—Mas, mas, mas…. ¡Suficiente!
Los hombres dejaron de girar las ruedas de acero que servían para aplicar los frenos a cada uno de los “Bogeys” del carro. El Sargento Mac observó las paredes del túnel que pasaban rápidamente a su alrededor a medida que se adentraban más y más en el sistema de tráfico ferroviario de la Rainbow.
—Diría que vamos a unos veinte kilómetros por hora. —dijo acariciándose la barbilla. —Será mejor mantener esta velocidad mientras podamos. ¿Cómo van esas lecturas, Profesor?
Al frente del carro, subido a una caja de madera como si fuera un explorador en la proa de un navío, se encontraba Von Neumann mirando la pantalla holográfica desplegada delante sus ojos que mostraba la información que era recogida por el sensor que sobresalía de su mochila.
—La intensidad ha aumentado constantemente, sin cambios en la dirección. —dijo mientras se acomodaba los lentes.
—Buena señal. —dijo el hombre. —Ahora con respecto a lo otro. —dijo volviéndose hacia el resto de sus hombres.
El Doctor Niccola sacudió la cabeza. —Nada. —dijo señalando la radio que manipulaba en aquel momento. —Desde que abandonamos aquella estación de carga hemos perdido el contacto con los demás.
—Mala cosa. —dijo Mac con evidente malestar. —Tenemos que salir de estos túneles lo más pronto posible; aislan nuestras comunicaciones por completo y ya saben lo que eso significa.
Todos los hombres sabían (Incluso Fritz, que ya lo había experimentado hacía poco tiempo) lo que una disrupción en las comunicaciones podría provocar en una misión.
—Los Drones del Escuadrón Delta ya deberían estar en camino. —observó el experto en demoliciones llamado Roco. —Cuando nos bajemos de esta cosa y nos alcancen podremos recuperar el enlace de datos.
—Eso espero. —respondió el Sargento mientras desplegaba el micrófono para hablar con sus dos hombres equipados con los EX-Gears. —Miguel, no te alejes tanto; mantén distancia visual con el carro.
—Entendido. —respondió el hombre que en aquel momento volaba sobre las vías iluminando el túnel unos cincuenta metros por delante de Mac y sus hombres.
—Lo mismo para ti Ron; si tenemos que frenar de golpe necesitaremos el impulso extra de esas turbinas.
—Entendido Sargento. —respondió el soldado que volaba tras ellos.
El grupo avanzaba en línea recta por el oscuro túnel, pero pronto las vías comenzaron a descender en forma perceptible y el carro comenzó a tomar velocidad ante el nerviosismo de los hombres.
—Atención, estamos yendo demasiado rápido… hora de aplicar los frenos. —exclamó Mac levantando el brazo. —A mi señal… ahora.
Los hombres comenzaron a girar nuevamente las ruedas de metal y las ruedas comenzaron a sacar chispas naranjas a ambos lados del carro. El ruido era tan intenso que apenas pudieron escuchar los gritos del EX-Gear que volaba delante.
—¡Cuidado! ¡La compuerta!
Mac apenas pudo reaccionar a tiempo. Delante de ellos una enorme compuerta de metal había comenzado a descender sobre las vías.
—¡Todos, agachense! ¡Fritz, al suelo maldita sea!
Von Neuman estaba tan concentrado con sus instrumentos que no se dió cuenta de lo que estaba sucediendo. Uno de los soldados agarró su mochila y de un violento tirón lo arrojó de espaldas al piso del carro. Justo a tiempo.
Pasaron por debajo de la compuerta con unos pocos centímetros de espacio libre. Tras ellos escucharon el fogonazo de las turbinas del EX-Gear en la retaguardia cuando tuvo que aplicar potencia máxima para evitar chocar contra la pared de acero. Un poderoso estruendo sacudió el túnel cuando la pesada compuerta selló herméticamente la vía detrás de ellos separándolos del soldado que había quedado atrapado del otro lado.
—¡Mierda! —gritó Mac incorporándose de un salto.
—Ron ha quedado separado. —dijo Niccola. —Mierda.
—¡Detengan esto ahora! —gritó el Sargento.
El EX-Gear que había quedado con ellos llegó rápidamente y usando su impulso extra logró detener la alocada carrera de aquel carro. Casi se habían detenido por completo cuando vieron luces a unos cien metros más adelante.
—Descendamos allí. —ordenó Mac. —Tenemos que arreglar este desastre.
Dejaron que el carro avanzara los últimos metros y se detuvieron en la silenciosa estación abandonada. Los hombres descendieron rápidamente y aseguraron la estación montando un perímetro defensivo. Mac levantó a Fritz del suelo del vagón y saltó con el hasta la plataforma donde sus hombres ya estaban listos. El EX-Gear que había quedado de aquel lado de la barrera aterrizó junto a ellos al cabo de unos momentos. —¿Vuelo hasta la compuerta? —preguntó una vez que hubo apagado los propulsores. —Tal vez haya una forma de abrir manualmente esa cosa.
—No. —dijo Mac sacudiendo la cabeza. —Hemos pasado debajo de al menos otras dos compuertas abiertas… si vas solo allí y se vuelve a cerrar otra a tus espaldas podrías quedar atrapado.
Roco se arrodilló junto a Mac con su rifle listo. —¿Osea que cree que alguien intentó atraparnos? —preguntó.
—Podría ser un sistema automático defectuoso. —razonó el hombre. —Pero el “timing” fué demasiado preciso… no me gusta, esto no me gusta nada. ¿Pueden comunicarse con Ron desde aquí?
—Nada. —dijo Niccola sacudiendo la cabeza. —Solo estática. —confirmó señalando el aparato
El Sargento Mac permaneció en silencio mientras trataba de analizar la situación. —No podemos continuar con la misión en estas circunstancias. —dijo al cabo de un rato. —Necesito saber si Ron está bien, no puedo dejarlo solo allí atrás. —afirmó completamente resuelto.
—Si tiene algo de seso, debería volver hacia el hangar y contactar con el Escuadrón Delta. —dijo su compañero de armadura llamado Miguel. —O contactar con uno de los drones si se cruzan en el camino.