Partida
- Luna, no podemos dejar nuestro hogar…- empezó una señora con su pequeño en los brazos y a sus pies un niño de al menos cinco años y una niña de tres.
- No nos queda nada aquí…- dijo otra joven que había perdido a su mate en la pelea- Si ves a todos lados no nos queda nada que lo que antes fueron nuestras casas. Mi madre esta anciana, ella ya no es tan fuerte como antes.
- Pero aquí es nuestra manada, donde iremos si no es aquí…
- No escuchaste que Alfa Daven dijo que el rey nos otorgó un pedazo de sus tierras…
- Escuchenme…- dijo fuerte Anni después de escuchar todos comentarios desesperados de su manada.
Daven la había mandado a que hablara con ellos, y aquí estaba, no sabía precisamente lo que debía decir, sabía que debía convencerlos de una forma en que creyeran que era lo mejor. Pero no podía, ella no era así, no sabía porque palabras comenzar.
- En este momento no podemos discutir, el Alfa llego a la conclusión en que sería lo mejor para nosotros, para todos ustedes, sus hijos y familia. No podemos quedarnos en un lugar donde no tenemos casas, la comida se acabará poco a poco. Los niños no pueden seguir durmiendo fuera, cogiendo frio de la noche, sin contar que pronto llegara la temporada de invierno. Si nos quedamos seremos un blanco para otras manadas, o quien nos atacó vera que seguimos indefensos y arrasara con los pocos que quedamos…
- Tiene razón, luna- hablo por primera vez un joven, seguido de dos mayores que asintieron.
- Yo no quiero que mi familia muera siendo inocentes…
- Yo tengo una mujer que espera un hijo, esta situación no es buena para su embarazo, en cualquier momento puede nacer y aquí ya no tenemos los implementos necesarios para sacarlo sin que corra ningún riesgo ni ella, ni el bebe…
- Yo no quiero dejar mi hogar…- empezó una señora llorando.
- Katalina, aquí ya no hay nada que puedas llamar hogar- dijo el hombre con brusquedad, parando el llanto de la señora. - Sé que perdiste a tu esposo, pero todavía te quedan tus hijos, yo no quiero que mi hijo nazca en un lugar donde puede morir en cualquier momento, sin un futuro asegurado.
- Katalina – la llamo Anni con voz suave- El tiene razón, no podemos quedarnos aquí. No tendremos una oportunidad mejor que esta, asi que ve a la tumba de tu esposo y despídete de el, luego vas con tus hijos y recoger tus pertenencias para poder marcharnos.
- No quiero dejarlo – se sorbió la nariz.
- No lo dejaras, tendrás algo de su pertenencia que siempre cargaras contigo, que siempre te recordara a él ¿sí?
- Este anillo – le mostro un anillo de oro donde había dos nombres gradados y una fecha.
- Eso está bien, lo cargaras todo el tiempo contigo después que nos marchemos, ahora ve.
La mujer asintió más tranquila y se fue casi tambaleando.
- Todos deben hacer lo mismo, guardar sus pertenencias y tomar a su familia para partir, tenemos hasta mañana en la mañana.
- Como diga, luna- dijeron varias personas para después agarrar cada quien por su lado.
Anni se entretuvo mirando algunas aves volar por el cielo, estaba despejado y el sol no era fuerte, si estuviera en otra situación seria un día perfecto.
- ¿Estuvo fuerte? – dijo Rubí ya a su lado, refiriéndose a la gente de su manada.
- La verdad no, pensé que me costaría más, pero con hablarles con delicadeza les baja la molestia y colaboran.
- Te noto cansada. - la miro con preocupación.
- Y lo estoy.
En ese preciso momento, su bebe despertó de los brazos de su tía, ella lo meció para calmarlo.
- Mi pequeño me siente cerca – lo agarro de los brazos de su cuñada.
- ¿No quieres que te ayude con él?
- No te preocupes, es la hora de su tética, además, cuando estoy con el me dejan más tranquila. - trato de sonreír, pero le salió con gran esfuerzo.
Las dos fueron caminando en silencio hasta entras en una de las casas reconstruidas.