Carita De Ángel

CAPITULO 36

 

EL PROXIMO REY 

 

Estaba en el salón de reuniones solo, esperando por su padre y la supuesta noticia que le tenía. Desea que no fuera un compromiso arreglado como venía haciendo desde que volvió a su país. La esposa de su padre fue la de la idea al ver que o encontraba su mitad, no la culpaba, ella solo quería hacer bien su deber, ser una buena luna, y las responsabilidades de la pareja del rey eran demasiadas.

Pero cuando descubrió que ella le había metido esa idea a la cabeza de su padre no había podido tener ni una semana de tranquilidad. Era alguien sociable, al menos antes de eso, le gustaba estar rodeado de personas, pero allí todo era diferente, las personas que se le acercaban era por mero interés, el poder que tenía al ser futuro heredero y alfa.

Sentía que había cambiado para mal, ya no era tan alegre, pero había ganado madures y aprendido por las malas a dar órdenes, ser el que manda y la última palabra, después de la de su padre.

El silencio de esa sala lo estaba torturando porque escuchaba las voces en su cabeza, recordándole todo lo que tenía que hacer, lo que debía hacer y una más grave diciéndole que no era capaz.

“En este momento detesto estar en tu cabeza”

Dijo su lobo.

Este había sido muy comunicativo con el tiempo atrás, pero desde que regreso lo sentía pero no lo escuchaba, se había apartado un poco y eso lo hacía sentir mucho más solo.

“Si tienes alguna idea el cual yo deje de pensar tanto la tomaría con mucha alegría”

Le dijo arto de sí mismo, sus emociones se estaban volviendo tan caóticas que le costaba tanto controlarlas. Se preguntaba que estaba pasando con el si desde que tiene memoria supo aguantarse las cosas, aprendiendo que decir en el momento correcto y a su vez que no decir.

Su última misión había sido todo un alivio porque en ningún momento fingió, todo le salía tan natural, estuvo esos meses de lo más relajado, conoció a muchas personas maravillosas, muchos se ganaron su respeto, ahora había descubierto la otra cara, ya tenía una sospecha pero no sabía que sería tan perturbadora.

Su celular sonó con la llegada de un mensaje y desde su sitio vio de quien era, una de aquellas tantas mujeres que su padre le había enviado para relacionarse, para ser sincero lo había obligado a relacionarse con ella, pero nada había pasado, su mente  corazón ya tenían dueña y nada ni nadie lo podía cambiar.

“Quiero verte pronto, cariño”

Decía el texto, que podía decirle a la mujer para que entendiera que nunca tendría nada con él, que se dejara de ilusiones. Al principio fue educado con ella, demasiado pensó después, no era alguien grosero y no le gustaban las personas que sí, pero ahora estaba un poco cansado, la mujer no era mala persona, hasta donde la conocía, pero a su parecer se comportaba de manera tonta, tratando de verse más inocente de lo que era, pero su rostro ya no era el de una adolescente. Tampoco es que era fea, era hermosísima, pero no su tipo.

Vio la hora y se impaciento, ahora ya no contaba con la misma paciencia de hace años, ya no era el chico que escuchaba y cataba ordenes, había aprendido a dar órdenes, hacer que su palabra fuera cumplida y en algún momento de su aprendizaje la paciencia ya no vivía en él.

La puerta de la sala fue tocada por unos nudillos y suspiro, volvió a tomar aire y miro al reloj, ni un minuto más ni uno menos, perfecto era la palabra para describir ese hombre en cuanto a puntualidad.

- Pase – ya sabía quién era, su olfato lo delato y creía más o menos saber de lo que quería hablarle.

- Buenas noches, hijo ¿Que tal estas?

- Bien – dijo mirándolo sospechoso.

- Tu madre te quiere en la cena, tendremos invitados. – No era su madre biológica, pero había criado de el por muchos años, así que si se sentía más como una madre para él.

- ¿Cuál es el motivo?

- No hay ninguno en particular – le sonrió ocultándole información, lo podía sentir, pero esa noche no estaba de humor para seguir sus juegos.

- Entonces no importara si no asisto…

- Te ordeno que asistas a la cena, soy tu padre y sigo siendo tu alfa…

Se mordió la lengua para no replicarle a su padre y ser grosero, él no era de esos y no lo seria, el mayor tenía razón y todos merecían respeto, por su cabeza rondaba mucho la frase “hay que respetar para ser respetado”

Su padre se levantó y se marchó sin decir nada más. Él se decidió por aprovechar los pocos minutos que le quedaban para trabajar, de una de las gavetas del escritorio saco una laptop y la encendió, después se metió en la carpeta que decía “inventario” y abrió el archivo mas resiente.

Después de un rato se dio cuenta que había muchas cosas que comprar, para mantener una manada tan grande se necesitaba de mucho dinero, las cosas iban y venían y existían muchas bocas las cuales tenían que alimentar.

Cuando creyó suficiente cerro el aparato y cogió su celular para ponerlo en silencio, tenía la regla para si mismo que después de las horas de trabaja se desentendía del celular, ya a altas horas de la noche no estaba disponible, si era algo urgente lo podían llamar a la casa e ir a darles una visita a él y a su padre.

Se lo guardo en el bolsillo y salió al pasillo, caminando con paciencia metido en sus pensamientos, hasta que una mujer mayor se le acerco.

- Señor, la señora lo espera en el comedor…

- Muchas gracias por avisarme – la corto y camino hacia donde la mujer había venido.

Cuando llego su padre le dio una mirada de reproche y su esposa sonrió, lo estaban esperando junto con una familia, un hombre canoso y panzón, una señora de buen vestir, junto con lo que pensó que serían sus hijos, un joven de aproximadamente 15 años de cabellos dorados y finos y una joven de cabello castaño y ojos oscuros, de apariencia alegre y deslumbrante.

La comida ya estaba servida pero no habían probado ningún bocado.




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