¿ALIANZAS?
En mi cuarto solo podía dar vueltas y vueltas con nerviosismo, viendo guindado el vestido en un gancho fuera del closet, pensando en la reacción que quería darle a Daven, me maquillaría y me pondría un collar que tengo años guardando, es de una luna llena, pero con partes vacías, dándole la forma de los cráteres de esta.
Pero lo descarte cuando me decidí vestirme, el vestido es cuello alto y tiene unas delgadas tiras para hacerle un lazo, dándole un toque femenino, parecido a los uniformes de las japonesas de la tv. Pero mejor aún, porque era de un bello rosa claro y esa tela que le daba delicadeza, yo no soy nada de eso pero con ese vestido, sería tan delicada como una flor pero tan feroz como una loba, y es si soy.
Me fui al baño, me veía hermosa y sin maquillaje, yo no acostumbro a ponerme, pero ahora sería una buena ocasión. Me puse manos a la obra, y después de media hora ya estaba lista, no era nada llamativo pero me hacía ver más angelical, inocente, más niña ¿quería dar a entender eso? a medias.
Quiero ser la niña de sus ojos y la de sus pesadillas ¿Por qué? por diversión, me gusta la diversidad, no puedo estar tranquila, y si estaría con Daven él tampoco lo estaría.
Me tome una foto con una bonita pose de mi celular y la subí, y en segundos ya tenía varios me gusta y una vez compartida por mi querida amiga Rubí. Y me llego un mensaje suyo.
_ Hermosa
_Gracias, sube tú también.
Y lo hizo, me llego su notificación desde cargaba un vestido rojo con la falta parecida a mi vestido, pero lisa y con una parte de la espalda descubierta, mi amiga es todo un bombón. Cinco minutos después donde estuve distraída entro por la puerta del cuarto y fue al baño, se posó a mi lado y allí estábamos las dos en la pantalla, una pose recatada pero mostrando nuestros atributos, tanto como se podía, y la subió.
- ¿Nos vamos? – guardo su celular en un bolsillo escondido de su hermoso vestido.
- Lista – le sonreí.
Bajamos por las escaleras cruzadas de brazos y vimos la puerta principal abierta, gente yendo y viniendo, cuando nos acercamos a la puerta vi a Daven fuera, como esperando o viendo que todo estuviera en orden con la mirada, la cena se haría justo enfrente de la casa, como había un espacio abierto y nos gustaba estar al aire libre, la frisa fresca y la vista de la luna.
Todo se veía perfecto, todavía faltaba algunas horas para que la luna estuviera en su punto más alto, ya estaba atardeciendo y algunos invitados, tres de ellos, estaban un poco más apartados hablando con el alfa Orlando.
Vi a Daven aspirar y luego voltear lentamente, mirándome directamente a los ojos y después dándome una escaneada, por todo mi cuarto, y regresar a mis ojos con una sonrisa. Rubí dijo algo que no pude entender y se fue dejándonos solos.
- La más hermosa de los ángeles…
- ¿Qué cuentas? - pregunte dándole un pequeño golpe a su brazo.
- Los días que estuve lejos de ti, para pensar en las veces que te recompensare.
- ¿Qué tienes?
- Me estoy conteniendo, deseo con todo mi ser tenerte en mis brazos – su tomo de voz cambio a un susurro mientras se me acercaba muy lentamente.
- Ni se te ocurra – sisee mirando alrededor.
- Acompáñame un momento a la oficina – me ofreció su brazo pero lo rechace, caminamos uno a lado del otro.
Me puse nerviosa pero al fin entramos a la oficina que se encontraba sola, encendió la luz y me hizo pasar, tranco la puerta y después se fue a por mí y me abrazo, sentándome en el escritorio, enredando sus dedos en mi cabello busco mi boca y yo se la ofrecí gustosa. Me sostuvo fuerte contra él, hundiendo su rostro en mi cuello y aspirando.
- ¿Mejor? – pregunte después de un rato, cuando nuestras respiraciones, sin querer, se calmaron.
- ¿Cuándo me perdonaras? Me cuesta mucho tenerte lejos, quiero que seas feliz a mi lado, dámela oportunidad de hacerte feliz.
- Espera un momento – lo aparte, parecía desesperado y no entendí el porqué de su comportamiento. – Yo ya te perdone, pensé que lo sabias – pestaño mirándome, parecía un niño perdido – Y no puedo saber si me harás feliz… - la puerta sonó y tuvimos que separarnos, y yo pararme del escritorio, acomodar mi vestido y cepillar mi cabello con mis propios dedos, gracias al cielo que no era ningún invitado.
- Hermanito, acaba de llegar el Alfa… - empezó abriendo la puerta pero quedo muda viéndonos a los dos juntos en la pequeña habitación.
- Bueno, voy enseguida – dijo a paso apresurado saliendo de la oficina, algo ¿alterado? ¿apenado?
- Mírala ella, picarona, en la oficina con mi hermano, los dos solos.
- No es lo cree…
- Y que importa, si ustedes están juntos no es nada malo, al menos no para mí – Dijo mirándome con ojos que no pude descifrar. – Deberías estar contenta, mi hermano se ve que te quiere, es tu mate y…
- Te recuerdo que tú eras una de las que estaba dispuesta a patearlo por lo que paso años antes…
- ¿Y qué pasa? Puedo patearlo pero ahora en mayor, se ve arrepentido y te busca constantemente… ¿Cuándo daría yo por conseguir el mío?
- No te entiendo, un día deseas que tu mate nunca llegue y al otro lo quieres conseguir.
- Yo nunca dije eso. Si es alguien que no me valore como su pareja prefiero que no llegue, pero si es alguien que me querrá a pesar de todo, pues si, deseo un amor así, que este conmigo y trate de conquistarme así ya me tenga, alguien que me ponga por encima de los demás, que no importe el que dirán y…
- Ya entendí – dije en un suspiro – Woo, todo eso que me acabas de decir, las demás no pensaran así a tu edad, hablaste como una mujer ya.
- Eso es por vivir contigo, somos más maduras que las demás.
- ¿Lo soy?
- Lo somos, muchas veces hacemos tonteras pero lo somos – decía muy orgullosa.
- También pensé que veías a Kai como tu futuro novio, que estabas enamorada de él…