Carita De Ángel

CAPITULO 27

FELICIDADES A TI

 

 

Por un segundo el hombre se sorprendió pero después sonrió maliciosamente y se separó un poco de Anni.

- Auxilio – dijo Anni todavía sin aliento.

- Que disfrutes tu vida sin tu mate…

Fabio levanto en cuchillo que estaba en su mano y bajo el brazo con fuerza.

Anni no tuvo tiempo de agarrar aire cuando vio en cámara lenta como la hoja de metal bajaba a donde ella estaba, en menos de un segundo ya había un cuerpo entre la trayectoria del cuchillo y ella, y Daven la miraba profundamente.

De su boca salió un quejido de dolor y Anni grito fuerte su nombre.

El hombre que todavía estaba presente saco el cuchillo de su costado y lo alzo para dar otro ataque. Daven se tumbó al suelo llevándoselo con él y con la fuerza que le quedo le dio un golpe en la mano y el arma salió volando a otro lado de la habitación, lo agarro a los lados de su cara y con un simple movimiento le torció el cuello, quitando otra vida con tal de salvar a la persona que amaba.

Todos los que estaban en la cocina habían escuchado el grito de Anni y subieron para ver qué pasaba, Daven escucho los pasos en las escaleras.

- Tapate – movió su mano a la sabana y ella se tapó.

- ¿Qué está pasando…? – empezó Orlando pero cuando vio lo que había pasado quedo mudo.

- Papa – dijo alterada Anni, enrollada con la sabana corrió hasta el hombre y se le lanzo enzima – Ese hombre el enterró un cuchillo a Daven – grito.

- ¿Qué? – dijo su mujer detrás y también grito cuando vio a su hijo arrodillado y sangrando en su espalda.

La casa se volvió un caos, llevaron a Daven al hospital y sacaron el cuerpo del hombre del cuarto de la chica, ella aprovecho que estaba sola y corrió para ponerse un mono y después lanzarse por las escaleras hasta montarse en el carro donde llevaban a Daven.

Lo atendieron de emergencia, pero raro fue que Daven no se había quejado y estaba de lo más tranquilo, los doctores trabajaron con rapidez y en poco tiempo ya tenían un diagnóstico, tenía el pulmón izquierdo perforado, milagrosamente no había más daño y la operación sería difícil pero exitosa.

- Casi te pierdo – dijo Anni horas después.

Los exámenes decían que estaba todo bien y ya su cuerpo estaba curando, su herida se estaba sanando a tiempo record para ser un hombre lobo.

- No podía morir sin darte tu regalo.

- ¿Un qué? de verdad que estás loco.

- Solo se cumple 18 una vez en la vida, ya tenía un regalo perfecto, quería dártelo cuando todos se fueran.

- ¿Y que es?

- Cuando te lo de sabrás.

- Donde está, yo lo busco y lo traigo para abrirlo contigo…

- ¿Impaciente? – ella se sentó más cerca de él y sostuvo su mano.

- Un poco – se le escapo una lagrima - ¿Estas bien? ¿No te duele nada?

- Me duele un poco pero nada que no pueda soportar.

- ¿Por qué te gusta meterte entre los cuchillos que van hacia mí?

- Es mi nuevo hobby, sálvate de muy malas situaciones.

- No sé qué haría sin ti…

- Seguir viviendo, así como yo haría si un día me faltaras, es la vida triste – sonrió tratando de animarla – Pero mientras estes muy cerca hare todo lo posible para que sobrevivas…

- ¿Qué dices?

- Ya es la segunda vez, no quiero que se repita una tercera vez, si ese fuera el caso estaría listo para dar mi vida para que tu vivas, querría darte la oportunidad, que sea feliz…

- Yo ya tengo la vida que quiero, ya soy feliz.

- Entonces yo también

A la habitación entraron sus padres y su hermana acompañados del doctor.

- Buenos… - miro el reloj de su muñeca – días.

- ¿Ya puedo irme? – sentía un gran deseo de llegar a su casa y dormir en su cama.

- De hecho si – se sorprendió.

- Un gusto verte – su padre estrecho la mano del doctor.

- A mí también, más tarde pasare por tu casa para ver cómo sigue – miro a Daven.

- Hasta pronto – le sonrió su madre despidiéndose.

Nadie hablo hasta que el hombre se fue.

- Entonces lo conoces – miro a su padre.

- Si, estudio conmigo, es un viejo amigo, dijo que no eran tan grave como se pintaba, Pero si debes descansar por lo menos unos cuatro días, no forzarte y comer bien.

- Ok

El con ayuda de su madre y de Anni, fue hasta fuera del lugar, lo trataban como si se fuera a romper. Tuvo paciencia y se montó en el carro, Su padre manejo tan lento como si estuvieran yendo a pie.

- Papa, estoy cansado ¿podemos ir más rápido?

- No, ya soy un hombre viejo, necesito que vivas por mucho tiempo, hasta que me des nieto – miro a Anni y ella a él, después los dos enrojecieron.

- Tendrás que esperar mucho entonces – Dijo después de un rato – Rubí apenas va a cumplir los 16 así que…

- ¿Y yo por qué? Tu eres mucho mayor… - cayo en cuenta tarde y callo – Yo no tendré hijos…

- ¿Por qué hija? – pregunto su madre.

- No quiero cambiar pañales cagados y tener que pasar por esa etapa de vómito y vomito…

- Yo con Daven no tuve esos malestares.

- Yo si – dijo Orlando un poco sonriente – Recuerdo que vivía malo mientras su madre se la pasaba en la cocina comiendo dulces…

 

Como no quería que lo ayudaran, con mucho esfuerzo subió los pequeños escalones de casa, escondiendo el dolor intenso que sentía, para que no se preocuparan por él y lo trataran como cristal.

- ¿Necesitas ayuda? – se ofreció Anni, estaba a punto de negarse pero una idea vino a su mente.

- Si – y le sonrió, ella asintió y tomo su brazo.

- ¿Enserio nada te duele?

- La cabeza un poco.

- Cuando entremos te daré una pastilla.

Su madre abrió la puerta y todos entraron rápido para refugiarse del frio que rodeaba la manada por las noches, Rubí salió disparada por las escaleras hasta su cuarto y Anni lo fue llevando a paso lento para que el subiera.




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