HERIDAS QUE TEDESTRUYEN
Los minutos pasaban lentamente para ellas cuatro y las demás personas que esperaban allí, dando brinco cada que escuchaba algún ruido fuerte.
El pequeño en los brazos de Anni se rindió al cansancio y se quedó dormido en los brazos de su madre, la mejor protección que podía llegar a tener.
- Mama – dijo Rubí – tengo miedo ¿Quién nos está haciendo esto?
- No lo sé Rubí, pero mantén la calma – Se le acercó al oído – Si actuamos con miedo pondremos a todos mal, por favor no los desesperes – escucho Anni ya que estaba cerca.
Suspiro mirando a todos los que estaban abajo con ellas, se escuchó el grito de una mujer desgarrándose la garganta y todos murmuraron.
“Estamos acabados” “Nos mataran a todos” “Nos dejaran en solo cenizas” decían con miedo en sus voces. Anni no podía permitir que su gente callera.
- No digan eso, tenemos un buen alfa, es fuerte ¿tan poca fe le tienen? Él nos protegerá, pero no pierdan la paciencia, todos necesitamos ser fuertes, no se rindan.
Todos la miraron con atención y después asintieron, agarrando valor a sus palabras.
- Tienes razón hija - la miro su madre – Juntos somos un pueblo fuerte.
- Tenemos que ser valientes – dijo Rubí de ultima.
Luego se escucharon otros gritos y el sonido de la candela al quemar la madera, después el olor a quemado, las paredes empezaron a expulsor humo negro y todo se levantaron gritando y corriendo a la salida.
A ellas no le quedo de otra que hacer lo mismo, pero mientras trataban de tranquilizar a la multitud. Cundo salieron al exterior se consiguieron con cuerpos por todos lados y las casas incendiadas para acabar con lo poco que quedaba.
Escucharon pasos a sus espaldas, cuando voltearon se consiguieron con tres hombres de su manada todos ensangrentados, uno de ellos con el brazo en una rara posición.
Por otro lado estaba Daven luchando con los hombres que se metieron a su manada a matar, varios de sus hombres se defendían pero los superaban en números, mato tantos como pudo y cuando escuchaba un grito salía corriendo a socorrer, un grupo de ellos estaba torturando a una mujer que se había negado a dejarse llevar, un hombre yacía cerca del grupo, sin vida y la mujer gritaba su nombre retorciéndose en los brazos de los otros.
Daven corrió y se lanzó al más cercano, haciendo que se tambaleara hacia delante y cayera arriba del que sujetaba a la mujer, que también cayó al suelo con otro grito y cuando vio que su alfa la ayudaba empezó a golpear al hombre que no la quería soltar.
Él se levantó y golpeó a los demás, pero lo superaban en número, estaba residiendo demasiados golpes, él era resistente pero el cansancio podía jugar en su contra, cuando creyó que acabarán con el llego su padre. Que a pesar de su edad todavía podía luchar, juntos acabaron con los hombres y corrieron por toda la manada, viendo más cuerpos de su gente y del enemigo por todo el piso. Estos últimos eran menos y alguno todavía agonizaban.
Los minutos pasaron lentamente. Creyó que la batalla había terminado y empezó a caminar a la plaza, encontrándose con aquellos dos hombres muy conocido.
El que lo había amenazado y el que ahora era traidor, todo encajó en su cerebro y supo que no debió confiar en él, todo porque su ahora esposa se pidió ya que ella también confío en él.
Que tontos habían sido los dos.
- Vaya, vaya. – Dijo el moreno con sorna.
- Dos Alfas de un tiro – Le siguió el alfa Cenon.
- Tu otra vez – rugió Orlando.
- Es curioso – siguió hablando – Tengo en frente a dos alfas y uno de ellos no se acuerda de mi…
- Se perfectamente quien eres – dijo Daven perdiendo la paciencia.
- No es de ti de quien hablo, niñito.
- ¿Qué quieres? ¿Cuál es tu excusa para venir y atacarnos? – Pregunto Orlando
- No es ninguna excusa – dijo de lo más tranquilo empezando a caminar despacio – De niño vine una vez a visitar esta manada y que asqueado con la manera de pensar de cierto niño…
Daven, su padre y algunos de sus lobos no sabían de que hablaba el hombre y decidieron callar, pero sin ocultar en sus rostros las facciones de confusión, enfado y fastidio.
- Ahora veo que ese niño al crecer le ha lavado la cabeza a su hijo, juntos han hecho de esta manada la más débil, con su pensamiento de paz, han intentado cambiar las costumbres que nos persiguen desde el principio de nuestra existencia, están yendo en contra de nuestra naturaleza salvaje…
- Entonces confiesas que eres un asesino…
- Todos lo somos – grito alzando los brazos - Ustedes serán la primera manada que cae a mis pies. Una a una serán eliminadas, yo creare una nueva era para los lobos, ya no nos esconderemos más…
- ¿Qué carajos dices?
- Seré el rey de todo esto – señalo a su alrededor – El Dios y señor de un nuevo imperio, una nueva era, donde seremos temidos por los humanos y amados por nuestra especie…
- Ya basta – grito cansado de escucharlo – Tú no eres digno de ser rey, lo que quieres es llevarnos a la perdición, mis hombres no seratuyos
De un momento a otro las palabras ya no tenían lugar allí, el primero en arremeter fue ese alfa ambicioso y vengativo, y el primero en caer fue en amigo de su luna. Daven no podía entender como habían llegado a ese extremo.
Lucho con garras y colmillos a los suyos, le preocupaba su ya viejo padre que peleaba con lentitud, aquellos hombres que estaban en su contra iban perdiendo la batalla. Pero Cenon seguía en pie con expresión burlona, esperando en ser atacado, muy altanero y confiado.
Se le acercó para ser él el que luchara con el hombre, pero escucho un grito a su espalda y luego vio al hombre mirar en esa dirección y reír, los poros se erizaron al saber de quién había sido el grito.
Volteo justo para verla caminar con su hijo en brazos hasta donde estaba su amigo dando su último aliento forzado, las lágrimas se le escaparon, se arrodillo y puso una mano en su mejilla.