Las armaduras se movieron hasta la rampa y Ximena apuntó las luces de los reflectores hacia el interior del transporte de tropas meltran. El compartimento estaba a oscuras y parecía vacío. Podían ver los arneses ubicados en las paredes donde las tropas viajaban aseguradas y listas para desplegarse en el campo de batalla junto con su armamento pesado de apoyo. No vieron sin embargo ninguna de esas armas; era como si aquella nave nunca se hubiese usado para otra cosa que no sea transportar a aquella misteriosa archivista.
—Despejado. —informó la chica-gato moviendo sus orejas, aunque al tener el casco de combate colocado aquel gesto pasó desapercibido al resto de la tropa.
Lynn se acercó llevando un rifle en sus manos y subió lentamente por la rampa seguido de Lina. —Es cierto. —confirmó tras revisar el compartimento de tropas. —No hay nadie más aquí… pero hay algo extraño en el fondo de la bodega.
—¿Extraño? —preguntó Ximena. —¿Qué puedes ver? Intenta describirlo.
—Hay una especie de… vaina. —intentó describir la oficial mientras caminaba alrededor del objeto. Lynn apuntó la linterna de su rifle para iluminar el metal pulido de la superficie. —Quince metros de largo, hecha de algún tipo de metal oscuro…está firmemente anclado al piso de la nave, pero no parece ser una de esas vainas de curación o reposo como vimos en el destructor— explicó.
—Envía la imagen de tu casco a Fritz. —ordenó la Teniente Hernandez. —Tal vez él sepa lo que es.
Lina hizo tal cual lo ordenado y la imagen de la cámara montada en su casco se transmitió a todo el grupo.
—No tengo la más remota idea de lo que sea eso. —confesó Von Neumann mientras miraba la pantalla sentado en su lugar en el transporte Zentran. —¿Algún tipo de vaina de instrumental? ¿Ves algún control de apertura en la superficie?
—Negativo. —respondió Lina moviéndose alrededor del extraño objeto. —Tampoco veo junturas o divisiones que pueda indicar un panel o abertura… todo el cilindro parece ser de una sola pieza.
—Me recuerda a algo. —dijo Fritz pensativo. —Pero no estoy completamente seguro. Necesitaria acceder a una base de datos para corroborar…
—No hay tiempo para eso. —lo cortó de inmediato Ximena.
Lynn extendió la mano y tocó el metal oscuro pero la apartó de inmediato como si hubiese tocado algo caliente. —Esta cosa me da mala espina. —dijo volviendo a sujetar su arma con ambas manos.
—Será mejor que revisen la cabina. —ordenó la teniente Hernandez. —dejaremos ese misterio para otra ocasión.
Las dos mujeres se acercaron a la puerta que separaba el compartimento de tropas de la cabina del transporte y activaron el panel de control. La puerta se abrió y pudieron ver el puesto de piloto y copiloto; estaban vacíos.
—Como lo sospeché. —dijo Ximena tras recibir la confirmación de que la nave estaba vacía. —Esa archivista vino sola.
—¿Y no te parece extraño? —preguntó Camila desde el interior de su armadura. —¿No se supone que esos tipos son una clase de personal extremadamente valioso e importante? ¿Qué hace alguien así viajando sin escolta de ningún tipo?
—El Nexus es una de las instalaciones más protegidas y vigiladas de la Armada Zentradi. —observó Lina. —Seguramente se debe sentir completamente a salvo de amenazas.
Ximena no respondió. Algo le molestaba de todo aquello y no sabía bien por que. —¿Alguna novedad, Fritz? —preguntó.
Von Neumann había permanecido dentro de la nave del equipo monitoreando las cámaras de seguridad instaladas en el viejo destructor. —Siguen reunidas en el salón. —respondió. —Avísanos si hay algún tipo de actividad. —ordenó la teniente.
Fritz observó la pantalla y volvió a activar el comunicador. —Tengo una idea. —dijo.
—¿Una idea? —preguntó Ximena.
—¿Quieren que instale un transmisor en la nave de esa tal Veiss? Tal vez podamos obtener información valiosa de esa archivista.
Ximena meditó aquello profundamente. —¿Te llevará mucho? —preguntó.
—Solo un par de minutos…
—Hazlo, nosotras vigilaremos la puerta de entrada al hangar.
Mientras Fritz subía a la nave escoltado por Lynn y Lina, las demás montaron guardia junto a las puertas que daban al pasillo por el que habían desaparecido las tres meltrans. Tanto Ximena como Camila estaban dentro de sus Queadluun-Rau y vigilaban nerviosas a la espera de la señal de Tali para partir.
Al cabo de unos minutos la Teniente Hernandez volvió a contactar a Fritz. —¿Cómo va eso? —preguntó.
—Bien. —respondió el investigador. —Pero…
—¿Pero?
—Hay algo extraño. —observó Fritz. —Estoy viendo un tipo de interfaz instalado en esta nave que no es normal en la arquitectura Zentradi.
—No es tiempo de investigar esas cosas. —lo reprendió la piloto. —¿Puedes copiar los datos que necesites y analizarlos más tarde? No creo que…
—Xime. —dijo de pronto Camila proyectando su imagen sobre la de Fritz frente a los ojos de la teniente Hernandez. —Algo está pasando en el Nexus.
—Mierda.
La oficial Hughs proyectó la imagen de una de las cámaras instaladas en el destructor para monitorear los alrededores. —Estoy detectando un incremento de la actividad en el radar local.
Todos observaron en sus propias pantallas lo que estaba sucediendo fuera y quedaron sin aliento al comprender la magnitud y escala de aquella actividad.
—La… la flota. —exclamó Ximena con un hilo de voz.
La enorme flota Zentradi se había puesto en movimiento. Fila tras fila de las enormes naves de guerra habían comenzado a moverse en enormes formaciones de centenares y centenares de kilómetros de largo. Como si una titánica manga de langostas se tratase, la poderosa flota comenzó a abandonar sus sitios de anclaje en ordenada formación, pero no era lo único que se había puesto en movimiento en ese momento.