Había caminado con calma primero y luego había acelerado su paso hasta correr bajo la fuerte lluvia que azotaba cruelmente el pavimento. Su uniforme se habían pegado a su frágil cuerpo al igual que su cabello, su visión se nublaba a causa de sus lágrimas y sus lentes empañados.
Se detuvo un momento, tomo el aire que le faltaba y miro hacia atrás para cerciorarse que él no la seguía. Era rápida como el viento, pero sabía que él corría casi a la misma intensidad que ella, por lo que no podía demorarse mucho ahí. Iba a volver a correr cuando escucho su nombre en el aire.
—¡¡¡Niiiiiiight!!—
Era un grito desesperado y triste. Ella se giró con temor y sintió sus lágrimas tibias fundirse con el agua de lluvia que empapaban sus mejillas. Encogió sus brazos como si le doliera el corazón y volvió a correr desenfrenadamente.
¿Por qué la seguía? Ella no pertenecía a su mundo y jamás podría hacerlo, él mismo se lo había dicho.
Pero ahí estaba, corriendo tras de ella para arrastrarla a un mar de confusión, porque se estúpido corazón de ella aún le pertenecía a él.
—¡No quiero! ¡No quiero volver a esos días!—gritó ella mientras corría.
—¡¡Night, te lo suplicó para ya!!—gritaba él tras de ella.—
Ella siguió corriendo hasta ver a pocos metros un puente de piedra; el lago debajo de él había subido a niveles peligrosos pero sin importarle corrió para cruzarlo.
—¡Night no cruces el puente, te caerás!—exclamó detrás de ella, el joven que la perseguía para advertirle. Su voz se perdía entre el sonido de la lluvia y la fuerza del viento; la lluvia se había convertido en tormenta.
Night no lo escuchó y continuó, caminó por el puente con pasos indecisos y se sostuvo con todas sus fuerzas a la orilla para evitar resbalarse con el agua. Una gran ola se levantó del río y la arrastró con violencia hacia el otro orilla impactando su cuerpo contra la dura piedra. En ese momento, sintió como el aire se le escapaba y sus fuerzas la abandonaron, cuando vio otra ola alzarse sobre ella. Cerró los ojos esperando sentir el impacto y cuando se percató que no pasaba nada, se dio cuenta que el tiempo se había detenido. Hubo silencio, la lluvia se había detenido, como si alguien hubiera congelado el cuadro, observó al otro lado del puente y se fijó en el extraño hombre de complexión alta, vestido con un traje negro y sombrero de copa del mismo color. Sobre su rostro una extraña máscara de simulaba ser el cráneo de un cuervo ocultaba su rostro. Night lo contempló y se alzó cojeando hacia él como si estuviera hipnotizada, olvido completamente lo que hacía y de pronto, aquel extraño personaje era lo que más le interesaba en el mundo.
El hombre con máscara de cuervo le extendió la mano para ayudarla a llegar al otro lado y ella la aceptó.
—¡Night, dios, no cruces el puente está….. NIIIGHTT!!!— se escuchó el grito del joven que la perseguía y el sonido de la tormenta volvió a inundar el aire.
El enmascarado la atrajo hacia él para envolverla en un abrazo y acarició los cabellos de su cabeza con cariño.
—Ya no tienes de qué preocuparte, he venido por ti—se inclinó el hombre para hablarle.
Night le contestó algo al extraño hombre pero el sonido de la tormenta ahogó sus palabras.
—¡¡NIGHT!!— volvió a escuchar su nombre en boca de su perseguidor al otro extremo del puente.
El hombre de la máscara que aun la abrazaba, dirigió su vista hacia al chico que gritaba su nombre indiscriminadamente y con uno de sus dedos le pidió que guardara silencio. Al parecer Night se había dormido en sus brazos…
Era liviana y libre como el aire, no sentía dolor, todo era absoluta calma; silencio, ni una sola lágrima. Night abrió lentamente los ojos y se encontró recostada en el piso de piedra, bajo el pórtico de una gran casa antigua. No recordaba cómo había llegado ahí o cuánto tiempo llevaba dormida; se levantó y se sacudió de su largo vestido negro el fino polvo terroso que se había adherido.Se tomó un largo tiempo para revisar con la vista donde se encontraba y le pareció curioso que el único color que predominará en aquel lugar fuera el gris. La casa, el jardín que se alzaba al frente y la reja, todo parecía hecho de ceniza y cemento.
Bajó las escaleras del pórtico con paso lento y admiró los rosales que adornaban el camino de ladrillos grises, al frente se encontraba una reja abierta que permitía el acceso y salida de la casa. Camino hacia el frente y cuando creyó que podría encontrar a alguien en la calle, descubrió que ésta, estaba desierta y que además, la misma casa antigua se repetía de forma interminable en ambos extremos de la calle. Una serie de faros apagados estaban distribuidos a lo largo de la calle, indicando las entradas interminables; los únicos que estaban iluminados eran los que estaban frente a la casa de la que había salido.
Editado: 30.04.2018