Carne de Cañón

31

 


 

«Daño crítico»

«Signos de vida no detectados, Bio-Computadora fuera de línea»

«Recuperación Imposible»

«Lanzamiento Abortado»

«Se Requiere Supervisión Inmediata»

 

La computadora de la Protocultura lanzaba mensajes uno tras otro tanto visual como auditivamente. Veiss se volvió hacia la pantalla en donde flotaban los símbolos de la antigua República Estelar y lanzó un par de comandos.

—Anular Procedimiento de emergencia, asignar control manual al Supervisor. —dijo en voz alta.

«Orden aceptada; Procesos pausados, Sistemas en Espera»

La misteriosa mujer hizo que su cuerpo mecánico se acercase a los restos de la Bio-Computadora y usando uno de sus tentáculos lo enrolló alrededor del globo ocular de quien fuera Noigolk Dah, levantandolo de entre los restos de cerebro y tejido con relativa facilidad.

—Las Superfortalezas y sus Bio-Computadoras fueron una vez las armas más poderosas de la República Estelar. —dijo mostrando aquel horripilante trofeo a las indefensas mujeres. —Pero como ven, no son invencibles; solo se necesita un poco de inteligencia y un buen plan para destruirlos con facilidad.

Los tentáculos se cerraron con fuerza en un abrir y cerrar de ojos y el orbe ocular explotó en una lluvia de sangre y líquido verdoso que salpicó todo a su alrededor. 

 

Veiss extendió un par de tentáculos y capturó también a la desvanecida Tali. Sus dos compañera forcejearon inútilmente y solo lograron que aquellos apéndices las apretaran más fuerte. Casi sin aliento dejaron de resistirse ante la satisfacción de la extraña mujer.

—Remarcable. —dijo mientras examinaba los signos vitales de la meltran. —Ella es Zentradi creada en nuestras factorías y sin embargo ha perdido por completo todas sus barreras de acondicionamiento… ¿Fué ella expuesta a vuestra cultura? —preguntó mientras sostenía a la desvanecida guerrera frente a ellas.

—Tali lucha junto a nosotros para proteger la cultura. —respondió Ximena. —Ella y muchos más se las ganaron con su sangre.

—Así que hay más. —dijo la mujer pensativa. 

—Millones. —aseguró Lina. —Los Zentradis están cansados de las cadenas que ustedes les impusieron. —dijo. —Ellos desean la cultura, desean la paz tanto como las demás razas de la galaxia.

Veiss se volvió hacia ella. —¿Paz? —preguntó. —¿Crees que es posible crear y mantener un imperio como lo fué el nuestro solo con paz? 

—Tampoco es que pudieron mantenerlo mucho sin ella. —respondió Ximena.

—Audaz respuesta. —dijo Veiss con una sonrisa. —Es cierto, nuestra civilización fué destruida por nuestra propia búsqueda de poder… pero eso no significa que nuestra causa y medios no fueran justificados. —aseguró.

—No pueden jugar con la vida de la galaxia y hacer lo que les dé la gana. —la recriminó Lina. —Ni tampoco esclavizar a otros para que peleen sus guerras… 

—¿Y quien dice que no podemos? —preguntó Veiss —En la cúspide de nuestra civilización éramos los más poderosos de la galaxia; nadie pudo detenernos ¿Por qué no habríamos de manipular la vida misma? ¿A quien teníamos que rendir cuentas?  

—Evidentemente no eran tan poderosos. —respondió Ximena. —O los Protodeviln no los hubieran destruido.

—Veiss sonrió. —Así que conocen la causa de nuestra caída. —dijo. —¿Logró su civilización desenterrar las huellas de nuestro pasado?

—Lo bastante como para saber que es una locura hacer lo que ustedes hicieron. —contestó Lina. 

 

Veiss depositó a Tali en el suelo y las miró pensativa por un largo rato. —Ustedes son especímenes muy interesantes. —dijo. —Me gustaría estudiarlas a fondo y aprender mucho de su cultura… lamentablemente estoy demasiado ocupada para lidiar con niños como ustedes.

—Que… ¿Qué es lo que intenta hacer con esta fortaleza? —preguntó Ximena. 

La misteriosa mujer se volvió hacia ella. —¿Que no es obvio? —preguntó. —Venganza, eso es lo que quiero. —dijo con una sonrisa mientras levantaba los brazos.

Una docena de tentáculos salieron despedidos del cuerpo Bio-Mecánico y se conectaron al enorme tronco que sostenía los restos de Noigolk Dah. De inmediato la enorme criatura sentada sobre la cima de aquella torre lanzó uno de sus poderosos rugidos.

—¿Venganza? ¿Eso es todo? —preguntó Ximena.

Veiss no respondió, en cambio se volvió hacia la pantalla y señaló el recuadro en donde aparecían los signos vitales de Hyle. —La Capitán está casi lista; su secreción hormonal ha llegado al punto crítico; debe estar a punto de comenzar a soñar.

—¿Soñar? —preguntó Lina. —¿Qué tiene eso que ver con todo?

—Tiene que ver con todo. —aseguró la micrón. —Necesito que Hyle destruya momentáneamente sus barreras de condicionamiento; sólo entonces podré ejecutar la segunda parte de mi plan.

—Venganza. —repitió Ximena. —Venganza contra todos los Zentradi… ¿Cree realmente que puede hacerlo usando solo esta fortaleza? Hay miles de flotas principales allá afuera. —exclamó haciendo un gesto con la cabeza. —¿Cree que va a poder derrotarlas a todas? Nuestra civilización apenas logró sobrevivir al ataque de una de ellas y destruirla nos costó un sacrificio enorme.

 

La misteriosa mujer de la Protocultura se volvió y le dirigió una sonrisa. —Supongo que no escuchó bien. —afirmó. —¿Recuerda lo que dije sobre que las Super-Fortalezas? ERAN las armas más poderosas de la República Estelar.

Tanto Lina como Ximena se pusieron blancas.

—Que… ¿Qué quiere decir con eso? —preguntó la Doctora.

Veiss comenzó a reírse y aquel sonido hizo que se le helara la sangre a las dos mujeres.

—Ustedes también son niños. —dijo al cabo de unos segundos. —Se han asomado al abismo de nuestro conocimiento y tecnología… pero solo han visto una pequeña parte de nuestro poder; ¿Creen que destruir una Super-Fortaleza de los Zentradi es una hazaña? Eso no es NADA comparado con el poder que está delante nuestro en este momento.



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En el texto hay: espacio, robots, macross

Editado: 28.03.2024

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