Carita De Ángel

CAPITULO 31

VISITANTE INESPERADO

 

 

Ente gruñidos excitantes Anni quedo completamente desnuda y de un momento a otro Daven ya la tenía acostada en la cama sin dejar de besarla.

Se tomó su tiempo para contemplarla en la oscuridad de su cuarto, sonriendo cuando vio los ojos amarillos de su loba, y ella sonrió cuando vio los de Daven de un rojo intenso con unas delgadas líneas más oscuras en el iris de sus ojos.

Lo acercó para besarlo y la facilito en trabajo abriendo sus piernas, dándole más acceso a su zona intima, él moviendo sus caderas la hizo estremecer, con los ojos bien abiertos disfrutando de la vista que ella le brindaba, estaba preparando su entada para introducirse en ella lentamente.

Cuando los toques en su puerta se escucharon.

- ¿Daven? – era su hermana – Te necesitan abajo.

Se separó de Anni y la cubrió con una sábana, de un salto llego hasta la gaveta y saco un bóxer.

- ¿Qué paso? – dijo con fastidio tratando de sonar normal.

- Que tenemos visitas y quieren hablar contigo… - trato de abrir la puerta pero él la detuvo y se atravesó para que su hermana no viera el interior.

- Diles que un momento bajo.

Rubí se asustó que en un segundo ya estuviera en la puerta cuando lo escuchaba un poco lejos, asintió tragando saliva y se fue. Daven serró la puerta y volteo a ver a una Anni apenada envuelta en las sabanas, él sonrió pensando en que su olor perduraría en estas.

- Preciosa, tengo que ir abajo ¿te veo más tarde? – busco ropa entre el armario.

- No, estaré haciendo… cosas – sonaba molesta.

- Quédate conmigo, te necesito a mi lado.

- No…

- ¿Por qué?- se paró firme mirándola desde la distancia con una penda en su mano.

- No puede ser posible, mira como me dejas ¿Cómo quieres que actué después de casi entrégame a ti? Esto no es un juego para mi… - Se sentó en la cama y la atrajo a su cuerpo.

- Creo que ya te entiendo, pero no tengas miedo, seré todo tuyo al volver – la beso – Hare esto rápido y vuelvo contigo, eres mi vida, no te vayas – le dio otro beso dejándola sin aliento. – Mientras disfruta de este regalo – de la primera gaveta que tenía la mesa de noche saco un paquete envuelto en papel de regalo rojo y lo dejo en las piernas cubiertas por sus sabanas – Disfrútalos mientras estoy abajo.

Salió del cuarto dejándola sin palabras, frustrada rompió el papel que envolvía el paquete encontrándose con una gran caja de bombones de chocolate, toco lo que contenía chocolate era lo que le encantaba y una sonrisa se le escapo, se metió una a la boca y dejo la caja apartada para encenderla luz del cuarto.

Encontrándose con un desastre desde el baño, habían empapado todo el lugar y tenían ropa todavía húmeda en el suelo. Fue al armario de Daven y saco una de sus franelas para dormir y se la coloco para después ponerse a limpiar un poco lo que habían causado en su momento de calentura.

Por otro lado Daven se encontró a sus padres hablando con tres hombres en la cocina, les habían ofrecido un aperitivo y una taza de café, parecía ser una conversación seria y podía nota el nerviosismo de su madre, respiro profundo y  se dejó ver en la puerta de la cocina.

- Buenas noches, señores – no hacía falta ser experto para nota el aura de autoridad que rodeaba a uno de ellos, era un alfa. – Bienvenidos a la manada ¿Qué asunto importante los trae por aquí sin aviso de antemano? – fue directo al royo con un mal presentimiento.

- Un placer conócelo – dijo sonriendo maliciosamente el hombre – Soy el alfa Cenon Castillo.

Daven le estrecho la mano sin decir nada, haciendo una mueca con sus labios.

- Vine por asuntos serio, sospecho de que usted ya está enterado…

- ¿De qué cree usted que yo debería estar enterado? – señalo las sillas y se sentaron uno al frente del otro en el mesón, Daven posicionando sus codos y entrelazando sus dedos para descansar su barbilla en ellos.

El hombre dio una mirada a su alrededor, su madre salió pero su padre y el acompañante de Cenon se reusaron, sentándose uno a cada lado.

- Tengo traidores en mi manada, han estado lavando el cerebro de mi pueblo volviéndolos criminales. Estos condenados han tratado de matarme y otros de escapar de la manada…

- ¿Y qué tiene que ver eso conmigo?

- Una fuente me ha dicho que usted los está ayudando, son criminales y sus vidas me pertenecen…

- ¿Y si esa fuente está mal informada?

- Es confiable, ahora dígame usted ¿Dónde tiene a mi gente escondida?

- Me parece que se equivoca conmigo – se trono los nudillos y trato de parecer lo más relajado posible pero por dentro hervía de rabia.

- Dejemos el formalismo por un lado, le advierto que si no me entrega a esos criminales le declarare la guerra, son asuntos que me conciernen solo a mi…

- Déjese de amenazas conmigo…

- Por favor niñito, tengo más poder que tú, más te vale tratarme como se debe…

- Más te vale callarte que estas agotando mi paciencia… - el hombre se levantó de golpe encolerizado y un poco rojo, Daven levanto su mano en señal de pare desde su asiento – Para su tranquilidad, no albergo a ningún criminal de su manada en la mía. Ahora te lo repetiré una sola vez, tienes media hora para salir de mis tierras…

Con eso se levantó y dejo a los dos hombre con su padre, dejando un camino impregnado de autoridad, sin tiempo de que su visitante rechistara, subió las escaleras pasando por un lado de su madre, directo a su cuarto y se encerró.

Vio a su ángel tan hermosa con una de sus prendas y sonrió, pero la felicidad no le llego a los ojos y Anni lo noto. Le pregunto ¿Qué sucedía? y lo trato de animar. Pasando a ser una noche más agradable entre mimos y besos con chocolate.

Abajo en la cocina, la visita inesperada quiso hacer un alboroto pero Orlando le corto y con educación y un poco de dureza lo saco a patadas de la casa, ordenando a sus hombres que no se separaran de él hasta que abandonara la manada.




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