Carita De Ángel

CAPITULO 33

 

Nietos al fin

 

Esa mañana cuando fueron a desayunar todos se sorprendieron ya que el olor de los dos estaban mesclados, haciendo evidente lo que en la noche habían hecho, al parecer todos lo tomaron de maravilla pero Anni no sabía en qué hueco meterse y desaparecer, Daven parecía tranquilo pero el palideció cuando todos se alborotaron un poco, siempre fue tímido y le molesto que su familia no tuviera un poco de consideración con esa parte de su personalidad, no quería que su pequeña se sintiera avergonzada pero ese sentimiento cayo en él cuando su madre dijo algo sobre tener nietos.

Se asustó porque eso era lo más probable ya que no habían tenido ningún tipo de cuidado. Bárbara se alegró por los dos y paso su brazo por los hombros de Anni, para decirle al oído.

- Si tienes alguna duda sobre lo que sea, puedes llamarme, y si es sobre niño yo te puedo contar un sinfín de cosas…

- ¿Qué? – pregunto confusa.

- No te aflijas preciosa, si llegaras a quedar embarazada el más feliz seria el – señalo a Daven que las miraba curioso, su amiga le regalo una sonrisa y después dirigió su atención al más pequeño de sus hijos que  hacia un desastre con su desayuno.

 

Una semana después toda la familia fue a despedir a Bárbara y a su esposo, la madre de Daven un poco histérica ya que sentía que la bebe vendría en cualquier momento y un viaje no era de lo más recomendable.

No salieron del aeropuerto hasta que el avión despego y desapareció entre las nubes, después de eso, los cinco fueron a comer algo en la ciudad, para pasar el rato en familia antes de volver a la manada y los deberes.

Después de pasar un buen rato y divertirse decidieron volver, riendo en todo el camino, todo ese día transcurrió demasiado tranquilo y Daven pensó que ya sería el momento de visitar a aquellas personas que se escondían en sus tierras.

Al día siguiente le llegó la noticia que a su amiga Bárbara le dieron los dolores de parto a medio camino y su madre dijo algo parecido a “Lo sabía”, vieron a la dulce Verónica, una niña grande y con muy buena salud que pateo a su madre hasta después de salir de la panza.

Daven estaba ilusionado y Anni con la esperanza de poder dar le un cachorro rápido, ya quería tener un mini Daven corriendo por toda la casa.

 

 

Una tarde Daven estaba más atento de lo normal con Anni que le ponía los vellos de punta, la sostenía para bajar y subir las escaleras y ella se molestaba por tratarla tan delicadamente.

- Acaso soy invalida – le había gritado perdiendo los estribos.

- Mi princesa, claro que no, pero quiero tenerte siempre cerca – trato de sonar normal pero la emoción no le cabía en su cuerpo y su lobo saltaba de felicidad.

*¿Qué se trae este?* se dijo mirándolo

“No tengo idea” contesto su loba con una risita sospechosa.

Pero ella sabía lo que pasaba, pero no quería decirle. Daven planeo una cita tratando de que todo saliera perfecto y cuando tuvo  todo listo fue al cuarto de Anni.

- Mi hermoso ángel – sonó muy empalagoso para ella pero no le dijo nada – Vístete bonito.

- ¿Y eso, para qué?

- Quiero llevarte a comer helado.

- Rico – se antojó y fue a vestirse.

 

Si comieron helado y en el camino Daven la lleno de regalos que le pidió que todavía no abriera hasta que él le dijera. Anni pensó que estaban de regreso pero  Daven tomo otra ruta de piedra y se estaciono metros más allá.

- ¿A dónde me llevas? – sonrió

- Sorpresa.

Fue lo único que dijo y la cargo en sus brazos maniobrando para que la bolsa de regalos quedara colgando en sus dedos, hasta llegar a un lugar del bosque donde habían velas esparcidas y una manta en el suelo de tierra, con una cesta llena de frutas en el medio y una botella de vino a un lado.

- Que hermoso – dijo Anni contemplando el lugar y como la luz de las velas se reflejaba en los troncos y las hojas de los árboles.

- Todo esto es por ti – la sentó con cuidado dejando un beso tierno en su frente.

- ¿Solo por mí?

- Por ti y nuestro cachorro – miro su vientre – Ya quiero tenerlo en mis brazos – la abrazo poniéndola en su regazo.

- Espera ¿Qué?

- Lo que escuchaste princesa…

 

Hicieron el amor al aire libre por horas celebrando su embarazo a solas y disfrutando de sus cuerpos. Cuando quedaron saciados regresaron a la casa y ya todos estaban en cama, así que esperaron hasta el otro día para dar la buena noticia.

La madre de Daven tenía tanta felicidad que no le cabía en su cuerpo, lloro y rio abrazando a la pareja, llamo a sus amigas para darles la buena noticia, ellos querían mantener todo más en secreto pero la mujer se negó, quería gritar a los cuatro vientos que su hijo seria papa. Su padre fracaso convenciéndola y en poco tiempo ya toda la manada celebraba la noticia.

Que en pocos meses la panza fue creciendo y Anni se quejaba de verse gorda, pero Daven no la dejaba sin amor para darle. Hasta que lo que todos esperaban llego y nació un pequeño cachorro fuerte y sano, las madres jóvenes y las ya mayores se enamoraron del pequeño bebe de cabellos negros y abundantes como su padre y ojos del cielo como su madre.

Un niño realmente encantador, fue la sensación del momento, todos querían conocerlo y las mujeres querían cargarlo, recibieron muchos regalos.

Las personas que habían salvado las pudieron integrar en la manada y ellas estaban más que agradecidas, llenaron la casa de regalos y se ofrecieron en cuidarlo cuando ellos estuvieran ocupados, muchas querían estar cerca de la pareja por la ayuda que le habían brindado, se ofrecían trabajar en la casa, el jardín, hasta en ayudarlo con las nuevas escuelas.

Pero a pesar de la felicidad que abundaba en todos lados había un alma perdida que se llenaba de odio muy lejos de allí pero lo suficientemente cerca de la feliz pareja.




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