Carita De Ángel

CAPITULO 26

FABIO

 

 

Todos en la manada parecían ansiosos, estaban emocionados al ver que el nuevo alfa estaba haciendo algo bueno para sus hijos, después de muchos meses, se habían remodelado las escuelas y construido una nueva junto con un colegio para los más grandes. Todo eso del bolsillo de Daven, esa tarde se inauguraría una escuela y un colegio, él había pensado en todo, incluso en lo cerca que podría tener a su ángel, así esta se negara hasta a dirigirle la mirada, no se rendiría.

Esos últimos meses el cambio se hacía notar, ya se estaba ganando el cariño de las personas y muchos que se habían ido como el cuándo joven, regresaron, algunos tienen tiendas, otros son ingeniero, publicista, una doctora la igual que él, había maestras y profesores, tenía la agenda apretada y el corazón vacío, pero ver a muchos felices lo hacía sentir mejor, porque tanto esfuerzo le había servido.

Poco a poco se había ganado el apoyo y el cariño, pero no de la persona que él más quería, pero tenía una paciencia de tortura y gracias a eso había aguantado mucho.

Sospechosamente la manada había estado de lo más tranquila, mientras la paz reinaba pensaba en estrategias y en cómo mejorar todo en ella para un buen futuro.

Gracias a sus ahorros que ahora no había nada en su cuenta, si se comparaba con los primeros días de su llegada, pero eso no le molestaba en absoluto, estaba consiguiendo y haciendo buenas cosas, el dinero era lo de menos en todo eso. Estaba dando todo lo mejor que podía.

Esa mañana de 11 de agosto había estado tan ocupado que no le había dado chance de felicitar a su querida Anni por su cumpleaños número 18, pero en el fondo de la gaveta que tenía la mesa de la oficina se encontraba algo envuelto en papel brillante, y una pequeña carta dedicada a ella. Ya tendría tiempo de entregársela más tarde.

La gente lo estaba rodeando al punto de atosigarlo, pero como buen líder, escucho a cada uno y hablo con autoridad, hasta él se emocionó con lo que estaban a punto de hacer. Su padre tenía todo su apoyo y su madre le sonreía desde la distancia.

Un pequeño grupo camino junto a él para ver las instalaciones, las aulas, cancha y todo lo que era necesario para una buena educación, un lugar adecuado, todo había salido mejor de lo que esperaba, en tan solo pocos meses había logrado lo que a muchos le llevaba años, y todo era por una buena suma de dinero y el poder el convencimiento.

La habilidad de empalagar a las personas para que estuviera de acuerdo a grandes cambios, que grandes proyectos se realizaran con el minino de negativas. Aquella habilidad que no había tenido las ganas ni el chance de usar en todos esos años.

Pero un caso perdido para una sola persona.

Una señora hablaba, la que sería la directora de la escuela, redonda y muy amable, tanto como estricta y meticulosa. Se dirigía a los demás del grupo, tres hombres mayores y dos mujeres de la Edad de Daven, para preguntarles sobre que le parecía todo aquello.

Después de unas dos horas se reunieron en la plaza, donde casi todos estaban allí, reunidos, los niños corriendo de un lado para otro, eso le hizo sonreír en pensar que un día tendría un hijo, lo quería con ansias, los adultos hablaban entre si y otros más allá comiendo de unas grandes mesas que se habían puesto en medio de la plaza, para el disfrute de todo, con unos grandes barriles a cada lado de estas, en uno había un papel que decía “Agua” y en el otro “Jugo” sin especificar de qué sabor.

Se detuvo mucho tiempo con ancianos que tiempo atrás habían sido muy influyentes y que ahora se podían sostener en las dos piernas, gracias a la vejez que portaban.

Por ningún lado vio a su hermana y mucho menos a Anni, pensó en que para ellas eso sería tedioso y un poco fastidioso. Su hermana había cambiado un poco, ya no era la misma niña que lo visitaba durante las vacaciones y charlaba sin parar, había aprendido a callar algunas cosas y a respetar otras.

Él también había cambiado esos meses.

Después que Anni le había quitado el habla y cada vez que lo descubría mirándola le lanzaba cuchillos por los ojos, se aleja de él y lo traba indiferente, pero eso solo lo ponía más intenso, hacia las cosas para molestarla y ver que al menos lo miraba con odio se iba triunfante a sus deberes, se las tenía que cobrar por cada vez que sacaba algo del armario, se lo colocaba y empezaba la comezón y el ardor. Ahora las cosas no estaban tan tensas, pero igual era poco la comunicación que tenían.

- Cuando usted quiera, señor – dijo una anciana acompañada de su también aciano esposo.

Le aclaro la garganta y por arte de magia todo aquel que estaba en la plaza callo y volteo a donde él se encontraba de pie.

- Buenas tardes mi gente, me honra que todos estén aquí para presenciar este gran paso que me ha llevado meses, pero han sido los más largos de mi vida - les regalo una sonrisa – como también placenteros, me propuso mejorar tanto este lugar que es nuestro hogar, y no parare hasta conseguirlo. Pero como todo le debo las gracias a mi padre y mi madre por dame fuerzas y a todos ustedes por darme a oportunidad. Sin más que disfruten de la velada…

Se dirigió a donde sus padres esperaban, hablaban con un hombre de su misma edad, en ese pequeño trascurso algunos le agradecían y otros lo felicitaban. Ya hacía tiempo que esa manada había pasado casi al abandono a pesar de los buenos líderes que la llevaban. Una pequeña crisis podía cambiar las cosas para bien o para mal.

- Mi vida – su madre se abalanzo a él para darle un abrazo de oso y luego cruzar su brazo con el musculoso de él – Has estado maravilloso, no sé por qué pero te imagine así el día de tu boda. Seria grandioso, tan guapo y…

- Mama – advirtió dándole una mirada.

- Orlando, un gusto conocer a tan exitoso joven – El hombre que hablaba con Orlando camino hasta Daven. – Ha sido un alivio para todos tenerlo aquí, señor…




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