando.

- Que crees, siempre estuve aquí…

Fue como una cachetada de realidad, ella tenía razón, siempre estuvo aquí y yo no hice nada, ni por mí ni por ella. Corrí detrás de ella, sabía que no me quería cerca pero igual, sentí que debía intentarlo ¿es demasiado tarde? Solo el tiempo lo dirá.

La perseguía hasta la casa de mis padres, aquella que una vez fue mi hogar, ahora lo seria de nuevo, venia para quedarme.

Ella entro por la puerta escapando de mí, cuando entre la encontré cerca de mi hermana, esta estaba con la boca abierta, vi mis molestas a un lado de la puerta pero no preste atención, en menos de un segundo ya Anni se encontraba subiendo las escaleras mientras mi hermana había cambiado de expresión, mirándome con un poco de reproche.

- ¿Qué?

- Nada hermanito – me dijo ahora sonriente, esta niña era medio bipolar – Bienvenido – me dio un abrazo de oso y pue sí, me sentí en casa.

Le devolví el abrazo mirando a la planta de arriba, pero Anni ya no estaba en las escaleras, había desaparecido por el pasillo. Las lámparas estaban encendidas a pesar de que el sol ya estaba alto.

- ¿Y mama?

- Descansando, dijo que te instales y descanses un poco.

- ¿Y papa?

- En el hospital, está vivo – dijo Rubí con voz temblorosa.

Y empezó a contarme lo sucedido mientras lloraba, en algún momento una lagrima se me escapo pero mantuve mis sentimientos a raya, estaba molesto, quería matar a quien sea que lo había hecho pero tenía una urgencia de ver a mi padre, y salí ignorando los gritos de mi hermana.

Tan rápido como pudo me encamine al hospital donde se encontraba mi padre, no me resultó muy difícil ya que era de día, pregunte en recepción por él y me indicaron la dirección, no presta atención a nada de mi alrededor excepto para ver el número de puertas, hasta cuando conseguí donde mi padre descansaba.

Abrí la puerta despacio y lo encontré desayunando, el televisor estaba encendido en algún canal de noticias, mostrando accidentes en las carreteras del día anterior, muy lejos de donde nosotros estábamos.

Cuando logro verme se sorprendió, su rostro se ilumino y algo en el fondo me dijo que se alegraba de verme, yo también lo hacía, a pesar de nuestra distancia era mi padre.

- ¿Qué haces aquí?

- Pues… - tome aire y aclare mis ideas – Mama me llamo pero no me entere de lo que te paso hasta que llegue.

- Pues, gajes del oficio de cada alfa, que estén constantemente atentando con tu vida.

- ¿Desde cuándo está pasando esto?

- Desde hace muchos años – dijo con reproche, trate de no tomármelo mal.




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